Cuentos de Valores

Meme y el Poder de las Manos Limpias: Una Aventura para Salvar la Comunidad y el Medio Ambiente

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

Era un día soleado en el tranquilo pueblo de Coloria, donde todos los habitantes eran amigos y disfrutaban de jugar juntos en el parque. En este pueblo vivían cinco amigos inseparables: Pepe, un niño curioso que siempre se hacía preguntas sobre el mundo; Meme, una niña creativa que adoraba pintar y hacer manualidades; Lala, una niña divertida que siempre contaba chistes; Lulu, una pequeña soñadora que amaba leer cuentos; y Didi, un perro muy juguetón que acompañaba a todos adonde fueran.

Un día, mientras jugaban en el parque, Lala decidió hacer una broma. “¡Chicos, necesito su ayuda! Hoy quiero aprender a hacer una torre con mis bloques para que Didi no la derribe, pero necesito unas manos limpias para que no se ensucie nada”, dijo con una sonrisa traviesa. Todos rieron y se acercaron a ella. Pepe, que siempre tenía ideas brillantes, propuso que antes de construir la torre, hicieran algo importante: ¡limpiar el parque! Meme, siempre entusiasmada, dijo que podía hacer carteles bonitos para que todos supieran la importancia de tener un lugar limpio.

Con la idea en la mente, los cinco amigos se pusieron manos a la obra. Didi corría de un lado a otro, feliz de ver a sus amigos tan activos. Pepe, con su natural curiosidad, observó cómo la basura se acumulaba detrás de los árboles y en los bancos. “¡Miren todos! Si no limpiamos esto, no solo se verá feo, sino que podría hacer daño a los animales y plantas de aquí”. Todos asintieron, entendiendo que su parque no solo era un lugar de juegos, sino también un hogar para muchas criaturas.

Meme tomó un papel grande y comenzó a dibujar un cartel que decía: “¡Vamos a limpiar el parque para que nuestros amigos se sientan bien!” Lala, siempre lista con sus chistes, añadió: “Y porque no queremos que el parque huela a calcetines viejos”. Todos se rieron. Mientras tanto, Lulu, con su amor por las historias, se les acercó y compartió una historia sobre un lugar donde la gente nunca tiraba basura. “El pueblo se llenó de flores y alegrías, y todos vivían felices. Pero si se olvida de cuidar el ambiente, se convierte en un lugar triste”, explicó.

Con el cartel en mano y la historia en sus corazones, los amigos se repartieron tareas. Pepe y Meme comenzaron a recoger los papeles que estaban tirados, mientras que Lala hacía reír a todos con sus chistes. Lulu se puso a contarles cómo cada acción que hacían impactaba en su entorno. Didi, feliz de estar en medio de tanta actividad, corría alrededor de ellos, como si quisiera ayudar.

Al principio, les costó un poco, ya que había más basura de la que esperaban. Pero a medida que trabajaban, se sentían más motivados. “¡Mira qué bonito está quedando!”, dijo Pepe entusiasmado, mientras levantaba un puñado de hojas secas y papeles. Meme miraba a su alrededor y daba ideas sobre cómo decorar el parque una vez que estuviera limpio. “Podríamos poner flores de colores”, sugirió. “Haría que todo se viera más alegre”.

Después de un rato de recoger basura, se dieron cuenta de que no solo estaban limpiando, sino también ayudando a la naturaleza. “Cada plástico que recogemos es un favor a los animales que viven aquí”, comentó Lulu. En ese momento, un pequeño pajarito se posó en una rama cercana y cantó una melodía dulce, como si agradeciera a los niños por su esfuerzo. “¡Miren! ¡El pajarito está feliz!” exclamó Meme.

Cuando terminaron de limpiar, se sentaron en un banco para descansar. El parque lucía radiante. “¡Hicimos un gran trabajo!”, dijo Lala, con una gran sonrisa. “Ya no huele a calcetines viejos”, agregó Pepe riendo. Sin embargo, de repente, notaron algo extraño. Un grupo de niños de otra calle se acercaba al parque, aparentemente listos para jugar, pero llevaban consigo un montón de globos y comida. “¿Y si traen más basura?” se preguntó Lala, un poco preocupada.

Meme tuvo una idea brillante. “¡Podemos enseñarles a limpiar también! Así, juntos podremos mantener este lugar bonito”, propuso. Los amigos estuvieron de acuerdo, y cuando los otros niños llegaron, Meme se acercó a ellos con una sonrisa. “¡Hola! Nos alegra que vengan a jugar, pero queremos que también sepan lo importante que es cuidar nuestro parque”.

Los nuevos niños se miraron entre ellos. Uno de ellos, un niño llamado Tico, que tenía una gorra roja y unas chispeantes ganas de jugar, respondió: “¿Cuidar? ¿Pero por qué es tan importante?”. Pepe, siempre lleno de curiosidad, se acercó y explicó: “Si cuidamos el parque, podemos jugar aquí por mucho más tiempo. Y es un hogar para muchos animales”.

Didi se acercó a Tico y movió su cola, como si estuviera diciendo: “¡Mira lo bonito que queda todo!”. Lala empezó a contar chistes sobre perros que hacían travesuras, y poco a poco, los otros niños se sintieron más cómodos. “Está bien, podemos ayudar. ¿Qué debemos hacer?”, preguntó Tico.

Pepe les mostró donde estaban las bolsas de basura y les explicó cómo debían separar los residuos. Meme, con su talento artístico, se ofreció para dibujar carteles que animaran a todos a cuidar el medio ambiente. “¡Serán muy coloridos y bonitos!”, prometió. Un grupo de ellos se puso a trabajar recogiendo basura, mientras Lala y Lulu contaban historias y hacían que los demás se rieran para hacer que la tarea fuera más divertida.

Poco a poco, los nuevos amigos trabajaban codo a codo con Pepe, Meme, Lala, Lulu y Didi. Todos estaban tan concentrados en limpiar que no se dieron cuenta de lo rápido que pasaba el tiempo. El sol comenzó a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. Cuando terminaron, el parque era un lugar espectacular: los caminos estaban limpios, los árboles parecían sonreír, y el canto de los pájaros se escuchaba más fuerte que nunca.

“¡Miren qué bonito ha quedado! ¡Casi parece un cuento de hadas!”, exclamó Lulu, con los ojos brillantes. Estaban tan orgullosos de su trabajo que decidieron hacer una fiesta para celebrar no solo su limpieza, sino también la nueva amistad que habían formado. Todos los niños del pueblo estaban invitados.

Al día siguiente, comenzaron a preparar la fiesta. Meme se encargó de dibujar decoraciones para el parque, Lala escribió chistes para entretener a todos, mientras que Pepe y Lulu organizaban juegos para que todos pudieran participar. Didi, siempre fiel, corría de un lado a otro, ayudando a animar a sus amigos.

Cuando llegó el día de la fiesta, el parque estaba vestido de colores, lleno de globos y risas. Había juegos, muchas sorpresas y hasta una competición de chistes que hizo que todos se rieran a carcajadas. Todo el mundo disfrutaba del aire fresco, lleno de vida, y nadie podía creer cuánto habían logrado juntos.

Al caer la tarde, todos los niños se reunieron en círculo. Pepe, con una gran sonrisa, dijo: “Hoy no solo hemos jugado, también hemos aprendido a cuidar nuestro parque y ser mejores amigos”. Todos acordaron que cuidar el medio ambiente era importante y decidieron hacer de eso una tradición. “Siempre que juguemos, nos aseguraremos de recoger al final”, agregó Tico, recordando su primera visita al parque.

El amor y la alegría llenaban el aire y desde aquel día, el parque no solo fue el lugar donde jugaron, sino también un símbolo de unidad, amistad, y responsabilidad. Pepe, Meme, Lala, Lulu, Didi, y todos los nuevos amigos comenzaron a pasar tiempo juntos, no solo en juegos, sino también ayudando y cuidando de su comunidad.

La historia de su gran aventura sanitaria se convirtió en un recuerdo especial que siempre contaban a nuevos amigos. Aprendieron que el poder de manos limpias podía hacer cosas sorprendentes, y que cada acción, ya sea grande o pequeña, podría marcar la diferencia. Así, el parque en Coloria se mantuvo brillante, lleno de risas, amistad y un maravilloso amor por la naturaleza.

Y así, antes de acostarse, Meme miró a todos y dijo: “Cada pequeño esfuerzo cuenta, ¡porque juntos podemos hacer del mundo un lugar mejor!” Al final, todos se fueron a dormir con una sonrisa en sus rostros, sabiendo que cada día podía ser una nueva aventura para cuidar su hogar.

Desde entonces, siempre recordaron la importancia de la limpieza, la amistad, y sobre todo, el valor de cuidar lo que amaban.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario