Un rayo de sol entra por la ventana para despertar a una niña risueña que se revuelve entre las sábanas. Sus rizos dorados brillan bajo la luz del sol, pero hoy no abre los ojos. Se da la vuelta y sigue durmiendo, abrazando su osito de peluche. Mientras sueña, un mundo mágico se despliega ante ella.
En su sueño, la niña ve una mariquita caminando por una hoja, pasito a pasito. La mariquita avanza con cuidado, explorando el verdor del jardín. Justo en el borde de la hoja, la mariquita se asoma y observa una hermosa flor. Es una flor tan hermosa que parece sacada de un cuento de hadas. El aroma le llega hasta su naricilla y huele fenomenal. Pero, de repente, la mariquita estornuda. «¡Achís, achís!» El estornudo la hace perder el equilibrio y dar vueltas en el aire.
Después de unos segundos de caída libre, la mariquita aterriza en algo suave y delicado. «¿Será algodón de color rosa? ¿O una nube que ha bajado desde el cielo para que no me hiciera daño al caer?» se pregunta la mariquita mientras se pone de pie y sacude sus alitas. Pero no es ni una nube ni algodón. Es un pétalo de esa preciosa flor que había visto antes. El pétalo es tan suave como el terciopelo y brilla bajo el sol.
«¿Cómo pude pensar eso? ¡Qué ilusa! Es la flor,» dice la mariquita riéndose. «Nunca vi nada igual.»
De repente, una voz pequeña y refunfuñante se escucha cerca. «¿Qué pasa, qué haces aquí?» pregunta un pulgón, mirándola con desaprobación. El pulgón es verde y pequeño, con una expresión de molestia en su rostro.
«Tranquilo, no vine a quedarme. Sólo me caí,» responde la mariquita, intentando calmar al pulgón.
«Has invadido mi casa y me has despertado. Tendrás que pedirme perdón,» insiste el pulgón, frunciendo el ceño.
«Perdone usted, señor pulgón, no era mi intención. Aunque pensándolo bien, no creo que las flores tengan dueño. No es para que te pongas así,» responde la mariquita con calma, tratando de razonar con el pulgón.
«Tal vez no o tal vez sí,» dice el pulgón, cruzando los brazos. «Pero yo estaba aquí primero.»
La mariquita, que es muy amistosa, decide cambiar de tema para aliviar la tensión. «Mi nombre es Mariquita. ¿Cuál es el tuyo?»
«Soy Pulgón,» responde el pequeño insecto, aún desconfiado.
Mientras los dos pequeños insectos conversan, la niña en su sueño se encuentra con una escena encantadora. Su mamá está en el jardín, cuidando de las flores. La mamá es amorosa y siempre está sonriendo, cuidando cada planta con dedicación. La niña se acerca a su mamá y le cuenta sobre la mariquita y el pulgón que ha visto en su sueño.
«Es importante ser amable y hacer amigos, incluso cuando no estamos de acuerdo,» le dice su mamá, acariciando su cabello.
La niña asiente, comprendiendo la sabiduría de las palabras de su mamá. Decide regresar al sueño para ver cómo se desarrolla la historia entre la mariquita y el pulgón.
En el jardín del sueño, Mariquita y Pulgón continúan conversando. La mariquita le cuenta al pulgón sobre sus aventuras y los lugares que ha visitado. Poco a poco, el pulgón empieza a relajarse y a interesarse en las historias de Mariquita.
«¿De verdad has visto un estanque con nenúfares gigantes?» pregunta el pulgón, con los ojos muy abiertos.
«Sí, y también vi una rana que tocaba el violín,» responde Mariquita, sonriendo. «El mundo está lleno de cosas maravillosas si te tomas el tiempo de explorarlo.»
Pulgón empieza a darse cuenta de que quizá ha sido demasiado territorial. «Tal vez podrías enseñarme algunas de esas maravillas,» dice, tímidamente.
«¡Claro! Podemos explorar juntos,» responde Mariquita, emocionada por la idea de tener un nuevo amigo.
La niña, observando todo desde su sueño, sonríe. Sabe que ha aprendido una lección importante sobre la amistad y la cooperación. En su corazón, desea que Mariquita y Pulgón se conviertan en grandes amigos y que juntos descubran todas las maravillas del jardín.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.