Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores de colores, una amable y gentil profesora llamada Marga. Marga tenía el cabello corto y rizado, y siempre vestía con un modesto vestido que reflejaba su cálida personalidad. Ella era la querida profesora de religión de la clase 1A en la escuela local.
Cada mañana, Marga caminaba hacia la escuela con una sonrisa en el rostro, llevando consigo un libro lleno de historias que enseñaban valiosas lecciones de vida. Su aula era un lugar brillante y acogedor, decorado con colores vivos y un ambiente de paz. Los niños adoraban a Marga, no solo porque hacía que el aprendizaje fuera divertido, sino porque tenía un don especial: la habilidad de hacer que los valores y las lecciones cobraran vida a través de sus cuentos.
Un soleado día, Marga llegó a la escuela con una chispa especial en los ojos. Saludó a cada estudiante con calidez mientras tomaban sus asientos. Los niños notaron el libro mágico en sus manos y sabían que estaban a punto de escuchar algo muy especial. Marga comenzó el día con una gran sonrisa y dijo: «¡Buenos días a todos! Hoy, tengo una historia muy especial para compartir con ustedes. Es una historia sobre el valor de la honestidad, la amistad y la bondad.»
Los niños se inclinaron hacia adelante en sus asientos, con los ojos bien abiertos de anticipación. Marga abrió el libro, y mientras comenzaba a leer, una suave luz dorada la rodeó. El aula parecía transformarse ante los ojos de los niños, y se encontraron transportados al encantador mundo de la historia.
En este mundo mágico, había una joven llamada Clara que vivía en una acogedora cabaña al borde de un bosque místico. Clara era valiente y curiosa, siempre deseosa de explorar las maravillas del bosque. Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró un camino oculto que la llevó a un hermoso jardín lleno de flores brillantes y cantos de pájaros.
En el centro del jardín, había una fuente antigua con una inscripción que decía: «Aquí yace el misterio del valor perdido.» Intrigada, Clara se acercó a la fuente y vio un destello de luz dentro del agua. Al tocar la fuente, una voz suave le habló: «Clara, tu corazón puro ha despertado este lugar. El valor perdido debe ser encontrado y restaurado. Debes emprender una aventura para encontrar los tres elementos del valor: la honestidad, la amistad y la bondad.»
Determina a ayudar, Clara aceptó la misión y se adentró más en el bosque. Su primer desafío fue encontrar la Honestidad. Caminando por un sendero empedrado, encontró una pequeña cabaña donde vivía un anciano sabio. El anciano le dijo que solo aquellos que eran completamente honestos podían ver el espejo mágico que reflejaba la verdad.
Clara decidió ayudar al anciano en su huerto, y mientras trabajaba, compartió con él todas sus experiencias y sentimientos, sin ocultar nada. Al final del día, el anciano le sonrió y le mostró el espejo mágico. Clara vio su reflejo y el espejo brilló, transformándose en el Primer Elemento del Valor: la Honestidad.
Con el primer elemento en su poder, Clara continuó su viaje para encontrar la Amistad. En el corazón del bosque, conoció a un grupo de animales que estaban peleando por un trozo de tierra. Clara, usando su amabilidad y comprensión, ayudó a los animales a resolver sus diferencias y a trabajar juntos. Los animales, agradecidos, le regalaron una piedra brillante que se convirtió en el Segundo Elemento del Valor: la Amistad.
El último desafío de Clara era encontrar la Bondad. Mientras caminaba hacia una montaña lejana, encontró a una joven llorando. La niña había perdido su camino y no podía encontrar a su familia. Clara, conmovida por su tristeza, decidió ayudarla. Juntas, superaron obstáculos y, finalmente, encontraron el hogar de la niña. La familia, agradecida, le dio a Clara una flor mágica que se transformó en el Tercer Elemento del Valor: la Bondad.
Con los tres elementos reunidos, Clara regresó a la fuente en el jardín. Colocó la Honestidad, la Amistad y la Bondad en la fuente, y una brillante luz dorada iluminó el cielo. El valor perdido fue restaurado, y el jardín se llenó de vida y color.
Mientras Marga narraba la historia, los niños podían ver las escenas desplegándose a su alrededor. Vieron cómo Clara enfrentaba desafíos y aprendía importantes lecciones de vida. Al terminar la historia, el aula volvió a la normalidad. Los niños estaban llenos de asombro y admiración, inspirados por las valientes acciones de Clara y las valiosas lecciones de la historia.
Marga sonrió a sus estudiantes y dijo: «Recuerden, queridos, que todos ustedes tienen el poder de ser honestos, amigos y bondadosos. Estos valores son los que hacen que el mundo sea un lugar mejor.»
Los niños aplaudieron y vitorearon, sintiéndose motivados por la historia de Clara y los valores que había aprendido. El aula de Marga no era solo un lugar de aprendizaje; era un lugar donde los sueños se hacían realidad y donde la magia de las historias podía transportar a cualquiera a tierras lejanas llenas de maravillas y aventuras.
Desde ese día, Marga continuó compartiendo sus historias mágicas con sus estudiantes, cada una más encantadora que la anterior. Los niños esperaban ansiosamente cada nuevo cuento, sabiendo que con Marga como su guía, podían viajar a los lugares más extraordinarios y descubrir la magia que residía en sus corazones.
Y así, en el pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores de colores, Marga y sus estudiantes vivieron felices, con sus días llenos de risas, aprendizaje y la infinita magia de las historias.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.