En una acogedora casita, vivían dos hermanitos: Jimena y Alberto. Jimena, con sus seis años, era muy protectora con su pequeño hermano Alberto, aunque también disfrutaba de hacer pequeñas travesuras con él.
Albertito, con su carita de ángel, seguía a Jimena en cada nueva travesura que se les ocurría.
Una tarde, después de haber tirado todos los cojines del sofá para hacerse una fortaleza, mamá les regañó. «¡Jimena, Alberto! ¡Cuánto desorden!», exclamó mamá con cara de enfado. Jimena bajó la mirada y Alberto, sin entender del todo, se escondió detrás de su hermana.
Pasaron los días, y las travesuras continuaron: un charco de agua en el suelo del baño, juguetes esparcidos por toda la casa y la comida de Alberto en el techo. Papá y mamá intentaban ser pacientes, pero a veces se sentían desbordados.
La Navidad se acercaba, y con ella, la esperada visita de los Reyes Magos. Una mañana, al despertar, Jimena encontró una carta especial en su almohada. Estaba escrita con letras doradas y llevaba el sello real. Decía:
«Querida Jimena y pequeño Alberto,
Sabemos cuánto amor hay en vuestros corazones y cuánto os queréis el uno al otro. Sin embargo, hemos notado que vuestras travesuras hacen que el corazón de papá y mamá se sienta triste. No os pedimos que seáis buenos por los regalos, sino porque el cariño y respeto son los regalos más importantes que podéis dar.
Con amor, Melchor, Gaspar y Baltasar.»
Jimena, con lágrimas en los ojos, tomó a Alberto en brazos y le leyó la carta. Sabía que tenían que cambiar. Durante los días siguientes, Jimena hizo todo lo posible por ser más responsable y cuidar a su hermano. Poco a poco, Alberto empezó a seguir su ejemplo.
El día de Reyes, Jimena y Alberto se despertaron temprano, emocionados. Al correr hacia el árbol, encontraron no solo juguetes, sino también una nota:
«Queridos niños, estamos orgullosos de vosotros. Recordad siempre que el amor y el respeto son los verdaderos tesoros.«
Conclusión:
Aunque la carta de los Reyes Magos fue el inicio, Jimena y Alberto aprendieron la importancia de cuidar y respetar a los que aman. Descubrieron que la felicidad no está en los regalos materiales, sino en el cariño y comprensión que se brindan mutuamente.