Cuentos de Valores

La Voz del Río Mashicón: Un Grito por la Vida en la Provincia de Cajamarca

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un hermoso pueblo de la provincia de Cajamarca, donde las montañas eran verdes y los ríos cantaban melodías suaves, vivían cinco amigos inseparables: Cataleya, Dilan, Daniela, Liam y André. Cada uno de ellos tenía algo especial que lo hacía único. Cataleya era una niña valiente, siempre dispuesta a explorar. Dilan tenía una risa contagiosa que alegraba a todos. Daniela, con su gran corazón, estaba siempre ayudando a los demás. Liam era muy inteligente y tenía una curiosidad insaciable. Y por último, André era el más pequeño del grupo, pero tenía una imaginación que volaba tan alto como los pájaros en el cielo.

Un día, mientras jugaban en el parque, escucharon un murmullo extraño que venía del río Mashicón. El río siempre había sido un lugar hermoso donde los niños iban a pescar, jugar y disfrutar del sonido del agua. Sin embargo, hoy se sentía diferente. Parecía como si el río estuviera hablando, pidiendo ayuda.

—¿Escuchan eso? —preguntó Dilan con su típica sonrisa, aunque su voz sonaba nerviosa.

—Sí, suena como un grito —dijo Daniela, preocupada—. Debemos averiguar qué le sucede al río.

Cataleya asintió con determinación: —¡Vamos a investigar! ¡No podemos dejar que el río esté triste!

Los cinco amigos corrieron hacia el río Mashicón, donde encontraron a un pez dorado, el cual nadaba en círculos, pareciendo angustiado.

—¿Qué te sucede, amigo pez? —preguntó André, acercándose despacio para no asustarlo.

—Oh, queridos niños —respondió el pez, su voz era suave y melodiosa—. Estoy muy triste porque el agua del río se está contaminando. Las personas están arrojando basura y el río no puede cantar como antes.

Los amigos se miraron entre sí, preocupados. Ninguno de ellos había visto el problema, pero era evidente que debían ayudar.

—No podemos dejar que esto siga así —dijo Liam, mientras pensaba en la solución—. Si no hacemos algo, el río y todos los seres que allí viven estarán en peligro.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Daniela con una mirada de determinación.

Cataleya se llenó de emoción: —¡Organicemos un gran día de limpieza! Podemos invitar a todos los vecinos y explicarles lo que está sucediendo.

—¡Sí, eso es! —gritó Dilan—. Con nuestra alegría y muchos amigos, podemos hacer que todos se unan a nosotros.

Y así, comenzaron a planear. Cada uno tenía un papel importante. Cataleya se encargó de hacer carteles para explicar la situación. Dilan se ocupó de invitar a todos sus amigos. Daniela recogía la información que necesitaban para compartir con la comunidad. Liam investigó maneras de proteger el río para que no se contaminara más. André, con su gran imaginación, creó una canción que podían cantar para animar a la gente.

El día de la limpieza llegó. Los cinco amigos estaban emocionados, pero también un poco nerviosos. Katayela, Dilan, Daniela, Liam y André se pusieron sus camisetas con letras grandes que decían «¡SALVEMOS EL RÍO!». Cuando llegaron al lugar, se sorprendieron al ver a tantos vecinos reunidos, más de lo que habían imaginado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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