Cuentos de Valores

El Puente de la Amistad

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, vivían tres amigos inseparables: Sofía, Tomás y Lucía. Sofía era una niña muy curiosa y le encantaba descubrir cosas nuevas, siempre estaba creando algo con sus manos. Tomás era fuerte y valiente, siempre listo para ayudar a quien lo necesitara. Lucía, por su parte, era sabia y compasiva, siempre sabía cómo consolar a sus amigos y darles buenos consejos.

El pueblo donde vivían estaba dividido en dos por un gran río, y había un puente que conectaba ambos lados. Este puente era muy importante, ya que permitía que todos los habitantes del pueblo se reunieran y compartieran momentos juntos. Sin embargo, con el paso del tiempo, las personas de ambos lados del río comenzaron a desconfiar unas de otras. Se contaban historias que no siempre eran verdaderas, y eso causaba que pocos cruzaran el puente para visitar a los vecinos del otro lado.

Un día, después de una fuerte tormenta, el puente se derrumbó. La noticia se esparció rápidamente y causó gran preocupación en el pueblo. Se acercaba el gran festival de la cosecha, una tradición muy querida donde todos se reunían para celebrar y compartir la abundancia de sus cultivos. Sin el puente, el festival no podría celebrarse como de costumbre.

Sofía, Tomás y Lucía se dieron cuenta de que tenían que hacer algo para ayudar a su pueblo. Se reunieron en el jardín de Sofía para pensar en una solución. «No podemos dejar que el festival se cancele», dijo Tomás con determinación. «Es un momento muy especial para todos».

«Sí», agregó Lucía, «y también es una oportunidad para que las personas vuelvan a confiar unas en otras. Si construimos un nuevo puente, podríamos unir al pueblo nuevamente».

Sofía, siempre creativa, tuvo una idea. «Podemos construir un puente especial, uno que no solo cruce el río, sino que también represente los valores de solidaridad, equidad y fraternidad».

Los tres amigos se pusieron manos a la obra. Primero, fueron a hablar con los ancianos del pueblo para pedir su sabiduría y consejos sobre cómo construir un puente fuerte y duradero. Los ancianos, impresionados por la determinación de los niños, les dieron su bendición y compartieron con ellos sus conocimientos.

Luego, Sofía, Tomás y Lucía fueron de casa en casa pidiendo a todos que colaboraran con materiales y herramientas. Al principio, algunos vecinos dudaron, pero al ver la pasión y el compromiso de los niños, decidieron unirse al proyecto. Poco a poco, la desconfianza fue desapareciendo y las personas comenzaron a trabajar juntas, compartiendo risas y anécdotas mientras construían el nuevo puente.

Sofía utilizó su creatividad para diseñar un puente hermoso, con colores brillantes y detalles que representaban la historia y cultura del pueblo. Tomás, con su fuerza, se encargó de levantar las partes más pesadas y asegurarse de que todo fuera seguro. Lucía, siempre atenta, se encargó de coordinar el trabajo y asegurarse de que todos se sintieran valorados y escuchados.

El puente fue tomando forma, y con cada día que pasaba, el pueblo se unía más y más. Las personas empezaron a recordar lo bonito que era trabajar juntas y compartir momentos de felicidad y esfuerzo. Finalmente, después de muchas semanas de trabajo, el puente estuvo terminado.

El día del festival de la cosecha, todo el pueblo se reunió para la gran inauguración del nuevo puente. Los niños decoraron el puente con flores y cintas de colores, y la banda del pueblo tocó una melodía alegre mientras todos cruzaban el puente por primera vez.

Sofía, Tomás y Lucía se sintieron muy orgullosos al ver cómo su esfuerzo había dado fruto. No solo habían construido un puente físico, sino también un puente de amistad y confianza entre todos los habitantes del pueblo.

Durante el festival, las personas compartieron comida, bailes y canciones, y se prometieron a sí mismas nunca más dejar que la desconfianza los separara. Aprendieron que cuando trabajan juntos y se apoyan mutuamente, pueden superar cualquier obstáculo.

A partir de ese día, el nuevo puente no solo fue un símbolo de conexión física, sino también de los valores de solidaridad, equidad y fraternidad que Sofía, Tomás y Lucía habían querido transmitir. Y así, el pueblo vivió feliz y unido, recordando siempre que, juntos, eran más fuertes y podían lograr grandes cosas.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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