Cuentos de Valores

Un Encuentro Inesperado en el Parque se Convierte en el Secreto de las Niñas y los Perritos Moka y Rock

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un soleado día en el parque, el lugar favorito de tres amigas, Mia, Jessy y Moka. Aquel día, las tres estaban muy emocionadas porque habían planeado un picnic especial para celebrar la llegada de la primavera. Cada una aportaría algo delicioso y divertido. Mia había traído sándwiches de mermelada, Jessy unas galletas de chocolate, y Moka, la más creativa de todas, había preparado un zumo de frutas frescas.

Moka, que era una perrita de pelaje suave y marrón, era el alma del grupo. Siempre hacía reír a sus amigas con sus travesuras. Rock, el perrito de Jessy, también estaba listo para un día lleno de aventura. Rock era un perrito juguetón con mucho amor por los juegos al aire libre.

Mientras las niñas extendían su manta en el suelo y desempaquetaban sus deliciosos manjares, Moka comenzó a dar vueltas, moviendo su cola sin parar, como si supiera que algo especial iba a suceder. De repente, un perrito desconocido se acercó. Era un pequeño perro blanco que parecía perdido y asustado. Las niñas lo miraron con curiosidad.

—¡Mira, es un perrito! —exclamó Jessy emocionada—. ¡Pobrecito, se ve tan solito!

Mia se acercó al perrito con cuidado. —Hola, pequeño. ¿Te has perdido? —dijo con voz suave.

El perrito movió la cola y ladró suavemente, como si comprendiera que las niñas solo querían ayudar. Moka y Rock comenzaron a jugar con él, saltando y correteando alrededor de él, lo que le dio confianza al perrito.

—Deberíamos llevarlo a casa con nosotras, —sugirió Mia—. Tal vez tenga dueño que lo esté buscando.

—¡Sí! Pero antes, ¡tenemos que darle un nombre! —dijo Jessy, emocionada—. ¿Qué tal si lo llamamos Nube?

Moka ladró alegremente, como si estuviera de acuerdo. Así que las cuatro se quedaron jugando en el parque mientras Moka, Rock, Mia y Jessy se aseguraban de que Nube se sintiera parte del grupo. Comieron sus sándwiches, compartieron galletas con Moka y Rock, y Nube estaba feliz, moviendo su cola con energía mientras participaba en la diversión.

Después de un rato, las niñas decidieron que era hora de buscar el dueño de Nube. Con atención, observaron a su alrededor y vieron a un hombre mayor que paseaba con varios perritos. Decidieron acercarse.

—Disculpe, señor —dijo Jessy—. ¿Está buscando a este perrito? Se llama Nube.

El hombre se agachó y miró al perrito con ternura. —¡Nube! ¡Te estaba buscando! —exclamó con gran alegría—. Me alegra saber que estás bien.

Nube corrió hacia él y saltó, moviendo su cola como si no hubiera un mañana. Las niñas sonrieron al verlo tan feliz, pero en el fondo sentían un pequeño nudo en el corazón al perder a un nuevo amigo.

—Pueden jugar con él en el parque siempre que quieran —dijo el hombre sonriente—. Estoy seguro de que a Nube le encantaría que sus nuevas amigas vinieran a visitarlo.

Las niñas no podían creerlo. ¡Tendrían un nuevo amigo y podrían verlo siempre que quisieran! Pero el hombre se despide, y Nube lo siguió con alegría. Las niñas, aunque estaban un poco tristes, sabían que Nube había retornado a su hogar. Decidieron que al día siguiente irían a buscarlo.

Al día siguiente, Mia, Jessy y Moka llegaron al parque ansiosas por ver a Nube. Mientras caminaban, vieron que corría hacia ellas, saltando y ladrando felizmente. Rock, que era el más juguetón, se unió a la diversión y los cuatro amigos comenzaron a jugar juntos.

El tiempo pasó rápidamente y, mientras corrían y jugaban, el hombre que había llevado a Nube se acercó nuevamente. Esta vez, traía una sorpresa.

—He pensado que Nube necesita una casa más grande para jugar con sus nuevos amigos. —dijo el hombre—. Así que quiero pedirles un favor.

Las niñas miraron al hombre con curiosidad. —¿Qué favor? —preguntó Mia.

—Quiero que me ayuden a construir un pequeño parque para perros donde Nube y todos sus amigos puedan jugar juntos de manera segura.

Las tres amigas se miraron entre sí, y luego Moka ladró, como si estuviera muy emocionada con la idea. Así que, con una gran sonrisa, aceptaron la propuesta.

Durante varias semanas, las niñas, junto con Nube y Rock, trabajaron duro con el hombre para construir el parque. Limpiaban, recogían ramas y ayudaban a plantar flores. Durante esas tardes, aprendieron la importancia de la colaboración, la amabilidad y cómo trabajar en equipo. Cada vez que terminaban una parte, se sentían más orgullosas de lo que estaban construyendo.

Finalmente, el gran día llegó. El parque para perros estaba listo y todas las niñas estaban emocionadas. Organizaron un evento inaugural donde invitaron a otros perros y sus dueños. Había juegos, premios y mucha comida.

Cuando Nube y Rock corrieron felices por el campo lleno de juegos, Brazo, el hombre mayor, observó con una sonrisa de satisfacción, sabiendo que había hecho algo maravilloso para esos pequeños perritos y sus dueñas. Era un día de alegría.

Al final del día, las niñas se sentaron en el parque, cansadas pero felices. Había algo impresionante al ver a sus amigos corriendo felices, jugando sin parar. En ese momento, Mia, Jessy y Moka comprendieron que el trabajo en equipo y la amistad son valores importantes. Habían podido crear algo que no solo les trajera alegría a ellas, sino también a otros.

—Siempre aprenderemos a compartir con los demás —dijo Jessy, mirando a Nube y Rock que jugaban—. Esta ha sido la mejor aventura.

—Sí —asintió Mia—. Y siempre deberíamos ayudar a quien lo necesite, así como encontramos a Nube.

Moka ladró, como si estuviera completamente de acuerdo, mientras hacía una pirueta. El melódico ladrido cerraba un día lleno de amistad, amor y aprendizaje.

Y así, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, las niñas supieron que el valor de la amistad es uno de los secretos más bellos que se puede llevar en el corazón. Con la calidez de Nube, Rock y Moka a su lado, se sintieron felices, listas para nuevas aventuras y para compartir el amor siempre.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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