Cuentos de Amistad

Camila y la selección especial para la escolta del kinder

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una mañana soleada en el jardín de niños, y todos los niños estaban muy emocionados. Hoy era un día especial porque la maestra había anunciado que elegirían a los nuevos miembros de la escolta. Camila, una niña de cabello rizado y ojos brillantes, soñaba con ser parte de la escolta. Miraba a sus amigos, los alumnos, y les decía con entusiasmo: “¡Quiero ser la bandera! ¡Voy a ensayar hasta que me salga perfecto!”.

Sus amigos eran dos chicos llamados Tomás y Lucía. Tomás era alto y siempre estaba dispuesto a ayudar. Lucía, por su parte, era muy creativa y siempre tenía ideas divertidas. Estos tres amigos pasaban mucho tiempo juntos, y la amistad que compartían era muy especial.

La maestra, que era dulce y siempre motivaba a los niños, se acercó a ellos y les dijo: «Recuerden que lo más importante no es solo ser parte de la escolta, sino trabajar en equipo y ayudarse unos a otros. La amistad es nuestro mayor tesoro». Camila asintió, pero sentía que quería ser la más destacada y dar lo mejor de sí misma.

Así que, ese día, al salir del colegio, Camila decidió practicar en el parque. Hizo un pequeño ensayo, tratando de marchar al mismo ritmo que había visto en un video. Sin embargo, mientras hacía su práctica, se dio cuenta de que al avanzar demasiado rápido, su pie tropezó con una piedra, y se cayó al suelo. A su alrededor, había algunos niños que se rieron un poco, y eso la hizo sentir un poco triste. En ese momento, Tomás y Lucía llegaron corriendo.

“¡Camila, estás bien!”, preguntó Tomás preocupado, mientras Lucía le ayudaba a levantarse. «No te preocupes, todos tenemos tropiezos a veces», añadió Lucía con una sonrisa. “¡Sí, lo sé!”, respondió Camila, algo confundida. “Pero quiero ser la mejor, y con esto no estoy segura”.

Tomás, sin dudarlo, le dijo: «No importa si no eres la mejor en todo. Lo importante es que estamos aquí para ayudarte. ¿Qué tal si practicamos juntos? Así podremos ayudarnos a mejorar». Con esa idea, los tres amigos se pusieron a practicar juntos. Camila se sintió más feliz y menos nerviosa.

Al día siguiente, los niños del jardín de niños se reunieron en el aula para preparar una presentación sobre la importancia de la selección y el trabajo en equipo. La maestra les explicó que ser parte de la escolta no solo significaba marchar bien, sino también saber colaborar y apoyarse mutuamente. «Quiero que cada uno de ustedes comparta algo que valoren en sus amigos», dijo la maestra.

Tomás fue el primero en hablar: “Valoro que siempre me ayudan con mis dibujos”. Lucía dijo: “Valoro que siempre me hace reír cuando estoy triste”. Cuando llegó el turno de Camila, ella se sintió un poco nerviosa, pero finalmente dijo: “Valoro que somos un equipo y que juntos podemos hacer cosas geniales”.

En ese momento, llegó la directora al aula. Era una mujer alta y con una gran sonrisa que siempre estaba atenta a los niños. Ella escuchó lo que los pequeños estaban compartiendo y dijo: “¡Qué bonito escucharles! Lo más importante de ser parte de un grupo, como la escolta, es que cada uno aporta algo especial. Así que recuerden, sean quienes sean, lo que hagan, siempre contará, siempre contribuirá”.

La directora sugirió que los niños harían un juego para que todos se conocieran mejor. Propuso un juego en el que cada uno decía su nombre y algo que le gustara hacer. De este modo, todos los niños podrían verse como un grupo y no como individuos compitiendo entre sí. Uno a uno fueron compartiendo, y se sentía el ambiente de alegría entre ellos.

Finalmente llegó el día de la selección. Camila se despertó con mariposas en el estómago. A medida que avanzaba el día, estaba un poco nerviosa, pero recordaba las palabras de sus amigos. Al llegar a la escuela, se sintió más tranquila. Sabía que se podía divertir, independientemente de si era elegida o no.

La maestra organizó a los niños y, al invitarlos a pasar uno por uno al frente, comentó: “Hoy no solo verán quién es parte de la escolta, sino también cómo todos han trabajado unidos y aportado su granito de arena”. Cuando llegó el turno de Camila, se sintió más confiada. Hizo su mejor esfuerzo al marchar, y mientras lo hacía, vio a sus amigos animándola desde el público. Su corazón se llenó de alegría.

Después de que cada uno de ellos se presentó, la maestra dio los resultados. “Quiero felicitar a todos por su esfuerzo y sus aportes. Ser parte de la escolta es un honor, y hoy, después de ver sus ensayos y escucharles, hemos decidido que Camila, Tomás y Lucía serán parte de la escolta este año. Pero lo más importante es que todos ustedes son un gran equipo”.

Camila, Tomás y Lucía se miraron emocionados y se abrazaron. Todos los niños aplaudieron y celebraron, y en ese momento, Camila comprendió que lo que realmente importaba no era ser la mejor, sino poder compartir esos momentos con sus amigos. Esa es la esencia de la amistad: apoyarse mutuamente, celebrar juntos y aprender unos de otros.

Y así, en el jardín de niños, los amigos aprendieron que aunque cada uno era especial a su manera, juntos formaban un equipo extraordinario que siempre se ayudaría, sin importar las circunstancias. La amistad es un regalo que siempre brilla, y sería su mejor bandera.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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