La Sorpresa de Claudia

Claudia era una niña de doce años, con el pelo largo y castaño, ondulado, y unos ojos marrones que brillaban con curiosidad y alegría. Aunque era bajita, siempre destacaba con su falda corta de color salmón y una camiseta blanca, su prenda favorita. Claudia tenía tres mejores amigas: Marta, Paula y Ana.

Marta también tenía doce años, pero era alta y delgada, con el pelo corto y liso de color castaño y ojos marrones. Siempre vestía con unos pantalones vaqueros negros cortos y una camiseta de una manga morada, que le daba un aire moderno y fresco. Paula, por otro lado, era bajita como Claudia, con el pelo corto y liso castaño y ojos marrones. Su prenda favorita eran unos vaqueros blancos cortos y una camiseta azul de pico. Finalmente, Ana, con su pelo rubio medio de largo y ojos azules, era una apasionada del fútbol y siempre llevaba una camiseta del Betis junto con sus pantalones blancos cortos.

Un día, Claudia comenzó a sentirse mal. Le dolía mucho la barriga y sus amigas se preocuparon mucho por ella. Marta, Paula y Ana no sabían qué hacer para ayudar a su amiga, pero decidieron que lo mejor sería acompañarla y apoyarla en todo momento.

Claudia fue al médico al día siguiente, y tras algunos exámenes, le dijeron que necesitaba una operación. La noticia asustó mucho a Claudia y a sus amigas. Las tres chicas se miraron con preocupación, pero decidieron que no dejarían que su amiga pasara por esto sola.

Mientras Claudia estaba en el hospital, sus amigas idearon un plan para animarla. Decidieron organizar una fiesta sorpresa para cuando Claudia volviera a casa. Querían que supiera cuánto la querían y que estaban allí para ella en todo momento.

El día de la operación, Marta, Paula y Ana se reunieron en casa de Claudia para preparar todo. Inflaron globos, colgaron guirnaldas y prepararon una mesa con la comida favorita de Claudia. Además, hicieron una pancarta enorme que decía «¡Bienvenida a casa, Claudia!»

La operación fue un éxito y, aunque Claudia estaba cansada y un poco dolorida, se sintió muy aliviada al saber que todo había salido bien. Cuando llegó a casa, fue recibida por sus amigas con abrazos y sonrisas. Al ver la decoración y la fiesta que habían preparado, Claudia no pudo evitar emocionarse.

Sus amigas la llevaron al parque cercano, donde habían preparado una segunda parte de la sorpresa. Habían invitado a otros amigos y familiares para celebrar la recuperación de Claudia. Hubo juegos, risas y mucha diversión. Marta, Paula y Ana habían pensado en todo, desde la música hasta los bocadillos.

Durante la fiesta, Claudia se dio cuenta de lo afortunada que era por tener a esas amigas tan especiales. No solo la habían apoyado durante un momento difícil, sino que también habían hecho todo lo posible por hacerla feliz. Se dio cuenta de que la verdadera amistad se trataba de estar allí en los momentos buenos y malos, y de hacer sentir especial a la otra persona.

Al final del día, cuando las chicas estaban sentadas en el césped, Claudia les agradeció de todo corazón. «No sé qué habría hecho sin vosotras,» dijo, con lágrimas de felicidad en los ojos. Marta, Paula y Ana sonrieron y la abrazaron.

«Siempre estaremos aquí para ti, Claudia,» dijo Marta. «Porque somos amigas para siempre.»

La tarde terminó con las cuatro amigas mirando el atardecer, sabiendo que, sin importar lo que pasara, siempre se tendrían las unas a las otras. La sorpresa de Claudia no solo había sido una fiesta, sino la confirmación de que tenía a las mejores amigas del mundo, amigas con las que podía contar en cualquier momento.

Y así, Claudia, Marta, Paula y Ana siguieron viviendo muchas más aventuras juntas, con la certeza de que su amistad era un tesoro invaluable.

Fin.