Cuentos de Amistad

Hilados por el Destino, Entre Telares y Vuelos Celestes

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y colorido pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivían dos buenos amigos llamados Citli y Mitlán. Citli era una niña alegre de cabello rizado y ojos brillantes como estrellas. Siempre llevaba una cinta roja en su cabello que le daba un toque especial. Mitlán, por otro lado, era un niño curioso y aventurero, con una gran sonrisa y una gorra azul que le hacía parecer un auténtico explorador. Juntos compartían juegos, risas y sueños.

Una mañana, mientras exploraban el bosque cercano a su hogar, encontraron un viejo telar cubierto de hiedra. Lucía tan intrigante que Mitlán se acercó a tocarlo. «¡Mira, Citli! ¡Qué telar tan extraño! Debe haber estado aquí por mucho tiempo», dijo Mitlán con emoción.

Citli se acercó, también fascinada. «Sí, parece que ha contado muchas historias», añadió, mientras acariciaba la tela polvorienta. De repente, notaron que una de los hilos brillaba con un color dorado. «Eso es extraño, nunca he visto un hilo como ese», dijo Citli, maravillada.

Cuando Mitlán tocó el hilo dorado, una suave brisa comenzó a soplar alrededor de ellos, y una voz suave resonó en el aire: «He estado esperando a que dos amigos llenos de bondad y valentía me encuentren. Juntos podrán tejer una historia mágica.»

Sorprendidos, Citli y Mitlán intercambiaron miradas llenas de asombro. «¿Quién eres?» preguntó Mitlán, todavía intrigado. La voz respondió: «Soy el guardián de los sueños, y este telar tiene el poder de entrelazar las amistades más fuertes. Deben enfrentar tres pruebas para poder descubrir su magia.»

Aunque un poco asustados, los dos amigos sintieron que estaban listos para cualquier desafío. Así que aceptaron la propuesta, casi sin pensarlo. De repente, el telar comenzó a brillar aún más, y una luz brillante los envolvió. En un instante, se encontraron en un claro del bosque, donde un tercer personaje los estaba esperando: una pequeña ave con plumas de todos los colores del arcoíris. «¡Hola! Soy Lila, la mensajera de los cielos. Juntos deben superar las pruebas del telar», explicó la ave.

La primera prueba fue una carrera a través de un laberinto de flores. «¡Esto será fácil!» exclamó Mitlán, empezando a correr tan rápido como pudo. Citli, sin embargo, decidió ir un poco más despacio para observar las flores. Al ver que Mitlán se alejaba, Lila les chistó: «Recuerden, amigos, no se separen. La amistad se fortalece cuando están unidos.»

Citli gritó: «¡Espera, Mitlán!» y comenzó a correr tras de él. Cuando Corrieron juntos, encontraron un pasaje escondido entre las flores, que los llevó a la salida del laberinto. «¡Lo logramos!», gritó Citli, mientras chocaban sus manos en celebración. Lila se posó en su hombro y dijo: «Primera prueba superada. Lo que importa aquí es trabajar juntos.»

La segunda prueba los llevó a un arroyo, donde debían construir una balsa para cruzar al otro lado. Mitlán, confiado, comenzó a juntar ramas y hojas. «Vamos, Citli, ayúdame a recoger más materiales.» Citli, sin embargo, pensaba en cómo hacer la balsa más fuerte y comenzó a medir los troncos de los árboles. «Mitlán, creo que deberíamos usar estos troncos más grandes para que sea más segura», sugirió.

«Pero eso tardará más tiempo,» respondió él un poco impaciente.

«No importa. Si quiero que sea realmente segura, necesitamos trabajar juntos, no apresurarnos», insistió Citli. Después de un intenso debate, ambos se sentaron y discutieron los mejores métodos para construir la balsa. Al final, lograron hacer una balsa grande, fuerte y segura, que les permitió cruzar el arroyo sin problemas.

«¡Lo logramos de nuevo!», exclamó Mitlán. «Tenías razón, Citli, a veces es mejor tomar nuestro tiempo y trabajar en equipo», añadió aliviado. Lila, volando alrededor de ellos, aplaudió con alegría. «Segunda prueba superada. La comunicación en la amistad es fundamental.»

Finalmente, llegaron a la última prueba, que consistía en ayudar a un anciano tortuga que había perdido su camino y no podía regresar a su hogar. «¡Oh, pobre tortuga! ¿Cómo podemos ayudarlo?», preguntó Citli, mirando con preocupación.

Mitlán pensó con fuerza. «Tal vez deberíamos quedarnos con él unos momentos mientras encuentra su camino.» Así lo hicieron. Mientras el anciano tortuga les contaba historias sobre sus viajes por el río, Citli y Mitlán se hicieron amigos de él. Al final, juntos encontraban la forma de guiar a la tortuga hacia su hogar, utilizando las historias que les había compartido. La tortuga les agradeció enormemente y, antes de irse, les sonrió. «Ustedes tienen un vínculo especial. La amistad es el más grande de los tesoros. Nunca deben olvidarlo.»

Cuando regresaron al claro del bosque, Lila los esperaba ansiosa. «¡Lo han logrado! Han superado las tres pruebas. Ahora, el telar está listo para tejer la mágica amistad que los une.»

De repente, el viejo telar apareció frente a ellos y comenzó a entrelazar hilos de colores. Citli y Mitlán vieron cómo sus risas, su apoyo mutuo y las historias compartidas se convertían en un hermoso tapiz que reflejaba su amistad.

Desde ese día, cada vez que miraban el telar, recordaban la importancia de estar unidos, de comunicarse y de ayudar a los demás. Nunca se olvidaron de las lecciones que aprendieron de la nueva y mágica experiencia.

Y así, Citli, Mitlán y Lila continuaron disfrutando de muchas aventuras juntos, fortaleciendo su bonita amistad con cada nuevo día. Al final, entendieron que el verdadero valor de la amistad radica en estar siempre allí los unos para los otros, en cada desafío y en cada alegría.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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