Era la víspera de Navidad, y el aire estaba lleno de emoción. En la casa de Óscar, todo estaba decorado con luces brillantes y guirnaldas que colgaban por todas partes. El árbol de Navidad, grande y colorido, estaba en el centro del salón, adornado con esferas, cintas y una estrella dorada en la punta. Los regalos ya estaban cuidadosamente colocados bajo el árbol, esperando a ser abiertos.
Óscar estaba emocionado porque este año había invitado a su mejor amigo, Eren, a pasar la Navidad con su familia. Aunque los dos eran muy buenos amigos, esta sería la primera vez que Eren celebraría la Navidad con Óscar, y Óscar quería que fuera especial.
—¡Eren, ya llegaste! —gritó Óscar desde la puerta cuando vio a su amigo llegar con una pequeña mochila al hombro.
—Hola, Óscar —respondió Eren, sonriendo pero un poco distraído. Aunque estaba feliz de estar en casa de su amigo, algo lo inquietaba. Había un pequeño problema que rondaba por su cabeza.
Después de saludar a los padres de Óscar y ver el árbol de Navidad, Eren no pudo evitar recordar algo muy importante: su teléfono móvil, el que le habían regalado hace poco, había desaparecido. Lo había tenido consigo todo el día, pero ahora no lo encontraba por ninguna parte.
—Óscar, ¿has visto mi móvil? —preguntó Eren de repente, buscando en su bolsillo.
Óscar lo miró, sorprendido.
—No, ¿dónde lo dejaste? —preguntó, preocupado.
Eren frunció el ceño. Recordaba que lo había tenido cuando llegó a la casa de Óscar, pero ahora no estaba seguro de dónde lo había dejado. Comenzó a buscar por toda la casa, revisando su mochila, los bolsillos de su chaqueta y hasta el suelo junto al árbol de Navidad.
Después de buscar un rato, Eren empezó a sentirse incómodo. No quería pensar mal de su amigo, pero no podía evitar la sensación de que Óscar podría haber tomado su móvil sin pedir permiso.
—Óscar, creo que has tomado mi móvil —dijo Eren, cruzando los brazos.
Óscar lo miró con sorpresa, sin poder creer lo que escuchaba.
—¿Qué? ¡Yo no he tomado nada! —respondió, con el ceño fruncido—. ¡Yo nunca te robaría nada, Eren!
Eren no estaba convencido. Aunque conocía bien a Óscar y sabía que era su amigo, no podía evitar sentir que algo no estaba bien. Y aunque Óscar intentaba explicarse, la duda ya estaba sembrada en su cabeza.
—Si no lo tienes, entonces, ¿dónde está? —preguntó Eren, un poco enfadado.
Óscar suspiró. Sabía que Eren estaba preocupado, pero no entendía por qué lo estaba culpando a él.
—No lo sé, pero te ayudaré a buscarlo —dijo Óscar con calma, decidido a demostrar su inocencia.
Los dos amigos comenzaron a revisar cada rincón de la casa. Buscaron en el salón, en la cocina, incluso en el patio trasero. Pero el móvil de Eren no aparecía por ninguna parte. Mientras buscaban, el ambiente entre ellos se volvía cada vez más tenso. Eren no hablaba mucho y Óscar se sentía frustrado por no poder hacer nada para que su amigo confiara en él.
Finalmente, después de mucho buscar, llegaron al cuarto de Óscar. La habitación estaba decorada con posters de superhéroes y juguetes. Eren no recordaba haber estado allí, pero decidió revisar de todas formas. Óscar lo ayudó a buscar bajo la cama, entre los libros de la estantería y en el escritorio.
De repente, Eren vio algo brillante asomándose entre las mantas de la cama de Óscar. Con el corazón acelerado, se acercó y lo sacó. ¡Era su móvil! Había estado allí todo el tiempo.
—¡Lo encontré! —gritó Eren, sosteniendo el móvil en alto.
Óscar lo miró, aliviado, pero también un poco herido por las sospechas de su amigo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.