Virtud y Vicio en el Bosque Mágico

Había una vez, en un bosque mágico lleno de colores y alegría, dos amiguitos llamados Virtud y Vicio. Virtud era una niña alegre y bondadosa con ojos brillantes que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Vicio, en cambio, era un niño travieso y curioso que a menudo se metía en problemas por sus travesuras.

Un día, Virtud y Vicio decidieron explorar el bosque juntos. Virtud llevaba una cesta para recoger flores y ayudar a los animalitos, mientras que Vicio llevaba una lupa para mirar de cerca los insectos y buscar ranas. Mientras caminaban, se encontraron con una mariposa hermosa que volaba suavemente entre las flores.

«¡Mira, Vicio! Qué bonita mariposa», dijo Virtud, extendiendo la mano con cuidado para que la mariposa se posara en ella. «Es importante ser amable y cuidadoso con todos los seres vivos.»

Vicio observó la mariposa con curiosidad, pero pronto se distrajo con una rana que saltaba cerca del estanque. «¡Una rana! Vamos a ver si podemos hacerla saltar más alto», dijo Vicio con entusiasmo, persiguiendo a la rana. Virtud lo siguió, pero no quería asustar a la rana.

«Vicio, debemos tratar a los animales con respeto», dijo Virtud suavemente. «Si la asustamos, no será feliz.»

Vicio se detuvo y miró a Virtud. «¿De verdad crees que es tan importante? Solo quiero divertirme», dijo con una sonrisa traviesa.

Virtud asintió. «Sí, Vicio. Ser amable y respetuoso con los demás nos hace felices a todos. La felicidad no se trata solo de divertirnos, sino de hacer que todos se sientan bien.»

Continuaron su paseo y se encontraron con un pajarito que parecía estar herido. Virtud se acercó con cuidado y vio que tenía una alita lastimada. «Oh, pobrecito. Vamos a ayudarte», dijo Virtud, sacando un pequeño vendaje de su cesta.

Vicio miró al pajarito y luego a Virtud. «¿Qué estás haciendo?», preguntó.

«Estoy ayudando al pajarito a sanar. Así podrá volar de nuevo y ser feliz», explicó Virtud mientras vendaba la alita del pajarito.

Vicio observó con interés. «¿Crees que ayudar a los demás nos hace felices?», preguntó.

«Sí, Vicio. Cuando hacemos cosas buenas por los demás, nos sentimos bien por dentro. Es una forma de encontrar la verdadera felicidad», respondió Virtud con una sonrisa.

Siguieron caminando hasta que llegaron a un claro del bosque donde había muchos animalitos jugando. Los animalitos se acercaron a Virtud y Vicio, agradecidos por su amabilidad. Virtud les ofreció algunas flores y frutas de su cesta, mientras que Vicio se unió a los juegos, tratando de no ser demasiado travieso.

«Virtud, creo que tienes razón», dijo Vicio después de un rato. «Me siento feliz cuando hago cosas buenas y juego sin causar problemas.»

Virtud sonrió y asintió. «Lo ves, Vicio. La verdadera felicidad viene de ser buenos y amables con los demás.»

Pasaron el día jugando y ayudando a los animalitos del bosque. Cuando el sol comenzó a ponerse, Virtud y Vicio regresaron a casa, cansados pero muy contentos. Virtud sabía que había enseñado a su amigo una lección importante sobre la bondad y el respeto.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Vicio se acercó a Virtud y le dijo: «Gracias, Virtud. Hoy aprendí que ser amable y respetuoso es mucho más divertido y nos hace más felices.»

Virtud lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. «Me alegra que lo entiendas, Vicio. Siempre podemos ser felices si hacemos cosas buenas por los demás.»

Y así, Virtud y Vicio siguieron explorando el bosque mágico, aprendiendo y creciendo juntos, siempre recordando que la verdadera felicidad se encuentra en la bondad y el respeto hacia los demás.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.