En un reino lejano, existía un castillo mágico donde vivía un joven valiente llamado Jhoan. Él era el hijo del Rey de Corazones, conocido por su bondad y justicia. Jhoan tenía el cabello rojo como el fuego y siempre vestía un traje rojo y negro, con una chaqueta que tenía un gran corazón en la espalda. Era un joven lleno de energía y coraje, siempre dispuesto a enfrentar cualquier desafío.
Un día, mientras Jhoan jugaba en el jardín del castillo, una misteriosa invitación llegó al castillo real. Era una carta de una escuela de supervillanos, invitando al Rey de Corazones a un evento especial. El Rey de Corazones, siempre interesado en mantener la paz y la justicia en su reino, decidió que debía asistir para asegurarse de que no hubiera ningún peligro para su gente.
Sin embargo, Jhoan no quería asistir a esa extraña escuela. Sentía que algo no estaba bien y se resistía con todas sus fuerzas. «Padre, no quiero ir a esa escuela. Siento que algo malo va a suceder», le dijo Jhoan al Rey de Corazones.
El rey, preocupado por la seguridad de su hijo, intentó tranquilizarlo. «No te preocupes, Jhoan. Solo iremos a observar y asegurarnos de que todo esté en orden. Nada malo te sucederá mientras estés conmigo».
A pesar de las palabras tranquilizadoras de su padre, Jhoan no podía sacudirse el sentimiento de inquietud. Esa noche, cuando la luna brillaba en lo alto, Jhoan se encontraba en el jardín del castillo, tratando de calmar sus pensamientos. Cantaba suavemente mientras rompía algunas flores, tratando de distraerse.
De repente, escuchó el sonido de los soldados de corazones marchando. Los soldados, vestidos con trajes rojos y negros, se movían en formación perfecta. Jhoan, vestido con su traje a juego, decidió que debía hacer algo para liberar la tensión que sentía. Con una chispa de travesura en los ojos, tomó una pequeña dinamita que explota en corazones y la lanzó entre los soldados. La explosión llenó el aire de corazones de papel, sorprendiendo a los soldados.
«¡Jhoan está en el techo!» gritó uno de los soldados mientras señalaba al joven príncipe. Jhoan, con una sonrisa traviesa, comenzó a correr para evitar ser atrapado. Los soldados, preocupados por lo que el rey podría hacer si no lo atrapaban, corrieron tras él. «¡Si no lo atrapamos, el Rey de Corazones nos quitará la cabeza!» gritó otro soldado.
Jhoan, saltando de un tejado a otro, accidentalmente dañó una gran foto de su padre que adornaba una de las paredes del castillo. Sin escapatoria aparente, Jhoan pensó que estaba atrapado. Justo en ese momento, una garra apareció de la nada y lo levantó en el aire, alejándolo de los soldados. Era Iker, el hijo de Cenicienta. Iker tenía el cabello azul y vestía un traje azul que brillaba bajo la luz de la luna.
«¡Gracias, Iker!» dijo Jhoan mientras se sujetaba firmemente. «No sé qué habría hecho sin ti».
«Siempre estoy aquí para ayudarte, Jhoan», respondió Iker con una sonrisa. «Pero, ¿qué estabas haciendo? Sabes que esos soldados son muy estrictos».
Jhoan suspiró. «Solo estaba tratando de aliviar un poco de estrés. No quiero ir a esa escuela de supervillanos».
Iker asintió comprensivo. «Entiendo. Pero tal vez hay una razón por la cual tu padre quiere ir. Quizás hay algo que necesita descubrir. ¿Por qué no investigamos un poco más sobre esa escuela antes de tomar cualquier decisión?».
Jhoan estuvo de acuerdo. «Sí, tal vez tienes razón. Vamos a investigar».
Al día siguiente, Jhoan e Iker se embarcaron en una misión para descubrir más sobre la misteriosa escuela de supervillanos. Preguntaron a los aldeanos, revisaron libros antiguos en la biblioteca del castillo y hablaron con varios sabios del reino. Poco a poco, comenzaron a juntar las piezas del rompecabezas.
Descubrieron que la escuela de supervillanos había sido creada por un antiguo enemigo del Rey de Corazones, un villano llamado Zarok. Él había sido desterrado del reino hace muchos años, pero había encontrado una manera de regresar y planeaba usar la escuela para entrenar a nuevos villanos y tomar control del reino.
«Tenemos que advertir a mi padre», dijo Jhoan decidido. «No podemos permitir que Zarok lleve a cabo su plan».
Iker asintió. «Vamos. No hay tiempo que perder».
Regresaron rápidamente al castillo y buscaron al Rey de Corazones. Al encontrarlo, Jhoan le explicó todo lo que habían descubierto. El rey, sorprendido pero agradecido por la información, decidió que debían actuar de inmediato.
«Gracias, Jhoan e Iker. Su valentía y determinación han salvado nuestro reino. Ahora, debemos detener a Zarok antes de que sea demasiado tarde».
El Rey de Corazones, Jhoan, Iker y un grupo de soldados se dirigieron a la escuela de supervillanos. Al llegar, se encontraron con Zarok y sus secuaces. Una gran batalla se desató, con corazones de papel y destellos de magia llenando el aire. Jhoan, con su dinamita de corazones, luchó valientemente al lado de su padre e Iker.
Finalmente, lograron derrotar a Zarok y sus seguidores. La escuela de supervillanos fue desmantelada y el reino volvió a estar a salvo. El Rey de Corazones agradeció a Jhoan e Iker por su valentía y determinación.
«Estoy muy orgulloso de ti, hijo», dijo el rey mientras abrazaba a Jhoan. «Has demostrado ser un verdadero héroe».
Jhoan sonrió, sintiéndose feliz y aliviado. «Gracias, padre. No podría haberlo hecho sin la ayuda de Iker».
Iker sonrió. «Siempre estaré aquí para ayudarte, Jhoan. Somos amigos, y los amigos siempre se cuidan unos a otros».
Desde ese día, Jhoan e Iker continuaron viviendo muchas más aventuras juntos, siempre recordando la importancia de la amistad y la valentía. El reino de Corazones prosperó y todos vivieron felices, sabiendo que mientras tuvieran amigos verdaderos, siempre podrían superar cualquier desafío.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.