Cuentos de Amistad

La Fuerza de la Amistad

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Sofía siempre había sido una niña tímida. Le costaba hacer amigos, y muchas veces se sentía invisible entre sus compañeros. Pero, en el fondo, había algo que siempre la mantenía esperanzada: su grupo de amigos, que eran como una segunda familia para ella. Entre esos amigos estaban Ana, una chica alegre y valiente; Daniel, un chico con un corazón de oro; Alexa, la amiga más inteligente y siempre dispuesta a ayudar; y Jesús, un chico que siempre sabía cómo hacer reír a todos.

Un día, Sofía llegó a la escuela con una gran preocupación. Había notado que una de sus compañeras, Valeria, siempre llegaba triste y callada a clase. Aunque intentaba ser amable con ella, Sofía nunca había logrado acercarse lo suficiente como para entender qué le pasaba. Sin embargo, ese día algo fue diferente. Valeria, al llegar al salón, parecía más apagada que nunca. Sofía no pudo evitar preguntarse si había algo que podía hacer.

Después de la clase, Sofía decidió hablar con Ana sobre lo que había notado.

—Ana, ¿te has dado cuenta de lo diferente que está Valeria últimamente? —le preguntó Sofía, mientras caminaban por el pasillo.

Ana la miró con seriedad.

—Sí, he notado lo mismo. Siempre está callada, y no se ríe como antes. A veces parece como si estuviera cargando con algo muy pesado.

Sofía frunció el ceño, preocupada. Decidieron ir a hablar con Valeria, pero no sabían si ella estaría dispuesta a abrirse.

A la mañana siguiente, cuando Valeria llegó al salón, Sofía y Ana se acercaron con cautela.

—Valeria, ¿te gustaría salir a dar una vuelta? —le ofreció Ana con una sonrisa amable.

Valeria miró a las dos amigas, y por un momento, pareció vacilar. Finalmente, asintió con un pequeño suspiro.

—Sí, me gustaría —respondió, y juntas salieron al patio.

Mientras caminaban por el jardín de la escuela, Valeria comenzó a hablar, aunque su voz temblaba un poco al principio.

—No sé si debo contarles esto… —dijo Valeria con la mirada baja—. Pero últimamente me siento muy mal en casa. Mi mamá no para de pelear con mi papá, y siempre me hace sentir como si fuera mi culpa. Él me grita, me llama tonta y me dice que nunca voy a ser suficiente. A veces, me siento tan triste que me cuesta levantarmi de la cama.

Sofía y Ana se miraron, impactadas. No podían creer lo que Valeria les estaba contando.

—Valeria, lo que te está pasando no está bien —dijo Ana con firmeza—. Nadie, ni en casa ni en ninguna parte, tiene el derecho de hacerte sentir inferior. Lo que estás viviendo no es tu culpa, y no mereces que te traten así.

Sofía asintió, con lágrimas en los ojos. No podía imaginar lo que Valeria debía estar viviendo.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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