En la escuela del barrio, un lugar lleno de vida y aprendizajes, había un grupo de amigos inseparables: Anita, Nico, Nachito y Flor. Todos ellos eran alumnos del profesor Adrián, un maestro de matemáticas muy querido por su dedicación y su habilidad para hacer que las matemáticas fueran fascinantes.
Un día, durante una clase de matemáticas, el profesor Adrián decidió enseñarles algo nuevo y emocionante. «Hoy vamos a hablar sobre el ‘paseo al azar simétrico’,» anunció mientras escribía el título en la pizarra. Los niños se miraron con curiosidad. Anita, siempre la más curiosa del grupo, levantó la mano inmediatamente. «¿Qué es eso, profesor?»
Adrián sonrió y comenzó a explicar. «El paseo al azar simétrico es un proceso en el que algo se mueve de un lado a otro en una línea, con la misma probabilidad de ir hacia la derecha o hacia la izquierda en cada movimiento. Es una forma de entender cómo se comportan ciertos sistemas a lo largo del tiempo.»
Anita, con los ojos brillantes de interés, preguntó: «¿Qué temas de matemáticas involucra eso, profesor?»
«Buena pregunta, Anita. Este concepto involucra temas como la probabilidad, los procesos estocásticos y la teoría de probabilidades. Todos estos temas nos ayudan a entender cómo funcionan los eventos aleatorios y cómo podemos predecir ciertos resultados,» respondió Adrián.
Nico, siempre curioso sobre las aplicaciones prácticas de lo que aprendía, levantó la mano. «¿Y para qué más se puede utilizar eso?»
El profesor Adrián se acomodó las gafas y explicó: «El paseo al azar simétrico no solo se usa en matemáticas, sino que también abarca áreas como la física, la biología, la economía e incluso la informática. Por ejemplo, en física, se utiliza para modelar el movimiento de partículas. En biología, puede ayudar a entender cómo se mueven los organismos microscópicos. En economía, se utiliza para modelar las fluctuaciones de los precios en el mercado.»
Flor y Nachito, que habían estado escuchando con atención, pidieron un ejemplo para entender mejor. «¿Podría darnos un ejemplo, profesor?» preguntó Flor.
«Claro, déjenme darles un ejemplo sencillo con una moneda,» dijo Adrián, sacando una moneda de su bolsillo. «Imagina que tienes una moneda que tiene igual probabilidad de caer en cara o cruz. Comienzas en una posición inicial, digamos, 0. Si la moneda cae en cara, te mueves un paso hacia la derecha, llegando a la posición +1. Si la moneda cae en cruz, te mueves un paso hacia la izquierda, llegando a la posición -1. En la posición +1, si lanzas otra vez y cae en cara, te mueves a +2, y así sucesivamente.»
Los niños se miraron entre sí, asimilando la información. Nachito, que era muy bueno visualizando conceptos, tomó un papel y comenzó a dibujar una línea con diferentes posiciones marcadas. «Entonces, profesor, ¿cada lanzamiento de moneda nos dice hacia dónde nos movemos en la línea?» preguntó.
«Exactamente, Nachito. Y después de muchos lanzamientos, podríamos ver cómo se distribuyen nuestras posiciones a lo largo de la línea. Es un proceso completamente aleatorio, pero con suficientes lanzamientos, podemos empezar a ver patrones y hacer predicciones,» explicó Adrián.
La clase continuó con los niños experimentando con sus propias monedas y observando cómo sus posiciones cambiaban. Se reían y se sorprendían cada vez que la moneda decidía su destino, y pronto comenzaron a entender mejor el concepto.
Adrián, viendo el entusiasmo de sus alumnos, decidió llevar la lección un paso más allá. «¿Saben qué? Vamos a hacer un experimento a gran escala. Cada uno de ustedes lanzará una moneda 100 veces y registrará sus posiciones. Luego, compararemos los resultados y veremos qué patrones podemos encontrar.»
Los niños estaban emocionados por el experimento. Pasaron los siguientes días lanzando monedas y registrando sus movimientos en gráficos. Al final de la semana, reunieron todos los datos y Adrián les ayudó a analizarlos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.