Había una vez un niño llamado José Luis. José Luis era un niño de tres años, con ojos brillantes llenos de curiosidad y un espíritu aventurero. Siempre estaba corriendo de un lado a otro, explorando todo a su alrededor y desbordando energía. Aunque era un niño muy cariñoso y simpático, también tenía fama de ser muy inquieto, especialmente cuando se aburría. Parecía un pequeño torbellino, siempre en movimiento, siempre buscando algo nuevo que hacer.
El día que José Luis entró por primera vez en la escuela, sus padres estaban llenos de emoción y un poco de nerviosismo. Sabían que su pequeño era especial, con una mente inquisitiva y un corazón grande. Cuando llegaron a la puerta de la escuela, José Luis estaba agarrando con fuerza la mano de su madre, mirando todo con ojos grandes y expectantes.
La escuela era un lugar colorido y acogedor. Había dibujos y decoraciones por todas partes, creando un ambiente cálido y estimulante para los pequeños. La profesora, a quien todos llamaban cariñosamente «Profe», estaba esperando en la puerta para recibir a los nuevos estudiantes. La Profe era una mujer amable y sonriente, con una presencia calmante que inmediatamente puso a José Luis a gusto.
«¡Bienvenido, José Luis!», dijo la Profe con una sonrisa cálida. «Estoy muy contenta de conocerte. Vamos a tener un año maravilloso juntos.»
José Luis miró a la Profe con curiosidad y un poco de timidez, pero su sonrisa amigable lo tranquilizó. La Profe tomó su mano y lo llevó a su nueva aula, donde otros niños ya estaban explorando y jugando con los juguetes y materiales dispuestos por toda la habitación.
Desde el primer día, la Profe pudo ver que José Luis era un niño especial. Aunque a veces era un torbellino de energía, también mostraba una increíble capacidad para aprender y un deseo genuino de hacerlo bien en todo lo que intentaba. Su inquietud no era más que una expresión de su insaciable curiosidad y su deseo de explorar el mundo que lo rodeaba.
Durante los tres años que José Luis estuvo en la etapa infantil, la Profe se convirtió en una figura fundamental en su vida. Ella supo ver más allá de su energía incontrolable y reconoció sus grandes cualidades: su compañerismo, su bondad, su motivación y su empeño por esforzarse en todo. La Profe tenía una habilidad especial para captar la atención de José Luis y canalizar su energía en actividades constructivas y educativas.
José Luis también le tenía un gran cariño a la Profe. A pesar de su fama de inquieto, siempre se esforzaba por hacer lo mejor posible para hacerla sentir orgullosa. La Profe lo alentaba constantemente, elogiando sus esfuerzos y resaltando sus logros, por pequeños que fueran. Esta relación especial entre alumno y profesora ayudó a José Luis a florecer, desarrollando su potencial al máximo.
Uno de los recuerdos más entrañables de José Luis en la escuela fue el día que la Profe organizó una actividad especial sobre los insectos. Aunque José Luis era muy valiente y siempre estaba dispuesto a enfrentar nuevos desafíos, tenía un gran miedo a los insectos. La Profe, sabiendo esto, decidió hacer de la actividad una experiencia divertida y educativa.
«Hoy vamos a aprender sobre los insectos,» anunció la Profe. «Vamos a ver de cerca algunos insectos y aprender por qué son importantes para nuestro mundo.»
José Luis se sintió un poco nervioso, pero la Profe lo animó a participar. Trajo una caja de insectos inofensivos, como mariquitas y mariposas, y les permitió a los niños observarlos de cerca. Con el tiempo, José Luis comenzó a sentirse más cómodo y, para sorpresa de la Profe, incluso se ofreció a sostener una mariquita en su mano.
«¡Mira, Profe! ¡No me da miedo!», exclamó José Luis con una sonrisa triunfante.
La Profe sonrió y lo felicitó por su valentía. Fue un momento significativo para José Luis, ya que superó uno de sus miedos con el apoyo y la guía de su querida Profe. A partir de ese día, José Luis se sintió más seguro de sí mismo y más dispuesto a enfrentar nuevos retos.
Durante esos tres años, la Profe y José Luis compartieron muchos momentos especiales. Hubo días de risas y juegos, días de aprendizajes y descubrimientos, y también días de retos y superaciones. La Profe siempre estuvo allí para guiar, apoyar y alentar a José Luis, ayudándolo a desarrollar sus habilidades y a descubrir sus pasiones.
El tiempo pasó volando, y pronto llegó el último día de la etapa infantil de José Luis. La escuela organizó una pequeña ceremonia de despedida para los niños que pasarían a la siguiente etapa de su educación. Los padres, profesores y estudiantes se reunieron en el gimnasio decorado con globos y pancartas coloridas para celebrar este importante hito.
José Luis, vestido con su mejor ropa, se sentía emocionado y un poco triste al mismo tiempo. Sabía que iba a extrañar mucho a su Profe, quien había sido una figura tan importante en su vida durante esos tres años. Cuando llegó su turno de recibir su diploma, caminó hacia el escenario con una gran sonrisa en su rostro.
La Profe, con los ojos llenos de orgullo, le entregó el diploma y le dio un cálido abrazo. «Estoy muy orgullosa de ti, José Luis,» le dijo. «Has crecido tanto y has aprendido mucho. Sé que vas a seguir haciendo cosas maravillosas en tu vida.»
José Luis, conmovido por las palabras de la Profe, respondió: «Gracias, Profe. Usted ha sido la mejor maestra. Siempre voy a recordar todo lo que me enseñó.»
Después de la ceremonia, José Luis y la Profe se tomaron una foto juntos. Fue un momento especial que ambos guardarían en sus corazones para siempre. La Profe le dio a José Luis una pequeña libreta y un lápiz como regalo de despedida.
«Para que sigas escribiendo tus historias y dibujando tus aventuras,» le dijo con una sonrisa.
José Luis prometió usar la libreta para capturar todos los momentos especiales y las cosas que aprendiera en el futuro. Aunque su tiempo en la etapa infantil había terminado, sabía que su relación con la Profe siempre sería especial.
A medida que José Luis avanzaba en su educación, siempre llevaba consigo las lecciones y los recuerdos de esos tres años especiales. La Profe había dejado una huella indeleble en su corazón, enseñándole no solo el valor del conocimiento, sino también la importancia de la amabilidad, el compañerismo y la perseverancia.
Y así, la historia de José Luis y su Profe se convirtió en un hermoso capítulo de su vida, un capítulo lleno de amor, aprendizaje y crecimiento. Aunque el tiempo siguió avanzando y nuevas aventuras esperaban a José Luis, siempre recordaría con gratitud y cariño a la Profe que había creído en él y lo había guiado con tanto amor.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.