Era un soleado lunes de septiembre, y el primer día de clases en el colegio San José. Jhoan, un niño con cabello oscuro y una gran sonrisa, estaba nervioso pero emocionado por comenzar su primer día en sexto grado. Era nuevo en la escuela y no conocía a nadie en su salón. Al llegar, vio a muchos niños corriendo y jugando en el patio, pero no sabía con quién hablar. Decidido a hacer amigos, se dirigió al aula de sexto tres.
Al entrar, notó que todos los niños ya estaban sentados en sus pupitres y conversaban entre ellos. Jhoan buscó un asiento vacío y se sentó, sintiéndose un poco solo. Justo cuando estaba a punto de sacar sus útiles escolares, un niño llamado Cristian, con rizos y una sonrisa amistosa, se acercó a él.
«Hola, ¿eres nuevo aquí? Me llamo Cristian. ¿Quieres ser mi amigo?» preguntó Cristian, extendiendo su mano.
Jhoan, aliviado de que alguien le hablara, sonrió y respondió: «¡Sí, claro! Me llamo Jhoan. Es mi primer día aquí y no conozco a nadie.»
Cristian le mostró el colegio a Jhoan y le presentó a algunos de sus amigos. Al día siguiente, le presentó a Camilo, un niño con gafas y una gran curiosidad por la ciencia. Camilo y Jhoan se llevaron bien desde el principio y pronto los tres se volvieron inseparables.
El jueves, mientras los niños estaban en clase, la coordinadora tocó la puerta y entró con un nuevo alumno. «Clase, quiero presentarles a Maycol. Él se unirá a nosotros desde hoy,» anunció la coordinadora.
Jhoan, recordando lo difícil que había sido para él el primer día, decidió ayudar a Maycol a sentirse bienvenido. «Hola, Maycol. ¿Te gustaría venir con nosotros a la sala de sistemas? Podemos mostrarte la escuela,» le dijo Jhoan con una sonrisa.
Maycol asintió, agradecido por la amabilidad de Jhoan. En la sala de sistemas, Jhoan y Maycol se sentaron juntos en la primera fila. Jhoan presentó a Maycol a Camilo y a Cristian, y en poco tiempo, los cuatro se convirtieron en buenos amigos.
Una semana después, Jhoan y Cristian llegaron juntos a la puerta de la escuela cuando la coordinadora los detuvo. «Cristian, Jhoan, ¿pueden llevar al nuevo niño a su salón? Se llama Greiber,» dijo la coordinadora, señalando a un niño tímido que estaba de pie a su lado.
Cristian asintió y se quedó con la coordinadora mientras Jhoan llevaba a Greiber al salón. «Hola, Greiber. Soy Jhoan. Ven, te llevaré a nuestro salón y te presentaré a mis amigos,» dijo Jhoan.
Cuando llegaron al salón, Jhoan presentó a Greiber a toda la clase. «Este es Greiber, nuestro nuevo compañero,» anunció. La profesora le dio la bienvenida y le asignó un asiento junto a Jhoan y Maycol.
Durante el recreo, Maycol y Jhoan llevaron a Greiber a recorrer la escuela para que supiera dónde estaban todas las cosas: la cafetería, la biblioteca, el patio de juegos y la sala de música. Greiber se sintió muy agradecido y feliz de tener amigos tan amables.
Más tarde, en la clase de inglés, la profesora asignó una actividad en equipo de cinco personas. Jhoan, Maycol, Greiber, Camilo y Cristian formaron un equipo y trabajaron juntos en la actividad. Se ayudaron mutuamente, compartiendo ideas y apoyándose en todo. Esa colaboración los hizo ganar el primer lugar en la actividad.
A medida que pasaban las semanas, la amistad entre los cinco se fortalecía. Se ayudaban en las tareas, exposiciones y proyectos. Si uno de ellos no entendía algo, los otros cuatro estaban allí para explicárselo y asegurarse de que todos aprendieran. También jugaban juntos durante el recreo, compartiendo risas y aventuras.
Un día, la profesora les asignó un proyecto muy especial: construir una maqueta de una ciudad. El equipo de Jhoan, Cristian, Camilo, Maycol y Greiber se emocionó mucho con la idea. Decidieron reunirse en la casa de Jhoan para trabajar en el proyecto.
En la casa de Jhoan, los niños comenzaron a planear la maqueta. Camilo, con su amor por la ciencia, sugirió incluir edificios sostenibles y parques ecológicos. Maycol propuso hacer un río con papel de aluminio y agua azulada. Cristian y Greiber se encargaron de construir los edificios con cartón y pegamento. Jhoan, con su creatividad, diseñó las calles y las plazas.
Trabajaron durante días, cada uno aportando sus habilidades y conocimientos. Se divirtieron mucho y aprendieron a colaborar y respetar las ideas de los demás. Finalmente, su maqueta estaba lista. Era una hermosa ciudad con edificios, parques, un río y calles bien diseñadas.
El día de la presentación, llevaron la maqueta a la escuela y la mostraron con orgullo. La profesora y los demás estudiantes quedaron impresionados por su trabajo. La maqueta ganó el primer lugar en el concurso de proyectos, y los cinco amigos se sintieron muy orgullosos de su logro.
A lo largo del año escolar, la amistad entre Jhoan, Cristian, Camilo, Maycol y Greiber se hizo más fuerte. Aprendieron el valor de la cooperación, el respeto y la amabilidad. Juntos enfrentaron desafíos y celebraron sus éxitos, siempre apoyándose mutuamente.
Un día, la escuela organizó una excursión al parque natural cercano. Los cinco amigos estaban emocionados por la aventura. Durante la caminata, descubrieron muchas cosas interesantes: plantas exóticas, animales sorprendentes y hermosos paisajes. Camilo, con su pasión por la ciencia, les explicó sobre la flora y fauna del lugar. Jhoan y Cristian tomaron fotos de todo lo que veían, mientras Maycol y Greiber dibujaban en sus cuadernos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.