Allison siempre había sido una chica cautelosa y obediente, pero la promesa de una aventura y la posibilidad de estar cerca de Josué, su amor secreto, la convenció de tomar la decisión más temeraria de su vida: escaparse a una fiesta en el bosque.
Todo comenzó una tarde tranquila, cuando su amiga Melany la convenció de ir a la fiesta. “¡Vamos, será divertido y además, Josué va a estar allí!” insistió Melany con una sonrisa cómplice. A pesar de las estrictas reglas de sus padres, y su propio sentido del deber, Allison no pudo resistir la tentación.
La noche de la fiesta, Allison esperó hasta que la casa estuvo en silencio. Con el corazón palpitante, recogió su mochila y, asegurándose de que sus padres estuvieran dormidos, salió sigilosamente hacia la libertad de la noche. El camino hacia la cabaña era oscuro y serpenteante, con solo el crujir de las hojas bajo sus pies y el suave resplandor de la luna guiándola.
Al llegar, la cabaña se reveló ante ella, iluminada y vibrante con la risa y la música de sus amigos. Allison se sintió aliviada y emocionada a la vez. Pronto encontró a Josué y su corazón se aceleró. Todo parecía perfecto hasta que Sofía, conocida por sus ideas temerarias, sugirió aumentar la diversión. “Tengo algo que hará que la noche sea inolvidable,” dijo, sacando unas pequeñas bolsas de su bolso.
Lo que Allison no sabía era que Sofía y Josué planeaban mezclar las drogas con las bebidas. Cuando todos comenzaron a sentir sus efectos, la atmósfera cambió. Lo que empezó como una simple diversión se convirtió en una pesadilla. La gente quería irse, pero cada intento de dejar la cabaña terminaba en un extraño bucle que los llevaba de vuelta al punto de partida.
La confusión se apoderó de todos cuando algunos comenzaron a desaparecer uno a uno. El miedo se palpaba en el aire, y las acusaciones comenzaron a volar. “¿Qué está pasando? ¿Quién está detrás de esto?” eran las preguntas que resonaban en la cabaña mientras la desesperación crecía.
Separados en grupos, Allison y unos cuantos más buscaron desesperadamente una salida. Fue entonces cuando Javier, otro de los asistentes, entró a uno de los cuartos buscando pistas y se encontró con una escena horripilante: Josué, en medio de un acto violento. Sin pensar, Javier intentó detenerlo, pero Josué lo dominó rápidamente y lo arrastró hacia un sótano oculto debajo de la cabaña.
El pánico se desató cuando Allison y los demás se enteraron de lo sucedido. La lucha por salir se intensificó. Allison, armada con la determinación de no ser una víctima más, lideró el esfuerzo para rescatar a Javier y confrontar a Josué. Con cada paso, la cabaña parecía jugar con sus mentes, distorsionando el tiempo y el espacio.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, encontraron la entrada al sótano. Bajando con cuidado, descubrieron a Javier atado pero vivo. Juntos, enfrentaron a Josué, quien, consumido por la paranoia y el miedo, gritaba incoherencias sobre cómo había sido forzado a hacerlo por las voces en su cabeza.
Con Josué finalmente sometido y la ayuda de algunos amigos que habían logrado llamar a emergencias desde fuera de la cabaña, la pesadilla llegó a su fin. La policía y los paramédicos llegaron, y la verdad se desveló poco a poco. La droga que Josué y Sofía habían usado tenía efectos alucinógenos y paranoicos, lo que explicaba las horribles ilusiones y el comportamiento errático de todos.
Allison, ahora a salvo pero profundamente cambiada, reflexionó sobre las consecuencias de sus decisiones esa noche. Aprendió de la manera más dura que la aventura puede tener un precio y que las decisiones impulsivas pueden llevar a resultados inesperados y a veces peligrosos.
La experiencia dejó una marca indeleble en ella y en todos los que sobrevivieron esa fatídica noche. Allison nunca olvidaría la lección de esa aterradora experiencia: el verdadero valor no solo radica en enfrentar el peligro, sino en tomar decisiones sabias y consideradas, especialmente cuando lo que está en juego es tan alto.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.