En lo profundo de un bosque mágico, lleno de árboles altos y flores brillantes, vivía una pequeña hada llamada Luci. Sus alas brillaban con luz dorada, y siempre tenía una sonrisa dulce en su rostro. Junto a ella estaba Uriel, un niño fuerte y valiente, con cabello dorado que brillaba bajo el sol. Uriel siempre llevaba consigo un bastón mágico que lo ayudaba a proteger a los animales y seres del bosque. Y, por supuesto, no podía faltar Milk, un pequeño y curioso animal que se parecía a un suave gatito blanco, con grandes ojos brillantes y llenos de curiosidad.
Luci, Uriel y Milk eran los mejores amigos y siempre exploraban el bosque juntos. Jugaban entre los árboles, saltaban sobre las piedras del río, y se aseguraban de que todo en el bosque estuviera en perfecto equilibrio. El bosque era un lugar hermoso, lleno de vida, donde todo funcionaba en perfecta armonía.
Pero un día, mientras jugaban cerca de una colina, Luci notó algo extraño. A lo lejos, en una parte del bosque que rara vez visitaban, había una sombra oscura que parecía crecer y extenderse lentamente. Luci, siendo muy sensible a los cambios en la naturaleza, sintió que algo estaba mal.
“Uriel, mira allá”, dijo Luci, señalando con su pequeña mano hacia la sombra. Uriel entrecerró los ojos, intentando ver a través de los árboles. “Parece… extraño”, murmuró. Milk, quien estaba jugando entre las hojas, también se detuvo y miró hacia la dirección que indicaba Luci. Incluso el pequeño animalito sintió que algo no estaba bien.
“Tenemos que ir a investigar”, dijo Uriel decidido, tomando su bastón y preparándose para la aventura. Luci asintió, y juntos comenzaron a caminar hacia la parte oscura del bosque.
Mientras avanzaban, el aire se volvía más denso, y la luz del sol comenzaba a desaparecer. Los árboles, que antes eran verdes y llenos de vida, ahora parecían apagados y marchitos. Las flores, normalmente vibrantes y coloridas, estaban marchitas, y el suelo estaba cubierto de hojas secas.
Luci volaba cerca de Uriel, con una expresión preocupada. “Este no es el bosque que conocemos. Algo está desequilibrando todo”, dijo con su vocecita.
Uriel asintió. “Debemos encontrar la causa de esto. No podemos dejar que esta oscuridad siga creciendo”.
Finalmente, llegaron al centro de la sombra, donde encontraron una extraña criatura. Era alta, con una forma antinatural, como si estuviera hecha de las mismas sombras que cubrían el bosque. Sus ojos brillaban con un mal intenso, y su presencia hacía que todo a su alrededor se sintiera frío y vacío.
“¿Quién eres?”, preguntó Uriel con valentía, levantando su bastón. “¿Por qué estás aquí, causando desequilibrio en nuestro bosque?”
La criatura de sombras no respondió con palabras, sino que dejó escapar un gruñido profundo. Con un movimiento de su brazo, extendió más oscuridad a su alrededor, cubriendo a Uriel, Luci y Milk en una bruma espesa.
“¡No podemos dejar que nos atrape!”, gritó Luci, volando rápidamente hacia arriba, intentando iluminar el área con su brillo dorado. Milk, asustado, se escondió detrás de Uriel, mientras el chico intentaba protegerlos con su bastón.
“Tenemos que trabajar juntos”, dijo Uriel, pensando en cómo podrían devolver el equilibrio al bosque. “Luci, tu luz puede ahuyentar a las sombras. Milk, quédate cerca de mí. Yo usaré mi bastón para canalizar la energía del bosque”.
Luci voló en círculos, irradiando su luz mágica sobre la criatura de sombras, y poco a poco, la oscuridad comenzó a retroceder. Pero la criatura era poderosa, y por cada parte que Luci iluminaba, nuevas sombras aparecían.
Uriel, decidido a proteger a sus amigos, levantó su bastón y golpeó el suelo con fuerza. “¡Bosque, ayúdanos!”, gritó. Y entonces, algo increíble sucedió. Las raíces de los árboles comenzaron a moverse bajo sus pies, extendiéndose hacia la criatura. El bosque, respondiendo al llamado de Uriel, se unió a la batalla.
Las raíces atraparon a la criatura de sombras, impidiendo que se moviera. Luci, con su luz brillante, continuó debilitándola. Milk, aunque pequeño, se acercó valientemente y lanzó una piedrecita que había encontrado, como si también quisiera ayudar.
Finalmente, después de un esfuerzo conjunto, la criatura de sombras comenzó a desvanecerse, disolviéndose en el aire como una nube de humo. El bosque, que había sido cubierto por la oscuridad, lentamente comenzó a recuperar su luz y color.
Luci, agotada pero feliz, se posó sobre el hombro de Uriel. “Lo logramos”, dijo con una sonrisa.
Uriel respiró hondo, mirando a su alrededor mientras el bosque volvía a la normalidad. “Sí, pero debemos estar atentos. El mal siempre puede regresar si no cuidamos de nuestro hogar”.
Milk, quien había estado un poco asustado durante toda la aventura, corrió hacia Uriel y Luci, y con su habitual curiosidad, comenzó a jugar nuevamente entre las flores que volvían a florecer.
“Hoy aprendimos algo importante”, dijo Luci. “El equilibrio es esencial, pero también lo es la unión. Juntos podemos enfrentar cualquier mal”.
Uriel asintió, acariciando a Milk en la cabeza. “Y no importa cuán grandes sean los problemas, mientras estemos juntos, podremos superarlos”.
Y así, los tres amigos, Luci, Uriel y Milk, volvieron a sus aventuras diarias, sabiendo que el equilibrio del bosque estaba seguro, al menos por ahora. Pero siempre vigilaban, listos para proteger su hogar de cualquier amenaza.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.