Cuentos de Amistad

La Aventura de Jhoan y la Piedra de la Memoria

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño y alegre pueblo, un grupo de amigos inseparables: Jhoan, Mateo, Iker, Hellen y Santiago. Siempre jugaban juntos y compartían muchas aventuras. A menudo exploraban el bosque cercano, inventando historias y buscando tesoros imaginarios. Se querían mucho y no podían imaginar un día sin estar juntos.

Una mañana soleada, Jhoan se levantó lleno de entusiasmo. Había soñado con una nueva aventura y no podía esperar para contarles a sus amigos. Se puso sus zapatos rápidamente y salió corriendo de su casa, directo a la plaza donde siempre se encontraban.

Al llegar, vio a Mateo, Iker, Hellen y Santiago hablando entre ellos. «¡Hola, chicos! ¿Vamos a jugar?» dijo Jhoan con una gran sonrisa. Pero algo extraño sucedió. Sus amigos lo miraron con rostros confusos.

«¿Quién eres?» preguntó Mateo, ajustando sus gafas para ver mejor.

«Sí, no te conocemos,» agregó Hellen, moviendo sus trenzas rubias de un lado a otro.

Jhoan se quedó desconcertado. «¿Cómo que no me conocen? Soy Jhoan, su mejor amigo.»

Iker, el más deportivo del grupo, frunció el ceño. «Nunca hemos oído hablar de ti.»

Santiago, con su cabello rizado y siempre lleno de ideas, miró a los demás y dijo: «Tal vez deberíamos irnos. Este niño es un extraño.»

Jhoan sintió su corazón romperse en mil pedazos. ¿Cómo podían sus amigos no recordarlo? Sabía que algo andaba mal. De repente, recordó una antigua leyenda que su abuela solía contarle sobre la Piedra de la Memoria, una piedra mágica que podía borrar los recuerdos de las personas.

«Esto debe ser obra de la piedra,» pensó Jhoan. Decidido a recuperar a sus amigos, Jhoan supo que tenía que encontrar la piedra antes de que fuera demasiado tarde.

Sin perder más tiempo, Jhoan se adentró en el bosque. Sabía que la Piedra de la Memoria se encontraba en algún lugar entre los árboles, pero no tenía idea de por dónde empezar. Mientras caminaba, escuchó una suave melodía. Siguiendo el sonido, llegó a un claro donde un anciano de aspecto sabio tocaba una flauta.

«Hola, pequeño,» dijo el anciano, «¿qué te trae por aquí?»

Jhoan explicó su situación, esperando que el anciano pudiera ayudarlo. «Mis amigos han olvidado quién soy. Creo que es por la Piedra de la Memoria. ¿Sabe dónde puedo encontrarla?»

El anciano asintió lentamente. «La Piedra de la Memoria es poderosa y peligrosa. Se encuentra en el corazón del bosque, custodiada por antiguos guardianes. No será fácil llegar hasta ella.»

Jhoan, decidido, respondió: «Haré lo que sea necesario para recuperar a mis amigos.»

El anciano sonrió. «Muy bien, joven valiente. Te daré algo que te ayudará en tu búsqueda.» Sacó una pequeña brújula de su bolsillo y se la entregó a Jhoan. «Esta brújula te guiará hasta la piedra, pero debes recordar que la verdadera fuerza está en tu corazón.»

Jhoan tomó la brújula con gratitud y se despidió del anciano. Siguió el rumbo indicado por la brújula, adentrándose cada vez más en el bosque. El camino era difícil y a veces se sentía solo, pero pensaba en sus amigos y eso le daba fuerzas para continuar.

Después de un largo rato, Jhoan llegó a un puente que cruzaba un río caudaloso. Al otro lado del puente, vio a un enorme dragón durmiendo. La brújula indicaba que debía cruzar, pero ¿cómo hacerlo sin despertar al dragón?

Con mucho cuidado, Jhoan comenzó a cruzar el puente, intentando no hacer ruido. Justo cuando estaba a punto de llegar al otro lado, una tabla crujió bajo sus pies. El dragón abrió un ojo y miró directamente a Jhoan.

«¿Quién osa perturbar mi descanso?» rugió el dragón.

Jhoan, tratando de no mostrar miedo, respondió: «Soy Jhoan y busco la Piedra de la Memoria para recuperar a mis amigos.»

El dragón se rió. «Muchos han intentado y han fracasado. ¿Qué te hace pensar que tú tendrás éxito?»

Jhoan recordó las palabras del anciano. «Porque no estoy solo. Tengo el amor y los recuerdos de mis amigos conmigo. Eso me da fuerza.»

El dragón, impresionado por la valentía de Jhoan, asintió. «Bien, te dejaré pasar. Pero debes saber que el camino adelante será aún más difícil.»

Jhoan agradeció al dragón y continuó su viaje. La brújula lo llevó a través de valles y colinas hasta llegar a una cueva oscura. Dentro de la cueva, había tres puertas, cada una con un símbolo diferente.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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