En una pequeña ciudad llena de árboles de colores, se celebraba el tan esperado Baile de Otoño. Era una tradición en la que todos los niños del vecindario se reunían para disfrutar de una noche de música, baile y diversión. Este año, el salón de la escuela estaba decorado con hojas doradas, luces brillantes y calabazas sonrientes.
Cinco amigos muy especiales estaban emocionados por el baile: Jhoan, Mateo, Celeste, Hellen y Dulce María. Cada uno de ellos tenía su propio estilo y personalidad, pero todos compartían el amor por la música y el baile.
Jhoan era un chico de cabello rizado y una gran sonrisa. Siempre llevaba puesta su camiseta roja favorita. Mateo, por otro lado, tenía el cabello liso y oscuro, y prefería vestir una cómoda sudadera verde. Celeste, con su cabello largo y rubio, llevaba un hermoso vestido azul que combinaba con sus ojos brillantes. Hellen, con su cabello castaño en coletas, lucía una falda rosa que giraba con cada paso. Finalmente, Dulce María, con su cabello rizado y gafas, siempre estaba lista para animar a sus amigos con su entusiasmo.
La noche del baile llegó, y el salón estaba lleno de risas y música. Mientras continuaba el Baile de Otoño, comenzó a sonar una canción country-western que Jhoan había solicitado antes. Jhoan, con gran entusiasmo, invitó a Celeste a unirse a él en la pista de baile. «¡Vamos, Celeste! Esta es nuestra canción. ¡Vamos a mostrarles lo que podemos hacer!»
Celeste aceptó con una sonrisa, y juntos comenzaron a bailar sincronizados, moviéndose al ritmo alegre de la música. Sus pasos eran precisos y llenos de energía, lo que atrajo la atención de todos los presentes. Los demás niños los miraban maravillados, aplaudiendo al compás de la música.
Mateo, al ver el baile de Jhoan y Celeste, lo interpretó como un reto. No quería quedarse atrás, así que decidió mostrar sus propias habilidades. «¡Hellen, ven conmigo! Vamos a hacer un break dance que nunca olvidarán», dijo Mateo con determinación.
Hellen, siempre lista para una nueva aventura, aceptó la invitación de Mateo. Juntos se dirigieron a la pista de baile y comenzaron a moverse con impresionantes pasos de break dance al ritmo de una música de hip hop. Mateo giraba y saltaba, mientras Hellen hacía movimientos ágiles y precisos. La competencia entre ambos grupos de baile se volvía cada vez más intensa.
A medida que los bailes se tornaban más agresivos, Jhoan y Mateo se dejaron llevar por la competencia. Ambos querían demostrar que eran los mejores, y poco a poco, Celeste y Hellen se fueron separando de ellos, sintiéndose incómodas con la situación. La amistad parecía estar en peligro por la rivalidad.
Fue entonces cuando Celeste tuvo una idea brillante. «Hellen, en lugar de competir, ¿por qué no hacemos nuestro propio baile? Algo divertido y lleno de alegría, sin importar quién gane.»
Hellen estuvo de acuerdo de inmediato. «¡Me parece una excelente idea, Celeste! Vamos a mostrarles cómo se divierte de verdad.»
Celeste y Hellen comenzaron su propia rutina de baile, una mezcla de estilos que combinaba la gracia de Celeste con la energía de Hellen. Sus movimientos eran coordinados y llenos de diversión, y pronto captaron la atención de todos los presentes. La sala se llenó de aplausos y vítores mientras las dos amigas bailaban con una sonrisa en el rostro.
Dulce María, que estaba observando todo desde el borde de la pista, se sintió inspirada por la actitud positiva de Celeste y Hellen. Decidió premiar su esfuerzo y espíritu de equipo. «¡Tengo una sorpresa para ustedes!» dijo con una gran sonrisa, sosteniendo un pequeño trofeo brillante. «Este trofeo es para Celeste y Hellen, por mostrar el verdadero significado de la amistad y la diversión.»
Jhoan y Mateo, aunque al principio se sintieron decepcionados por no haber ganado, rápidamente se dieron cuenta de la lección importante que sus amigas les habían enseñado. Se acercaron a Celeste y Hellen con una sonrisa sincera y las felicitaron. «¡Felicidades, chicas! Han hecho un trabajo increíble», dijo Jhoan, admirando el trofeo.
Mateo, con una mirada decidida, añadió: «La próxima vez, prometo que no me dejaré llevar por la competencia. ¡Quiero una revancha, pero esta vez, todos juntos como un equipo!»
Celeste y Hellen sonrieron, felices de que sus amigos hubieran comprendido la importancia de la amistad y el trabajo en equipo. «¡Claro que sí, Mateo! La próxima vez, bailaremos juntos y nos divertiremos sin importar quién gane», respondió Celeste.
La noche continuó llena de risas, bailes y juegos. Jhoan, Mateo, Celeste, Hellen y Dulce María disfrutaron de cada momento, sabiendo que su amistad era más valiosa que cualquier trofeo. Aprendieron que la verdadera victoria estaba en la diversión compartida y el apoyo mutuo.
Y así, el Gran Baile de Otoño se convirtió en una noche inolvidable para los cinco amigos. Jhoan y Mateo comprendieron que la competencia no debía separar a los amigos, sino unirlos en un espíritu de colaboración y alegría. Celeste y Hellen demostraron que la verdadera fuerza de un equipo está en el respeto y la diversión compartida.
Desde entonces, cada año esperaban con ansias el Baile de Otoño, no solo por la música y los bailes, sino por la oportunidad de celebrar su amistad y crear nuevos recuerdos juntos. La historia de Jhoan, Mateo, Celeste, Hellen y Dulce María se convirtió en un ejemplo para todos los niños del vecindario, enseñando que la verdadera amistad brilla más que cualquier trofeo.
Y así, en esa pequeña ciudad llena de colores y risas, los cinco amigos continuaron creciendo juntos, enfrentando cada desafío con una sonrisa y un corazón lleno de alegría.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.