Cuentos de Amistad

El primer paso hacia la aventura del conocimiento

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un tranquilo pueblo rodeado de árboles altos y flores de mil colores, vivían cinco amigos muy especiales: Jacqueline, Paula, Isaac, Pepe y Anita. Ellos eran inseparables y siempre estaban en busca de nuevas aventuras. Les encantaba explorar el bosque, jugar en el parque y, sobre todo, soñar con todo lo que podían aprender.

Un brillante día de primavera, mientras los pájaros cantaban dulces melodías, los cinco amigos se sentaron bajo su árbol favorito, un grande y frondoso roble que daba sombra y frescura. Paula, que siempre tenía una idea curiosa, dijo: «¡Chicos! ¿Qué les parecería hacer una expedición al Lago de los Deseos? Dicen que aquel lugar está lleno de misterios y cosas por descubrir».

Jacqueline, con su sonrisa radiante, exclamó: «¡Sí! He escuchado historias sobre ese lago. Se dice que si le pides un deseo desde el fondo, el agua te lo concede». Isaac, siempre curioso, preguntó: «¿Pero cómo llegamos hasta allí? Nunca hemos estado en el Lago de los Deseos». Pepe, quien era muy aventurero, respondió: «No importa, ¡podemos encontrar el camino juntos!».

Anita, más tranquila, añadió: «Primero, debemos prepararnos. Podríamos llevar algo de comida y nuestras mochilas. Y no olvidemos el mapa que hizo el abuelo de Paula para no perdernos». Todos asintieron, llenos de emoción por la aventura que les aguardaba.

Con sus mochilas al hombro, los cinco amigos comenzaron a caminar hacia el lago. Mientras recorrían el bosque, se encontraron con un hermoso arco iris que aparecía tras una pequeña lluvia. «¡Miren! Eso significa que vendrán cosas buenas en nuestro viaje», dijo Jacqueline. «Y también significa que debemos trabajar juntos para llegar al final», agregó Paula, recordando lo importante que era la amistad.

Mientras avanzaban, encontraron obstáculos en el camino: un arroyo que parecía difícil de cruzar y un arbusto espinoso que bloqueaba el sendero. En cada situación, se ayudaban entre sí. Isaac usó su creatividad para encontrar piedras y crear un puente sobre el arroyo. Anita, que siempre era cuidadosa, guió a sus amigos para que pasaran sin hacerse daño. «Gracias, Anita, eres muy buena para cuidar de todos», le dijo Pepe con una sonrisa. «Así es, en equipo podemos lograrlo todo», respondió ella.

Luego de un largo y entusiasta trayecto, llegaron a un claro donde se podía ver el Lago de los Deseos a lo lejos. Era aún más hermoso de lo que habían imaginado. Sus aguas brillaban como diamantes bajo el sol, y en la orilla había un suave césped donde podían descansar. «¡Lo hicimos!», gritaron al unísono, llenos de alegría. Pero justo en ese momento, se sintieron un poco confusos. Nadie sabía cómo acercarse al lago para hacer su deseo.

De repente, escucharon un suave susurro. Era un pequeño duende llamado Tico, que habitaba cerca del lago. «Hola, amigos. Bienvenidos al Lago de los Deseos. Para hacer su deseo, deben aprender a ser sinceros y compartirlo entre ustedes. Sin honestidad y amistad, el lago no les concederá nada».

Jacqueline miró a sus amigos y dijo: «Creo que debemos compartir nuestros deseos. ¿Qué les parece si cada uno dice lo que quiere y lo que significa para nosotros?». Paula sonrió y comenzó: «Yo deseo ser muy buena en la pintura, para poder dibujar un mundo lleno de colores». Isaac, entusiasmado, agregó: «Yo deseo aprender a tocar la guitarra y formar una banda con ustedes». Pepe dijo: «Quiero que siempre estemos juntos y que nuestras aventuras nunca terminen». Anita, con su dulce voz, expresó: «Deseo que podamos ayudar a los demás cada día». Por último, Jacqueline, con una mirada sincera, dijo: «Mi deseo es que todos aprendamos y crezcamos juntos, porque eso es lo que realmente importa».

Tico, el duende, sonrió al escuchar sus deseos. «¡Eso es! Han aprendido la lección de la amistad. Ahora, pueden acercarse al lago y formular su deseo». Contentos, se acercaron al agua, donde las suaves olas reflejaban la luz del sol.

A medida que hicieron una fila, uno por uno, cada niño se inclinó y susurró su deseo. Al terminar, una luz mágica brilló sobre el lago y sus aguas comenzaron a moverse. Las burbujas subían como risas y todos sintieron una alegría inmensa en su corazón. «Sus deseos han sido escuchados y van a comenzar su camino hacia el conocimiento y la amistad», les dijo Tico. «Pero recuerden, las verdaderas aventuras no solo ocurren en lugares lejanos, sino también en cada día que comparten juntos».

Concluida la ceremonia, los amigos se abrazaron. Se sintieron unidos como nunca antes. Comprendieron que no solo deseaban cosas, sino que ya tenían lo más valioso: su amistad y la felicidad de estar juntos. «Siempre recordaremos esta aventura», dijo Paula emocionada.

«Y tendremos que compartir más experiencias así», agregó Isaac sonriente. «¿Y si hacemos un club de exploradores?», sugirió Pepe.

«¡Sí! Un club donde aprendamos y exploremos juntos», coincidió Anita.

Así, mientras volvían a casa, en sus corazones llevaban nuevos deseos y un aprendizaje invaluable. Sabían que la verdadera magia en sus vidas estaba en la amistad y la voluntad de compartir conocimientos y sueños. Desde ese día, no solo se convirtieron en exploradores, sino también en grandes amigos que se apoyaban mutuamente en cada aventura que la vida les traía. Y así, su amistad se volvió más fuerte y brillante que cualquier deseo que pudieran hacer en el Lago de los Deseos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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