Era un día soleado y Jhoan se despertó con una sonrisa en el rostro. «Hoy es un día maravilloso», pensó mientras se estiraba y saltaba de la cama. Decidido a aprovechar al máximo el día, Jhoan se vistió rápidamente y salió al jardín. Al salir, comenzó a cantar una alegre canción que había inventado en ese mismo momento.
«Mira el sol brillando, el día está empezando, vamos todos a jugar, un gran día vamos a disfrutar». Cantaba Jhoan con entusiasmo. Sus amigos Iker, Mateo, Hellen y Celeste lo escucharon y pronto se unieron a él en el jardín.
Iker, el más travieso del grupo, llegó corriendo con una gran sonrisa. «¡Qué bien cantas, Jhoan! Hoy va a ser un día genial», dijo mientras daba una vuelta rápida a su alrededor. Mateo, con sus gafas y siempre curioso, llevaba un libro bajo el brazo y sonreía tímidamente. Hellen, con su cabello rizado y lleno de energía, estaba emocionada por unirse a la diversión. Celeste, con su largo cabello rubio, llegó con una flor en la mano, disfrutando del hermoso día.
Juntos, los amigos comenzaron a jugar y a correr por el jardín, riendo y disfrutando del sol. De repente, Jhoan sintió una salpicadura de agua fría caer sobre su cabeza. Sorprendido y empapado, miró hacia arriba y vio una nube pequeña y oscura justo encima de él. Jhoan estaba seguro de que esto era obra de Iker, siempre lleno de bromas.
«Iker, ¡esto no es gracioso!» exclamó Jhoan, tratando de secarse. Pero antes de que Iker pudiera responder, Hellen apareció riendo y sosteniendo un cubo vacío.
«¡Fui yo, Jhoan! Quería hacer una pequeña broma», dijo Hellen, todavía riendo. Jhoan, al principio molesto, no pudo evitar reírse también. La risa de Hellen era contagiosa y pronto todos estaban riendo juntos.
Justo en ese momento, un cartero apareció en la entrada del jardín y entregó un paquete a Jhoan. Extrañado, Jhoan tomó el paquete y lo abrió con curiosidad. Dentro, encontró un libro antiguo con una tapa desgastada. En la primera página, había una inscripción que decía: «El Elemento de la Armonía más poderoso es la empatía. Solo a través de ella se puede lanzar una luz curativa».
Intrigado, Jhoan comenzó a leer en voz alta. «De uno a otro, de otro a uno, la marca del destino de alguien sólo a ese alguien corresponde». Mientras leía, una luz brillante envolvió a sus amigos. Cuando la luz se desvaneció, se dieron cuenta de que habían intercambiado cuerpos. Jhoan seguía siendo él mismo, pero sus amigos estaban confundidos, mirándose unos a otros con asombro.
«¿Qué ha pasado?» preguntó Celeste, ahora en el cuerpo de Iker. «¡Esto es increíble!» exclamó Mateo, en el cuerpo de Hellen. Jhoan, a pesar de estar confundido, recordó las palabras del libro.
«Tenemos que trabajar juntos y encontrar la manera de revertir esto», dijo Jhoan, tratando de mantener la calma. «El libro dice que la empatía es la clave. Si entendemos cómo se sienten los demás, podremos encontrar una solución».
Los amigos se sentaron en círculo y comenzaron a compartir sus sentimientos y experiencias. Hellen, ahora en el cuerpo de Mateo, habló sobre lo difícil que era a veces ser tan curiosa y querer aprender todo el tiempo. Celeste, en el cuerpo de Iker, expresó lo divertido que era hacer bromas, pero también lo solitario que podía sentirse cuando los demás no las entendían. Mateo, en el cuerpo de Hellen, se dio cuenta de lo importante que era la energía y la alegría que Hellen aportaba al grupo.
Mientras hablaban, una sensación de comprensión y empatía comenzó a crecer entre ellos. Jhoan recordó el libro y buscó más pistas. En una de las páginas, encontró una referencia a una canción mágica que debía ser cantada en armonía. Juntos, comenzaron a cantar, sus voces se unieron en una melodía hermosa y poderosa.
Al terminar la canción, se dieron un gran abrazo grupal. Una luz brillante los envolvió de nuevo y, cuando se desvaneció, estaban de regreso en sus propios cuerpos. Todos se miraron aliviados y agradecidos.
«¡Lo logramos!» exclamó Jhoan. «La empatía realmente es poderosa». Sus amigos asintieron, agradecidos por la experiencia y por la nueva comprensión que tenían entre ellos.
Decididos a nunca olvidar lo que habían aprendido, corrieron a la biblioteca del pueblo para anotar la cura en el libro de hechizos, asegurándose de que otros pudieran beneficiarse de su descubrimiento. Mientras escribían, la estrella del Elemento de la Magia comenzó a brillar intensamente, iluminando el libro y sus corazones.
Desde ese día, Jhoan, Iker, Mateo, Hellen y Celeste se volvieron inseparables, sabiendo que la amistad y la empatía eran las herramientas más poderosas que tenían. Y así, el día que comenzó como un simple día maravilloso, se convirtió en un día que nunca olvidarían, lleno de magia, amistad y lecciones importantes sobre el verdadero valor de comprender y cuidar a los demás.
Y colorín colorado, este cuento ha terminado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.