Cuentos de Amistad

El vuelo de la amistad

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y colorido parque de la ciudad, Lucas, un niño de ocho años con cabello oscuro y ojos llenos de grandes sueños, enfrentaba un pequeño gran desafío. Aunque era valiente en muchos aspectos, había algo que aún no dominaba: volar una cometa.

Cada tarde, después de la escuela, Lucas intentaba una y otra vez hacer elevar su cometa con los colores del arcoíris hacia el cielo azul. Pero cada intento terminaba con la cometa enredada en los árboles o cayendo al suelo como un pájaro sin alas. Lucas comenzaba a pensar que nunca aprendería a volarla.

Una tarde de sábado, mientras Lucas luchaba una vez más con su cometa, una voz alegre interrumpió sus pensamientos. «¡Hola! ¿Necesitas ayuda?» Al levantar la vista, Lucas vio a una niña con rizos rubios y una sonrisa brillante. Era Petra, una niña de su misma edad que había visto a Lucas en apuros desde el otro lado del parque.

Lucas, un poco tímido pero esperanzado, asintió con entusiasmo. Petra se acercó y tomó el hilo de la cometa con delicadeza. «Verás, el truco está en correr contra el viento y no dejar que el hilo se tense demasiado», explicó Petra con confianza.

Juntos, empezaron a correr por el césped verde, riendo mientras el viento comenzaba a llenar la tela de la cometa. Con un último tirón fuerte, la cometa se elevó, bailando en el aire como si estuviera feliz de finalmente volar. Lucas no podía creerlo; su cometa estaba en el cielo, volando alto y libre, gracias a la ayuda de Petra.

Ese día, Lucas y Petra pasaron horas en el parque, compartiendo historias y risas, mientras la cometa ondulaba en el cielo. Aprendieron que con un poco de ayuda y compañía, incluso las tareas más difíciles parecían más fáciles. La amistad de Petra era como el viento para la cometa de Lucas: esencial y liberadora.

Desde entonces, Lucas y Petra se convirtieron en inseparables. Cada tarde, después de la escuela, se encontraban en el parque para volar la cometa y disfrutar de nuevas aventuras. Con cada día que pasaba, su amistad se hacía más fuerte, como el hilo que mantenía unida la cometa con ellos en la tierra.

Lucas aprendió que volar una cometa era mucho más que simplemente mantenerla en el aire; era entender el viento, sentir la libertad y, sobre todo, compartir ese momento con alguien especial. Petra, por su parte, descubrió el valor de la paciencia y la alegría de enseñar y aprender junto a un amigo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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