Cuentos de Amistad

Iris y la Ciudad de los Colores

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en una ciudad llena de colores brillantes y formas divertidas, un pequeño círculo llamado Iris. Iris vivía en un mundo donde todas las formas eran de colores vivos: había triángulos rojos, cuadrados azules, rectángulos verdes y muchas otras formas que llenaban la ciudad de alegría. Pero Iris era diferente. Él era un círculo gris, y esto lo hacía sentir triste y fuera de lugar.

Iris soñaba con ser de los colores del arco iris y mezclarse con las demás formas coloridas. Cada día veía cómo las otras formas jugaban y se divertían, y deseaba poder unirse a ellas sin sentirse diferente. Un día, mientras Iris rodaba lentamente por la ciudad, decidió que pediría ayuda a los niños para conseguir ser de colores.

Iris llegó a un parque donde muchos niños jugaban y reían. Con un poco de timidez, se acercó a un grupo de niños que estaban pintando un mural lleno de colores. «Hola, niños,» dijo Iris con su voz suave. «Soy Iris, un círculo gris. Estoy triste porque quiero ser de muchos colores como ustedes. ¿Me pueden ayudar?»

Los niños dejaron de pintar y miraron a Iris con curiosidad. Una niña llamada Ana, con coletas y un vestido amarillo, fue la primera en hablar. «¡Claro que te ayudaremos, Iris! Juntos encontraremos la manera de llenarte de colores.» Todos los niños estuvieron de acuerdo y comenzaron a pensar en cómo podían ayudar a Iris.

Tomás, un niño con una gorra azul, tuvo una idea. «Podemos usar nuestras pinturas para colorearte,» sugirió. Todos los niños asintieron con entusiasmo y corrieron a buscar sus pinceles y pinturas. Con mucho cuidado, comenzaron a pintar a Iris. Ana pintó una franja roja, Tomás añadió una azul, y así, cada niño aportó un color diferente.

Mientras pintaban, los niños cantaban canciones alegres y reían, llenando el parque de un ambiente festivo. Iris comenzó a sentirse más feliz con cada pincelada de color. «¡Esto es maravilloso!» dijo Iris, sintiendo cómo su tristeza se desvanecía y era reemplazada por alegría.

Pero aunque Iris se veía hermoso con todos esos colores, algo aún faltaba. Sentía que los colores no eran permanentes y que con el tiempo desaparecerían. Los niños notaron la preocupación en los ojos de Iris. «No te preocupes, Iris. Pensaremos en algo más,» dijo Ana con determinación.

Mientras tanto, un sabio anciano que paseaba por el parque vio lo que estaba ocurriendo y se acercó. «He escuchado su problema,» dijo el anciano. «Hay una manera de que Iris se convierta en un círculo de colores para siempre. Deben encontrar los colores del arco iris verdadero.»

Los niños escucharon con atención mientras el anciano les explicaba. «En el Bosque Encantado, hay un lugar donde el arco iris toca la tierra. Deben recoger los colores directamente del arco iris y dárselos a Iris.»

Ana, Tomás y los demás niños decidieron emprender la aventura. «¡Vamos al Bosque Encantado!» exclamaron con entusiasmo. Iris, emocionado por la posibilidad de convertirse en un círculo de colores para siempre, los siguió rodando.

El camino al Bosque Encantado estaba lleno de sorpresas. Pasaron por campos de flores que cantaban al sol, cruzaron puentes de cristal y vieron animales mágicos. Finalmente, llegaron al lugar donde el arco iris tocaba la tierra. Era un espectáculo maravilloso. Los colores del arco iris brillaban intensamente, creando una luz mágica.

Con mucho cuidado, los niños comenzaron a recoger los colores del arco iris. Ana recogió el rojo, Tomás el azul, y así cada niño recogió un color diferente. Colocaron los colores en pequeños frascos de cristal que el anciano les había dado.

Cuando tuvieron todos los colores, regresaron al parque y llamaron a Iris. «Iris, tenemos los colores del arco iris verdadero,» dijo Ana. «Ahora serás un círculo de colores para siempre.» Con mucho cuidado, los niños vertieron los colores del arco iris sobre Iris. Los colores se mezclaron y brillaron intensamente, envolviendo a Iris en una luz mágica.

Poco a poco, el color gris de Iris desapareció y fue reemplazado por los hermosos colores del arco iris. Iris se miró y comenzó a llorar de alegría. «¡Gracias, niños! Gracias por ayudarme a encontrar mis colores. Ahora soy un círculo feliz y lleno de colores gracias a ustedes.»

Los niños aplaudieron y celebraron con Iris. Sabían que habían hecho algo maravilloso y que su amigo círculo siempre recordaría ese día. Desde entonces, Iris rodaba felizmente por la ciudad, reflejando los colores del arco iris y llenando de alegría a todos los que lo veían.

Y así, en una ciudad llena de colores, Iris se convirtió en el círculo más especial de todos, recordando siempre la bondad y el amor de los niños que lo ayudaron a encontrar su verdadera belleza.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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