Cuentos de Amistad

El Gran Juego de Lucas y Nicol

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado y perfecto para jugar en el patio de la escuela. Lucas y Nicol estaban más emocionados que nunca. Los dos eran mejores amigos desde el primer día de clases. Siempre se sentaban juntos, compartían su merienda y, lo más importante, jugaban a lo grande en el recreo. Hoy no sería diferente.

Lucas, con su camiseta verde y sus shorts azules, se sentía como un auténtico explorador. Le gustaba imaginar que el patio de la escuela era un gran mundo lleno de aventuras por descubrir. A su lado, Nicol, con su vestido rosa y su cabello rubio en dos coletas, estaba lista para cualquier cosa. A pesar de ser muy diferentes, se complementaban a la perfección.

—¿Qué hacemos hoy? —preguntó Nicol, mientras ambos miraban el gran patio que se extendía frente a ellos, lleno de juegos, columpios y muchos niños corriendo de un lado a otro.

Lucas sonrió con una chispa de travesura en sus ojos.

—Hoy vamos a hacer algo increíble —respondió—. ¡Vamos a construir una fortaleza!

Nicol lo miró con emoción.

—¿Una fortaleza? —repitió—. ¿Dónde?

Lucas señaló una esquina del patio donde había un gran árbol con ramas que colgaban y formaban una especie de escondite natural.

—¡Ahí! Ese árbol será nuestro castillo, y nosotros seremos los guardianes del reino.

Nicol saltó de alegría y ambos corrieron hacia el árbol, esquivando a otros niños que jugaban en el camino. Al llegar, se dieron cuenta de que no eran los únicos con esa idea. Un grupo de niños ya estaba trepando por las ramas y jugaban a ser piratas.

—¡Oh no! —dijo Nicol, preocupada—. ¿Qué hacemos ahora? Ellos ya están jugando aquí.

Lucas no se desanimó.

—No te preocupes, podemos invitarles a ser parte de nuestro juego. Cuantos más, mejor, ¿no crees?

Nicol asintió. Le gustaba la idea de hacer nuevos amigos. Así que se acercaron a los otros niños, que estaban ocupados dando órdenes y fingiendo que su barco pirata estaba en medio del océano.

—Hola —dijo Lucas, tratando de llamar su atención—. ¿Puedo hablar con el capitán?

Uno de los niños, que llevaba un sombrero de papel hecho a mano, lo miró con curiosidad.

—Yo soy el capitán —dijo, cruzando los brazos—. ¿Qué quieres?

Lucas, sin perder tiempo, explicó su gran plan.

—Queremos construir una fortaleza aquí, en este árbol. Pero creemos que podríamos unir fuerzas. ¡Podríamos tener un reino y un barco pirata al mismo tiempo!

El capitán del barco, cuyo nombre era Sergio, frunció el ceño al principio. Pero luego, al ver lo emocionados que estaban Lucas y Nicol, sonrió.

—¡Eso suena divertido! —dijo finalmente—. ¿Y qué hacemos nosotros?

—Tú serías el capitán de la defensa del barco, y nosotros cuidaríamos el castillo —respondió Nicol, entusiasmada.

Sergio pensó por un momento y luego gritó a su tripulación:

—¡Escuchen, piratas! ¡Ahora también somos los guardianes del reino!

Los otros niños vitorearon, y en cuestión de minutos, todos estaban trabajando juntos. Nicol y Lucas comenzaron a apilar pequeñas ramas y hojas alrededor del árbol para crear las murallas del castillo. Los piratas ayudaban a recoger rocas y piedras que serían las torres de vigilancia.

—¡Mira lo que encontré! —gritó Nicol, mientras sostenía una rama larga que parecía una espada.

Lucas la miró con los ojos brillantes.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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