Cuentos de Amistad

La Gran Amistad de Santiago, Alex, Carlos y Samir

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En el pequeño pueblo de San Lucas, cuatro amigos inseparables disfrutaban cada día como si fuera el último. Santiago, Alex, Carlos y Samir eran conocidos en toda la escuela por su amor al fútbol y sus interminables aventuras. Desde pequeños, habían estado juntos en las buenas y en las malas, y no había nada que disfrutaran más que pasar el tiempo en el campo de fútbol, soñando con ser algún día grandes jugadores.

Santiago, con su cabello rizado y siempre desordenado, era el más apasionado por el fútbol. Llevaba su camiseta de su equipo favorito a todos lados, incluso cuando no estaban jugando. Alex, el más alto del grupo, con su cabello rubio y lacio, siempre llevaba gafas que le daban un aire intelectual, aunque su verdadera pasión era también el deporte. Carlos, de piel morena y una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación, era el bromista del grupo, siempre haciendo reír a todos. Por último, Samir, con su cabello negro y ondulado, era el más serio y dedicado a los estudios, pero nunca dejaba de lado a sus amigos ni su amor por el fútbol.

Cada tarde, después de la escuela, los cuatro amigos se reunían en el parque del barrio. Allí, jugaban partidos interminables hasta que el sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas. A veces, otros niños del barrio se unían a ellos, pero la mayoría de las veces era solo el grupo de cuatro, practicando tiros a gol, regates y estrategias como si estuvieran preparándose para la final de la Copa del Mundo.

Pero no todo era fútbol en la vida de estos amigos. También les encantaba explorar los alrededores del pueblo, siempre en busca de nuevas aventuras. Un día podían estar trepando árboles en el bosque cercano, y al siguiente, inventando historias de piratas y tesoros escondidos en el viejo molino abandonado. No importaba lo que hicieran, siempre estaban juntos, apoyándose y divirtiéndose.

Sin embargo, había algo en lo que no eran muy buenos: la organización. Las tareas escolares solían quedar relegadas al último momento, y muchas veces llegaban a clase sin haber hecho los deberes. Sus profesores les advertían una y otra vez sobre la importancia de ser responsables, pero la pasión por el fútbol y las aventuras siempre ganaba. La profesora de matemáticas, la señorita Rosa, solía decirles que si dedicaran al estudio la misma energía que ponían en el fútbol, serían los mejores de la clase.

A pesar de las constantes advertencias de sus profesores, los amigos no cambiaban sus hábitos. Sabían que el próximo año todo sería diferente, ya que no todos continuarían en la misma escuela. Las familias de Alex y Samir planeaban mudarse a otras ciudades debido al trabajo de sus padres. La idea de separarse les resultaba dolorosa, pero no querían pensar mucho en ello y preferían disfrutar al máximo el tiempo que les quedaba juntos.

El tiempo pasó rápidamente, y pronto llegó el último día de clases. Fue un día agridulce para los cuatro amigos. Aunque estaban emocionados por las vacaciones de verano, sabían que este sería su último día juntos en la misma escuela. Decidieron organizar un partido de despedida en el parque, invitando a todos los niños del barrio. Fue un

partido lleno de risas, goles espectaculares y, sobre todo, mucha camaradería. Al final del día, se sentaron en el césped, cansados pero felices, recordando todos los momentos compartidos.

Durante las vacaciones, Santiago, Carlos, Alex y Samir trataron de mantenerse en contacto lo más posible. Sin embargo, con las mudanzas de Alex y Samir, la distancia comenzó a hacer mella en su amistad. Aunque hablaban por teléfono y se enviaban mensajes, no era lo mismo que estar juntos todos los días.

Santiago y Carlos continuaron en la misma escuela, pero las cosas no eran igual sin sus otros dos amigos. Seguían jugando al fútbol y viviendo aventuras, pero siempre sentían que faltaba algo. Decidieron enfocarse más en sus estudios, recordando las palabras de la señorita Rosa, y pronto comenzaron a ver mejoras en sus calificaciones.

Un año pasó rápidamente, y aunque Santiago y Carlos se habían adaptado a la nueva situación, no dejaban de extrañar a Alex y Samir. Fue entonces cuando ocurrió algo inesperado. Un día, mientras jugaban fútbol en el parque, recibieron una llamada de Alex. Les contó que su familia planeaba visitar San Lucas durante el verano y que Samir también se uniría a ellos.

La emoción de Santiago y Carlos no tenía límites. No podían esperar a reencontrarse con sus amigos y vivir nuevas aventuras juntos. Comenzaron a planear todo lo que harían cuando estuvieran juntos de nuevo: partidos de fútbol, exploraciones en el bosque, y tal vez, una visita al viejo molino abandonado.

Finalmente, el día llegó. Alex y Samir volvieron a San Lucas, y el reencuentro fue aún más emotivo de lo que habían imaginado. Se abrazaron, rieron y recordaron viejas historias como si el tiempo no hubiera pasado. Decidieron que, aunque no podían estar juntos todo el tiempo, siempre harían lo posible por reunirse y mantener viva su amistad.

Durante ese verano, los cuatro amigos hicieron más recuerdos inolvidables. Jugaron interminables partidos de fútbol, exploraron nuevos rincones del bosque y, por supuesto, fueron expulsados de algunos lugares por ser demasiado inquietos. Incluso lograron entrar al centro comercial donde les habían prohibido la entrada el año anterior, pero esta vez prometieron portarse bien y solo fueron a ver una película.

Alex y Samir también tenían novedades para compartir. Ambos habían hecho nuevos amigos en sus respectivas ciudades y estaban interesados en cosas nuevas. Alex había comenzado a tocar la guitarra y Samir se había unido al equipo de debate de su escuela. Santiago y Carlos se alegraron mucho por ellos, pero también se sintieron inspirados para buscar nuevos intereses y actividades.

El verano pasó volando, y aunque el día de la despedida fue difícil, los cuatro amigos sabían que esta vez no permitirían que la distancia se interpusiera en su amistad. Prometieron mantenerse en contacto y planearon reunirse al menos una vez al año, sin importar dónde estuvieran.

De vuelta en sus respectivas ciudades, cada uno de los amigos siguió creciendo y aprendiendo. Santiago y Carlos continuaron mejorando en sus estudios, y también encontraron nuevos pasatiempos. Santiago se unió al club de ciencias de la escuela y Carlos empezó a practicar baloncesto. Aunque seguían jugando al fútbol, disfrutaban de la diversidad de actividades que ahora formaban parte de sus vidas.

La siguiente reunión llegó antes de lo esperado. En el cumpleaños de Santiago, sus padres organizaron una gran fiesta sorpresa e invitaron a Alex y Samir. Fue una sorpresa maravillosa, y todos pasaron un día increíble, recordando que, aunque el tiempo pasara y las cosas cambiaran, su amistad siempre sería fuerte.

Con cada reunión, los amigos se dieron cuenta de que, aunque no pudieran estar juntos todo el tiempo, los verdaderos amigos siempre están conectados de alguna manera. Su amistad, forjada en los días de fútbol y aventuras, era un vínculo que resistiría la prueba del tiempo y la distancia.

Al llegar a la adolescencia, Santiago, Alex, Carlos y Samir siguieron siendo amigos inseparables. Sus caminos podían ser diferentes, pero cada vez que se encontraban, era como si no hubiera pasado el tiempo. Aprendieron que la amistad verdadera no se mide por la cantidad de tiempo que se pasa juntos, sino por la calidad de los momentos compartidos y el apoyo incondicional que se brindan unos a otros.

Y así, los cuatro amigos continuaron viviendo aventuras, persiguiendo sueños y, sobre todo, apoyándose mutuamente en cada paso del camino. Sabían que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían un lugar especial en el corazón para aquellos días de fútbol en el parque y para los amigos que hicieron que cada día fuera una nueva aventura.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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