Cuentos de Valores

Gretta y su primer vuelo de colores en el jardín de la infancia

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Gretta era una niña muy especial que tenía el cabello rizado y unos ojos grandes llenos de sueños. Cada mañana, cuando el sol empezaba a asomarse por la ventana de su casa, ella se preparaba con mucha alegría para ir al jardín de la infancia. Su mamá siempre la acompañaba y le decía palabras dulces para darle ánimo: «Hoy será un día lleno de aventuras, mi amor». Gretta sonreía y con su moñito rojo en el cabello, estaba lista para descubrir cosas nuevas.

En el jardín de infancia, la maestra Irene esperaba a todos los niños con una sonrisa grande y cariñosa. Ella sabía que cada niño tenía un mundo mágico dentro de sí y quería ayudarles a crecer con valores importantes, porque sabía que esos valores, como la amistad, la paciencia y el respeto, eran como colores que hacen un cuadro hermoso. Aquel día había preparado una sorpresa especial para los niños: una actividad para aprender a volar con los colores del corazón.

Cuando Gretta llegó, vio que ya estaban algunos de sus amigos. Entre ellos estaba Tino, un niño muy risueño con pecas en la cara, y su amiga Clara, que siempre llevaba una pequeña flor en el cabello. La maestra Irene los saludó y les dijo: «Hoy aprenderemos a volar con los colores que llevan sus corazones. Cada color representa un valor que nos hace mejores amigos y mejores personas.»

Gretta miró sorprendida y preguntó: «¿Cómo vamos a volar, maestra Irene?» La maestra sonrió y explicó: «No vamos a volar con alas de verdad, sino con nuestras palabras y acciones. Cuando usamos valores como la bondad, la paciencia, el compartir y el amor, es como si nuestro corazón volara alto y pintara el mundo con colores brillantes. Vamos a hacer un juego donde cada uno contará qué color siente en su corazón y qué valor representa.»

Primero fue Tino quien levantó la mano con entusiasmo. Dijo: «Yo siento el color rojo porque me gusta compartir mis juguetes.» La maestra asintió feliz y dijo: «Muy bien, Tino. El rojo representa el amor y compartir, un color muy fuerte para volar.» Después Clara habló suavemente: «A mí me gusta el color azul porque cuando espero mi turno, siento tranquilidad.» La maestra añadió: «Exacto, Clara, la paciencia es un color azul que calma y hace que todos podamos jugar juntos.»

Cuando llegó el turno de Gretta, ella estaba un poco tímida, pero se animó y dijo: «Yo siento el color amarillo porque me gusta ayudar a mis amigos cuando están tristes.» La maestra Irene la abrazó y dijo: «El amarillo es el color de la alegría y la bondad. Ayudar a alguien es como regalar luz. Eso hace que tu vuelo sea muy especial, Gretta.»

Después de compartir sus colores, la maestra sacó unas alas de cartulina que había hecho con los niños en días anteriores. Eran de colores vibrantes y cada niño tomó las suyas para ponerse y sentir que estaban volando. Gretta se puso las alas amarillas y de inmediato se imaginó volando entre nubes hechas de algodón de azúcar, ayudando a todos en el cielo.

Fue entonces cuando apareció el cuarto personaje, un pequeño pajarito llamado Pipo, que vivía cerca del jardín. Pipo era un amigo de todos y siempre venía a decir hola. Hoy traía algo en su pico: una flor muy bonita que había encontrado. Pipo se posó en el hombro de Gretta y piando suave dijo: «He venido a contarles que volar con los colores del corazón hace que el mundo sea un lugar más bonito.»

Gretta acarició al pajarito y le preguntó: «¿Tú también vuelas con colores, Pipo?» El pajarito trinó feliz y explicó: «Sí, Gretta. Yo vuelo con el verde de la esperanza, porque siempre creo que después de la lluvia, sale el sol.» Todos los niños escucharon atentos y aprendieron que el verde era un color que daba fuerza para ser valientes y nunca rendirse.

La maestra Irene entonces propuso un pequeño juego para practicar los valores. Cada niño tendría que buscar en el jardín algo que representara su color y luego compartir una historia de cuando usaron ese valor. Gretta buscó entre las flores y encontró una margarita amarilla. La llevó a la maestra y dijo: «Esta flor es como mi color, porque siempre trato de ser una amiga alegre y ayudadora.»

Tino encontró una manzana roja y dijo que compartirla con su hermanito era lo mejor que podía hacer. Clara recogió una hoja azul de un árbol y explicó que era como la paciencia que tenía cuando su mamá le enseñaba a pintar. Pipo cantó una canción en honor al verde y todos aplaudieron.

Al terminar, la maestra Irene les dijo: «Hoy han aprendido que cada valor es un color que hace que nuestro vuelo sea más alto y fuerte. Cuando somos amables, pacientes, amorosos y llenos de esperanza, construimos un mundo mejor para todos.» Gretta se sintió muy contenta y le prometió a su mamá que durante todo el día seguiría volando con sus alas amarillas de bondad.

Al llegar la tarde, la mamá de Gretta fue a buscarla. La niña corrió a sus brazos y le contó todo lo que había aprendido. La mamá sonrió y dijo: «Estoy muy orgullosa de ti, mi amor. Los valores son el mejor regalo que puedes dar y recibir.»

Esa noche, antes de dormir, Gretta se imaginó volando de verdad, pero no con alas de cartulina, sino con las alas invisibles de los valores que había descubierto. Sabía que cada día podía elegir un color para pintar su corazón y el de sus amigos. Porque volar con los colores del corazón era la aventura más grande y hermosa que podía vivir.

Y así, Gretta aprendió que la verdadera valentía no está en correr rápido o saltar alto, sino en ser buena amiga, en esperar pacientemente, en compartir con amor y en mantener siempre la esperanza. Con esa lección, el jardín de infancia se convirtió en un lugar mágico donde cada niño podía volar y hacer del mundo un lugar lleno de colores.

Porque cuando usamos los valores, los corazones vuelan y el mundo se llena de sonrisas y luz, y eso es lo más importante de todo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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