En un hermoso pueblo llamado Arcoíris, vivía un niño muy especial llamado Nil. Nil tenía una imaginación sin límites y una risa contagiosa que iluminaba cualquier lugar al que fuera. Sin embargo, Nil también era autista, lo que lo hacía ver el mundo de una manera diferente a la mayoría de los niños de su edad. A Nil le encantaba pasar horas mirando las nubes y los colores del arcoíris, siempre encontraba formas y figuras en las nubes que los demás no podían ver. Aunque tenía un corazón grande y una mente brillante, sus compañeros de clase no siempre entendían su forma de ser y a menudo se burlaban de él por sus conductas peculiares.
Nil intentaba acercarse a los demás niños, pero a veces no sabía cómo expresarse o jugar como ellos. Sus compañeros, Mar y Paula, no entendían por qué Nil era tan diferente y preferían quedarse lejos de él, sin darle la oportunidad de demostrar lo valioso que era. A menudo lo veían desde lejos, preguntándose por qué siempre estaba solo y por qué no se unía a sus juegos. Nil, por su parte, deseaba poder compartir sus descubrimientos y aventuras con ellos, pero no sabía cómo hacerlo.
Un día, la maestra de Nil, la señora López, decidió que era hora de cambiar las cosas. Convocó a toda la clase y les habló sobre la importancia de la empatía y la inclusión. Les explicó que Nil era un niño especial, con capacidades únicas que los demás no tenían, y que necesitaba su apoyo y comprensión. Les habló de lo valioso que era ver el mundo desde diferentes perspectivas y cómo cada uno de ellos podía aprender algo nuevo de Nil.
Después de la charla de la maestra López, Mar y Paula decidieron ponerse en los zapatos de Nil. Al día siguiente, se acercaron a él durante el recreo y le preguntaron si podían mirar las nubes con él. Nil, sorprendido pero feliz, asintió con entusiasmo. Los tres niños se tumbaron en el césped y empezaron a observar el cielo. Mar y Paula descubrieron lo divertido que podía ser imaginar formas en las nubes y cómo cada una de ellas podía contar una historia diferente.
Nil les mostró una nube que parecía un dragón y otra que parecía un barco navegando por un mar de algodón. Mar y Paula comenzaron a reír y a disfrutar de la actividad, algo que nunca habían hecho antes. Se dieron cuenta de que Nil tenía una forma única de ver el mundo y que eso lo hacía muy especial. Con el tiempo, empezaron a comprender mejor sus conductas y a apreciarlo por quién era.
Poco a poco, más compañeros se unieron a ellos. Empezaron a mirar las nubes, a disfrutar de los colores del arcoíris y a ver el mundo a través de los ojos de Nil. Descubrieron que Nil tenía una imaginación increíble y que podía convertir incluso las cosas más simples en aventuras mágicas. Los niños comenzaron a incluir a Nil en sus juegos y a aprender de él.
La maestra López, al ver el cambio en la clase, se sintió muy orgullosa. Sabía que había logrado enseñarles una lección importante sobre la empatía y la inclusión. Nil, por su parte, se sentía más feliz que nunca. Había encontrado amigos que lo aceptaban tal como era y que estaban dispuestos a ver el mundo desde su perspectiva.
Un día, mientras todos jugaban juntos en el parque, apareció un gran arcoíris en el cielo. Nil, Mar y Paula se quedaron mirándolo maravillados. Para Nil, el arcoíris siempre había sido un símbolo de esperanza y alegría. Mar y Paula, tomados de la mano con Nil, miraron el arcoíris y se dieron cuenta de que la diversidad y la amistad hacían su mundo mucho más colorido y hermoso.
Desde aquel día, el pueblo de Arcoíris se convirtió en un lugar donde todos eran aceptados y valorados por sus diferencias. Los niños aprendieron que cada uno tenía algo especial que ofrecer y que juntos podían crear un mundo mejor. Nil, con su risa contagiosa y su imaginación sin límites, se convirtió en un verdadero amigo para todos.
Y así, en el pueblo de Arcoíris, vivieron felices, apreciando la belleza de ser diferentes y la alegría de la verdadera amistad. Y cada vez que aparecía un arcoíris en el cielo, todos recordaban la lección más importante de todas: la inclusión y la empatía pueden transformar el mundo en un lugar maravilloso para todos.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.