Era un día soleado en la secundaria de Canterlot. Los estudiantes salían de sus clases ansiosos por disfrutar la tarde. Entre ellos, Jhoan, un chico de cabello castaño corto y ojos verdes, buscaba a su amiga Celeste. Celeste era una chica de cabello largo y rubio, con ojos azules que brillaban siempre con alegría. Jhoan había pensado invitarla al parque de diversiones, pues sabía que a Celeste le encantaban las montañas rusas y los algodones de azúcar.
Jhoan encontró a Celeste cerca de la salida de la escuela y se acercó a ella con una sonrisa. «Hola, Celeste. ¿Te gustaría ir al parque de diversiones esta tarde?», le preguntó con entusiasmo.
Celeste, con una sonrisa nerviosa, respondió rápidamente: «Lo siento, Jhoan, pero ya tengo otros planes. ¡Nos vemos luego!» Y antes de que Jhoan pudiera decir algo más, Celeste se subió a su motocicleta, una reluciente moto roja, y se alejó a toda velocidad.
Un poco confundido y algo triste, Jhoan decidió que iría solo al parque de diversiones. No quería dejar que la oportunidad de disfrutar de las montañas rusas y los juegos se desvaneciera. Al salir de la escuela, vio a Celeste nuevamente, pero esta vez no estaba sola. Iba acompañada de Iker, un chico de cabello rizado y negro, y ojos marrones. Los dos se veían muy felices mientras iban de camino.
Jhoan se sintió muy triste. No entendía por qué sus amigos no lo habían invitado. Caminó lentamente hacia el parque, intentando no dejar que su tristeza arruinara su día. Al llegar, vio a muchas familias y amigos disfrutando juntos. Los colores brillantes de las atracciones y el sonido de la risa llenaban el aire.
Decidido a disfrutar del día, Jhoan se subió a la montaña rusa y sintió la adrenalina correr por sus venas mientras el coche subía y bajaba a gran velocidad. Después de un par de vueltas, decidió probar suerte en los juegos de feria. Aunque ganó algunos premios pequeños, no podía evitar pensar en sus amigos y preguntarse por qué lo habían dejado fuera de sus planes.
Caminando por el parque, Jhoan se encontró con Hellen, una chica de cabello corto y rojo, con pecas en la cara. Hellen era conocida por su espíritu aventurero y su risa contagiosa. «¡Hola, Jhoan!», saludó Hellen con entusiasmo. «¿Qué haces aquí solo?»
«Hola, Hellen. Vine a disfrutar del parque, pero me siento un poco solo. Celeste y Iker tenían otros planes y no me invitaron», respondió Jhoan con tristeza.
Hellen le dio una palmada en la espalda y le sonrió. «No te preocupes, Jhoan. ¡Vamos a divertirnos juntos! Hay muchas cosas por hacer aquí.»
Jhoan se sintió un poco mejor y decidió seguir a Hellen. Juntos disfrutaron de más atracciones, comieron algodón de azúcar y se rieron hasta que les dolieron las mejillas. Mientras caminaban hacia la rueda de la fortuna, se encontraron con Santiago, un chico de cabello oscuro y lacio, que llevaba gafas. Santiago era conocido por su inteligencia y su amabilidad.
«¡Hola, chicos! ¿Qué tal?», saludó Santiago con una sonrisa.
«¡Hola, Santiago! Estamos disfrutando del parque. ¿Te unes a nosotros?», invitó Hellen.
«Claro, suena divertido», respondió Santiago.
Los tres amigos se subieron a la rueda de la fortuna y desde lo alto, Jhoan pudo ver todo el parque. Los colores, las luces y la gente disfrutando lo hicieron sentir un poco mejor. Sin embargo, no podía evitar pensar en Celeste e Iker. Bajaron de la rueda y decidieron ir a la zona de juegos de agua. Se empaparon jugando en las fuentes y riendo a carcajadas.
Mientras caminaban por el parque, Jhoan vio a Celeste e Iker acercarse. Ambos llevaban una sonrisa cómplice. «¡Jhoan, Hellen, Santiago! ¿Qué tal la están pasando?», preguntó Celeste.
«Estamos divirtiéndonos mucho», respondió Jhoan, aunque en el fondo seguía sintiéndose un poco herido por no haber sido invitado.
Celeste e Iker intercambiaron una mirada y asintieron. «Jhoan, tenemos algo para ti. Ven con nosotros», dijo Iker.
Confundido, Jhoan siguió a sus amigos. Llegaron a una zona del parque que estaba decorada con globos y pancartas. De repente, todos sus amigos y familiares aparecieron de detrás de una gran estructura, gritando: «¡Feliz cumpleaños, Jhoan!»
Jhoan se quedó sin palabras. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al ver a todos reunidos para celebrar su cumpleaños. Celeste, Iker, Hellen y Santiago lo rodearon, sonriendo y riendo. «Queríamos darte una sorpresa», dijo Celeste. «Esperamos que te haya gustado.»
«¡Me encanta! No tenía idea de que estaban planeando todo esto. ¡Gracias a todos!», exclamó Jhoan, abrazando a sus amigos.
La fiesta de cumpleaños fue inolvidable. Hubo juegos, música, y una enorme torta de chocolate, el sabor favorito de Jhoan. Todos se divirtieron y Jhoan se sintió increíblemente afortunado de tener amigos tan maravillosos.
A medida que la fiesta llegaba a su fin y las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, Jhoan se sentó junto a sus amigos y reflexionó sobre el día. «Hoy aprendí algo importante», dijo. «A veces, las cosas no son lo que parecen. Me sentí triste y solo, pero en realidad, todos ustedes estaban planeando algo especial para mí. Gracias por ser mis amigos.»
Celeste sonrió y le dio un abrazo. «Siempre estaremos aquí para ti, Jhoan. La amistad es lo más valioso que tenemos.»
Y así, con el corazón lleno de alegría y gratitud, Jhoan supo que nunca estaría solo mientras tuviera a sus amigos a su lado. Aprendió que la amistad verdadera es capaz de superar cualquier malentendido y que siempre hay sorpresas maravillosas esperando detrás de cada esquina.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.