Cuentos de Amistad

Jhoan y Celeste: Una Aventura de Amistad

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

Puntuación:

5
(1)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
5
(1)

Había una vez, en un pequeño pueblo, un niño llamado Jhoan. Era un chico curioso y lleno de energía, siempre buscando nuevas aventuras y formas de ayudar a su comunidad. Tenía el cabello castaño y ojos brillantes que reflejaban su entusiasmo por la vida. Su mejor amiga, Celeste, era una niña con un espíritu igualmente aventurero. Celeste tenía el cabello rubio atado en dos coletas y solía llevar un vestido rosa que hacía juego con su naturaleza alegre y bondadosa.

Un día, Celeste llegó corriendo a la casa de Jhoan con una noticia emocionante. Habían abierto un centro de rescate de animales en el pueblo, y necesitaban voluntarios para ayudar a cuidar a los animales. Jhoan, que amaba a los animales tanto como a las aventuras, no dudó ni un segundo y decidió unirse a Celeste en esta nueva misión.

Al llegar al centro de rescate, fueron recibidos por la señora Marta, la encargada del lugar. La señora Marta les mostró el área donde se encontraban los hámsters, una sección llena de pequeñas jaulas y tubos de colores por donde los hámsters podían correr y jugar. Celeste y Jhoan quedaron fascinados al ver a los pequeños roedores correteando de un lado a otro.

—Hoy vamos a limpiar el hábitat de los hámsters —les explicó la señora Marta—. También les daremos de comer y nos aseguraremos de que todos estén sanos y felices.

Celeste y Jhoan se pusieron manos a la obra. Primero, limpiaron las jaulas, retirando la vieja viruta y reemplazándola por una nueva, suave y limpia. Luego, llenaron los comederos con semillas frescas y agua. Los hámsters, curiosos y agradecidos, se acercaban a ellos y trepaban por sus manos, haciendo reír a los niños.

Después de terminar con los hámsters, la señora Marta les mostró otras áreas del centro de rescate. Había una sección para perros, otra para gatos y una más para aves. Cada área tenía sus propios desafíos, pero Celeste y Jhoan estaban decididos a ayudar en todo lo que pudieran.

Un día, mientras paseaban a un grupo de perritos, Celeste notó algo extraño. Uno de los cachorros, un pequeño terrier llamado Max, cojeaba ligeramente. Preocupada, llamó a Jhoan para que viniera a ver.

—Creo que Max se ha lastimado la pata —dijo Celeste—. Debemos llevarlo de vuelta al centro para que lo revise la señora Marta.

Jhoan asintió y juntos llevaron a Max de regreso. La señora Marta examinó al cachorro y confirmó que tenía una pequeña torcedura. Con mucho cuidado, vendó la pata de Max y les pidió a los niños que lo vigilaran de cerca.

Durante los días siguientes, Celeste y Jhoan cuidaron de Max con dedicación. Le daban su medicina, le acariciaban y lo mantenían entretenido con juguetes suaves. Gracias a su amor y cuidados, Max pronto se recuperó y volvió a correr y jugar como antes.

Pero no todo en el centro de rescate era fácil. Una tarde, llegó un grupo de aves exóticas que habían sido rescatadas de un mercado ilegal. Las aves estaban asustadas y no querían comer. Celeste y Jhoan pasaron horas sentados junto a las jaulas, hablándoles suavemente y ofreciéndoles comida. Poco a poco, las aves comenzaron a confiar en ellos y a comer.

A medida que pasaban los días, Celeste y Jhoan se dieron cuenta de que no solo estaban ayudando a los animales, sino también aprendiendo valiosas lecciones sobre la responsabilidad, la compasión y el trabajo en equipo. Cada nuevo desafío les enseñaba algo nuevo y fortalecía su amistad.

Un día, la señora Marta les dio una noticia especial. El centro de rescate estaba planeando una jornada de puertas abiertas para que la comunidad pudiera conocer a los animales y aprender sobre la importancia del rescate y cuidado de mascotas. Celeste y Jhoan se ofrecieron a ayudar a organizar el evento.

Trabajaron sin descanso, decorando el centro con globos y carteles, preparando juegos y actividades para los visitantes, y asegurándose de que todos los animales estuvieran listos para conocer a sus posibles nuevos dueños. La jornada de puertas abiertas fue un gran éxito. Las familias vinieron de todas partes para conocer a los animales y muchos de ellos encontraron nuevos hogares amorosos.

Celeste y Jhoan estaban felices de ver a tantos animales siendo adoptados y llevados a casas donde serían cuidados y amados. Sin embargo, sabían que su trabajo no terminaba allí. Había muchos más animales que necesitaban su ayuda, y estaban decididos a seguir trabajando en el centro de rescate.

Una tarde, mientras estaban sentados bajo un árbol después de un largo día de trabajo, Celeste miró a Jhoan y dijo:

—¿Sabes qué es lo mejor de todo esto?

—¿Qué? —respondió Jhoan.

—Que estamos haciendo esto juntos. No creo que hubiera podido hacerlo sin ti.

Jhoan sonrió y le dio un fuerte abrazo a su amiga.

—Yo tampoco podría haberlo hecho sin ti, Celeste. Somos un gran equipo.

A partir de ese día, Celeste y Jhoan siguieron ayudando en el centro de rescate, enfrentando cada nuevo desafío con entusiasmo y determinación. Su amistad se fortaleció aún más, y juntos demostraron que, con amor y dedicación, podían hacer una gran diferencia en la vida de los animales y en su comunidad.

Y así, la historia de Celeste y Jhoan se convirtió en un ejemplo de verdadera amistad y de cómo, trabajando juntos, se pueden lograr cosas increíbles.

Fin.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario