Jhoan siempre se emocionaba cuando empezaba un nuevo año escolar. Aunque no había muchas cosas nuevas en su vida, cada vez que regresaba a la escuela, sentía que se abría un mundo lleno de posibilidades. Lo que más le alegraba era que, una vez más, compartiría su tiempo con Susana, su mejor amiga desde que ambos tenían memoria. Desde que se conocieron en primer grado, no había pasado un solo día en que no estuvieran juntos. Jhoan, con su piel morena y su risa contagiosa, y Susana, con su cabello rojizo y su sonrisa luminosa, eran inseparables. Juntos, enfrentaban los desafíos escolares, las risas y las travesuras.
El primer día de clases de séptimo grado, Jhoan decidió sentarse en la primera fila, como siempre. Le gustaba estar cerca de la maestra para no perderse ningún detalle de las lecciones. Mientras acomodaba sus cuadernos, miró hacia atrás y vio a Susana. Ella estaba sentada cerca de la ventana, mirando hacia afuera con una sonrisa en el rostro. Jhoan supo en ese momento que este año sería tan emocionante como los anteriores, porque, después de todo, tenía a su mejor amiga a su lado.
Durante la clase, la maestra les dio la bienvenida y les explicó los proyectos que harían durante el año. Entre ellos, un gran proyecto de ciencias que Jhoan y Susana sabían que harían juntos. Mientras la maestra hablaba, Jhoan no pudo evitar girarse para ver a Susana. Ella le devolvió una sonrisa, y Jhoan supo que ambos estaban listos para todo lo que ese año les trajera.
Una charla en el recreo
Al sonar la campana del recreo, Jhoan corrió hacia el rincón del patio donde siempre se reunían. Era un lugar tranquilo, bajo un árbol grande que los protegía del sol. Como de costumbre, Susana llegó poco después, con su mochila llena de libros y su expresión siempre alegre.
—¿Estás lista para un nuevo año de aventuras? —preguntó Jhoan, acomodándose en su lugar habitual.
—¡Por supuesto! —respondió Susana con una sonrisa—. Este año va a ser increíble, lo presiento.
Ambos sabían que su amistad hacía que todo fuera más fácil y más divertido. No importaba si las clases se volvían difíciles o si algún proyecto parecía imposible, siempre contaban el uno con el otro para superarlo.
El proyecto de ciencias
Unas semanas después, la maestra anunció que los alumnos tendrían que hacer un proyecto especial de ciencias. Cada equipo debía crear una presentación sobre un tema relacionado con el medio ambiente. Sin pensarlo, Jhoan y Susana se miraron y sonrieron. Sabían que trabajarían juntos, como siempre lo hacían.
—¿Qué te parece si hacemos algo sobre cómo cuidar el aire que respiramos? —sugirió Jhoan.
—¡Es una idea genial! —respondió Susana—. Podemos investigar cómo los árboles limpian el aire y cómo podríamos plantar más árboles en la ciudad para ayudar al planeta.
Con esa idea en mente, comenzaron a trabajar. Cada tarde, se encontraban en la biblioteca para investigar y preparar su proyecto. Jhoan se encargaba de buscar la información más interesante, mientras Susana organizaba todo para que tuviera sentido y fuera fácil de entender.
Entre risas y libros, las horas pasaban volando. Jhoan disfrutaba del entusiasmo de Susana, y Susana apreciaba la creatividad de Jhoan. No había duda de que eran el equipo perfecto. Su amistad hacía que trabajar juntos fuera siempre una experiencia divertida, sin importar lo difícil que pareciera la tarea.
El miedo de Jhoan
A medida que el proyecto avanzaba, Jhoan comenzó a sentir una pequeña preocupación. Aunque sabía que habían trabajado duro, no podía evitar pensar que tal vez su proyecto no fuera lo suficientemente bueno.
Una tarde, mientras revisaban los últimos detalles, Jhoan suspiró profundamente.
—¿Qué te pasa, Jhoan? —preguntó Susana, notando la preocupación en el rostro de su amigo.
—No lo sé… tal vez nuestro proyecto no sea tan interesante como pensé. Quizás deberíamos haber elegido otro tema —dijo Jhoan, bajando la mirada.
Susana lo miró con una expresión suave y puso una mano en su hombro.
—Jhoan, hemos hecho un gran trabajo. Además, lo importante es que nos hemos esforzado y que estamos haciendo algo que creemos que puede ayudar al mundo. No te preocupes, nuestro proyecto es genial, y la maestra lo va a adorar.
Las palabras de Susana hicieron que Jhoan se sintiera mejor. Sabía que podía confiar en ella para darle ánimo cuando lo necesitaba, y eso le dio la confianza para seguir adelante.
El día de la presentación
Finalmente llegó el día de la presentación. El aula estaba llena de pósters y maquetas que los diferentes equipos habían preparado. Jhoan y Susana se sentían nerviosos, pero también emocionados. Sabían que habían trabajado duro y que era el momento de mostrar todo lo que habían aprendido.
Cuando llegó su turno, se pararon frente a la clase con su póster lleno de dibujos de árboles y gráficos que explicaban cómo los árboles ayudaban a limpiar el aire. Jhoan comenzó a hablar, explicando con confianza todo lo que habían investigado. Susana lo complementaba, añadiendo detalles sobre cómo la comunidad podía plantar más árboles en los parques y jardines.
La clase escuchaba con atención, y cuando terminaron, todos aplaudieron. La maestra se acercó a ellos con una gran sonrisa.
—Han hecho un excelente trabajo. No solo han aprendido sobre el medio ambiente, sino que han mostrado un verdadero trabajo en equipo. Estoy muy orgullosa de ustedes —dijo la maestra.
Jhoan y Susana se miraron y sonrieron. Todo su esfuerzo había valido la pena.
El valor de la amistad
Después de la presentación, Susana y Jhoan se sentaron bajo su árbol favorito en el patio, disfrutando del éxito de su proyecto.
—Sabes, Susana —dijo Jhoan—, no habría podido hacer esto sin ti. Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor.
Susana le devolvió una sonrisa cálida y le dio un pequeño abrazo.
—Jhoan, somos un equipo. Siempre estamos ahí el uno para el otro. Esa es la magia de la amistad.
Jhoan asintió, sintiéndose agradecido de tener a una amiga como Susana. Sabía que su amistad era algo muy especial, algo que no todos tenían. A lo largo de los años, habían compartido tantas aventuras y habían aprendido tanto el uno del otro que ya no se imaginaba cómo sería la escuela sin ella a su lado.
Conclusión
Así, en séptimo grado, Jhoan y Susana no solo aprendieron sobre el medio ambiente, sino también sobre el valor de la verdadera amistad. Descubrieron que, trabajando juntos y apoyándose mutuamente, podían superar cualquier obstáculo. Su amistad era su mayor fortaleza, y sabían que siempre contarían con el uno y con el otro, sin importar lo que el futuro les deparara.
Con el corazón lleno de alegría y la promesa de seguir siendo amigos para siempre, Jhoan y Susana continuaron su camino, listos para enfrentar cualquier aventura que viniera en su camino.
Colorín colorado, este cuento se ha terminado.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.