En una pequeña ciudad llena de misterio y aventuras, vivían cinco amigos muy especiales: Jhoan, Hellen, Santiago, Celeste e Iker. Estos amigos no eran niños comunes y corrientes, sino niños con habilidades mágicas y monstruosas. Cada uno tenía un poder único que los hacía muy especiales.
Jhoan tenía la habilidad de la visión zombi, lo que le permitía ver cosas que los demás no podían. Hellen era una pequeña bruja con una varita mágica que podía hacer hechizos increíbles. Santiago era muy rápido, como un hombre lobo, y podía correr a velocidades increíbles. Celeste y Mateo podían crear lluvia con solo desearlo, llenando el cielo de nubes y gotas de agua mágicas.
Una mañana, los padres monstruo dejaron a los chicos en la escuela, como cualquier otro día. Pero ese día no sería como los demás. Los chicos estaban muy emocionados porque habían planeado una gran sorpresa para sus padres. Querían limpiar los autos de sus padres antes de que terminaran las clases. Pero no sería una tarea fácil, necesitaban hacer uso de sus poderes especiales.
—¡Vamos a hacerlo! —dijo Jhoan, lleno de entusiasmo—. Cuando caiga el sol, gritaremos ‘¡Arriba, monstruo!’ y nos transformaremos en nuestros verdaderos seres monstruosos.
Los demás amigos asintieron, sabiendo que la aventura estaba a punto de comenzar. Durante el día, intentaron concentrarse en sus clases, pero la emoción era demasiada. Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse, Jhoan dio la señal.
—¡Arriba, monstruo! —gritó, y al instante, los chicos se transformaron.
El autobús escolar, que hasta ese momento había parecido normal, también se transformó. Se convirtió en un autobús con alas, listo para cualquier aventura. Los chicos miraron los autos de sus padres, que parecían sucios y necesitaban una buena limpieza.
—Hellen, usa tu magia monstruo para crear una esponja grande —dijo Jhoan—. Necesitamos algo poderoso para limpiar estos autos rápidamente.
Hellen asintió y levantó su varita. —Monstruo magia, cumple mi sueño, que este trabajo sea pequeño —dijo, y al instante, apareció una esponja gigante. Pero había un problema, necesitaba más poder para funcionar.
—Necesitamos más poderes —dijo Celeste—. Jhoan, usa tu visión zombi para encontrar la mejor manera de limpiar los autos.
Jhoan cerró los ojos y, usando su visión zombi, encontró una manera de hacer que la esponja funcionara aún mejor. —Mateo y Celeste, usen sus poderes para crear lluvia —dijo.
Mateo y Celeste levantaron las manos y, de repente, el cielo se llenó de nubes y comenzó a llover. La esponja absorbió la lluvia y creció aún más, lista para limpiar los autos.
—¡Santiago, usa tu velocidad de hombre lobo para moverte rápido y limpiar todos los autos! —dijo Jhoan.
Santiago, con su increíble velocidad, comenzó a moverse rápidamente, limpiando los autos uno por uno. Pero justo cuando pensaban que todo estaba bajo control, las mascotas monstruo de Jhoan y Hellen decidieron unirse a la diversión.
Las mascotas, traviesas y juguetonas, comenzaron a correr con la esponja mágica. Los chicos intentaron atraparlas, pero eran muy rápidas.
—¡Debemos detenerlas! —gritó Iker, mientras corría tras las mascotas.
Los chicos usaron todos sus poderes para tratar de atrapar a las mascotas. El autobús escolar volador los siguió desde el aire, proporcionando apoyo. Finalmente, lograron acorralar a las mascotas en un rincón del patio de la escuela.
—Hellen, deshaz el hechizo —dijo Jhoan—. Necesitamos que los autos vuelvan a su tamaño normal antes de que los padres vengan a recogerlos.
Hellen levantó su varita y dijo: —Monstruo magia, tú que eres grande, estos autos ahora expande.
Al instante, los autos volvieron a su tamaño normal, relucientes y limpios. Los chicos suspiraron aliviados, sabiendo que habían logrado su objetivo justo a tiempo.
Cuando los padres llegaron, quedaron impresionados al ver sus autos tan limpios. —¿Cómo lo hicieron? —preguntaron, asombrados.
Los chicos se miraron y sonrieron, pero guardaron el secreto de su aventura. —Fue solo un poco de trabajo en equipo y algo de magia —dijo Jhoan, guiñando un ojo a sus amigos.
Esa noche, los cinco amigos se fueron a dormir sintiéndose orgullosos de lo que habían logrado. Sabían que siempre podían contar el uno con el otro y que sus habilidades monstruosas los harían capaces de enfrentar cualquier desafío.
Y así, en una pequeña ciudad llena de misterio y aventuras, los amigos Jhoan, Hellen, Santiago, Celeste e Iker siguieron viviendo emocionantes aventuras, sabiendo que la verdadera magia estaba en su amistad y en trabajar juntos.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.