Cuentos de Valores

El valiente Julián y la vaca mágica

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

Había una vez un niño llamado Julián que vivía con su mamá en una pequeña cabaña en el bosque. Ellos habían pasado por tiempos difíciles desde que el padre de Julián había fallecido, y la vida se volvió más dura cada día. Julián y su mamá tenían muy poco, y lo único que les quedaba era una vaca que les daba leche cada mañana.

Un día, la mamá de Julián le dijo con tristeza:
—Hijo, ya no tenemos suficiente dinero para comprar comida. Creo que la única solución es vender a nuestra querida vaca.

Julián miró a la vaca con cariño. Sabía lo mucho que significaba para ellos, pero también sabía que era la única manera de ayudar a su mamá.
—Está bien, mamá —dijo Julián—. Llevaré la vaca al pueblo y la venderé. Prometo que conseguiremos suficiente dinero para estar bien.

Así que Julián tomó a la vaca y comenzó su camino hacia la ciudad. Mientras caminaba, pensaba en lo que haría con el dinero. Quizás podrían comprar comida, ropa nueva, o incluso algunas herramientas para trabajar en la tierra. Pero en el camino, algo inesperado sucedió.

Un anciano apareció en el sendero. Tenía una barba larga y ojos brillantes.
—Hola, joven —dijo el anciano con una sonrisa—. ¿A dónde vas con esa vaca tan bonita?

—Voy al pueblo a venderla —respondió Julián—. Mi mamá y yo necesitamos el dinero.

El anciano se rascó la barba y luego sacó un pequeño saquito de su bolsillo.
—¿Qué te parecería un trato diferente? —preguntó—. En lugar de vender tu vaca por dinero, te ofrezco algo más valioso. Aquí dentro tengo unas habichuelas mágicas.

Julián miró el saquito con curiosidad. ¿Habichuelas mágicas? Nunca había oído hablar de algo así.

—Estas habichuelas pueden hacer cosas increíbles —continuó el anciano—. Si las plantas en el suelo esta noche, al amanecer, te prometo que verás algo maravilloso.

Julián pensó por un momento. Sabía que su mamá podría enojarse, pero algo dentro de él le decía que debía confiar en el anciano. Así que aceptó el trato. Entregó la vaca y recibió el saquito con las habichuelas mágicas.

Cuando regresó a casa y le mostró a su mamá las habichuelas, ella se enojó muchísimo.
—¿Qué has hecho, Julián? —dijo con lágrimas en los ojos—. ¡Nos has dado nuestra vaca por unas simples habichuelas!

Lanzó las habichuelas por la ventana y se fue a su cuarto, muy triste. Julián también estaba preocupado, pero al mismo tiempo, sentía que había hecho lo correcto.

La sorpresa al amanecer

Al día siguiente, cuando Julián se despertó, vio algo increíble. Justo donde su mamá había tirado las habichuelas, había crecido una enorme planta que se elevaba hasta el cielo. Era tan alta que no se podía ver dónde terminaba.

—¡Mamá, ven a ver esto! —gritó Julián.

Su mamá salió de la cabaña y se quedó asombrada al ver la gigantesca planta de habichuelas.
—No lo puedo creer —dijo, todavía sorprendida—. Tal vez esas habichuelas eran mágicas después de todo.

Julián, lleno de curiosidad, decidió trepar la planta. Subió y subió durante horas, hasta que finalmente llegó a las nubes. Allí, encontró algo aún más asombroso: una ciudad entera construida sobre las nubes, y en el centro de la ciudad, había un castillo enorme.

Julián caminó hacia el castillo, sintiendo que algo mágico lo estaba esperando. Cuando entró, vio una gallina dorada sentada en un rincón del gran salón del castillo. Esta gallina no era una gallina común; cada vez que ponía un huevo, era de oro puro.

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario