En un pequeño y alegre pueblo, donde las flores parecían sonreír y los pájaros cantaban dulces melodías, vivían dos amigas inseparables: Aroha y Leyre. Aroha era una niña de ocho años llena de imaginación y energía, siempre lista para una nueva aventura. Leyre, también de ocho años, era reflexiva y gentil, con una sonrisa que iluminaba el día de cualquiera.
El cumpleaños de Leyre estaba cerca, y Aroha quería hacer algo especial para su mejor amiga. Quería que fuera un día inolvidable, lleno de sorpresas y alegría. Así que, con mucho entusiasmo, Aroha comenzó a planear la fiesta de cumpleaños perfecta.
Durante días, Aroha trabajó en secreto, preparando invitaciones, decorando la sala de su casa y eligiendo el pastel más delicioso. Quería que cada detalle fuera perfecto para Leyre. Incluso hizo una piñata con forma de estrella, sabiendo lo mucho que a Leyre le gustaban las estrellas.
Finalmente, llegó el gran día. Leyre no sabía nada de la sorpresa que le esperaba. Aroha la invitó a su casa con la excusa de jugar juntas. Cuando Leyre entró a la sala, se encontró con una habitación llena de globos de colores, guirnaldas brillantes y un gran cartel que decía: «¡Feliz Cumpleaños Leyre!»
Los ojos de Leyre se llenaron de asombro y felicidad. Nunca había tenido una fiesta de cumpleaños sorpresa. Todos sus amigos del colegio estaban allí, sonriendo y gritando «¡Sorpresa!»
La fiesta fue un torbellino de risas, juegos y bailes. Aroha y Leyre jugaron con sus amigos, rompieron la piñata y compartieron el delicioso pastel. Leyre se sentía como la niña más afortunada del mundo, rodeada de amigos y amor.
Pero Aroha tenía aún una sorpresa más. Sacó un pequeño paquete envuelto en papel brillante y se lo entregó a Leyre. Al abrirlo, Leyre descubrió un diario hermosamente decorado con una nota que decía: «Para que escribas tus sueños y aventuras». Leyre abrazó a Aroha, agradeciéndole por el regalo más especial de todos.
Mientras la fiesta continuaba, Leyre pensaba en lo afortunada que era de tener una amiga como Aroha. Una amiga que había dedicado tanto tiempo y amor para hacer su cumpleaños especial.
La fiesta de cumpleaños de Leyre fue más que una celebración; fue un recordatorio del poder de la amistad. Ese día, Leyre y Aroha comprendieron que la amistad no se trata solo de jugar y reír juntas, sino también de cuidarse y hacerse felices la una a la otra.
Cuando la fiesta terminó y los últimos invitados se fueron, Leyre y Aroha se quedaron sentadas juntas, hablando de sus sueños y risas. Se prometieron que siempre estarían allí la una para la otra, en los cumpleaños, en los días tristes y en cada aventura que la vida les presentara.
Y así, en un pequeño pueblo lleno de alegría y amistad, Leyre y Aroha continuaron creciendo juntas, compartiendo sueños, aventuras y una amistad que duraría toda la vida.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.