Cuentos de Amistad

La Tristeza de Sofía

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Sofía era una niña muy alegre, siempre sonriendo y jugando con sus amigos. Tenía seis años y le encantaba correr, saltar y hacer cosas divertidas. Pero hoy, algo se sentía diferente. Aunque estaba en el parque con su mamá y su papá, no se sentía tan feliz como siempre.

Sofía miraba a su alrededor, esperando encontrar a alguien con quien jugar. Sus amigos estaban allí, pero no parecían prestarle atención. Iván, su amigo de la escuela, estaba jugando con un balón cerca, pero no la miraba. Ella levantó la mano, esperando que Iván la viera, pero él no la vio y siguió jugando solo. Sofía sintió un pequeño nudo en su estómago. Se acercó un poco, pero él estaba tan concentrado en su juego que ni siquiera se dio cuenta de que ella estaba cerca.

—¿Por qué no me miran? —pensó Sofía, mientras se sentaba sola en una de las bancas del parque, sintiéndose triste.

Miró a su mamá, que la observaba desde lejos, y luego a su papá, que estaba en la otra esquina, leyendo un libro. Nadie parecía darse cuenta de que Sofía se sentía sola. Sus amigos estaban jugando juntos, pero Sofía no estaba invitada. Se sintió como si no encajara, como si no pudiera unirse a sus juegos.

—Mami, ¿puedo ir a jugar con Iván? —preguntó Sofía, levantándose de la banca.

Su mamá la miró con una sonrisa triste, sabiendo que Sofía no quería jugar sola. Le hizo un gesto para que se acercara.

—Claro, cariño. Pero recuerda que siempre puedes pedirles a tus amigos que te incluyan en su juego. Si te sientes triste, siempre puedes venir a hablar conmigo.

Sofía asintió, pero no estaba segura de qué hacer. A veces, no sabía cómo pedirle a Iván que jugara con ella. Le daba un poco de vergüenza interrumpir su juego, aunque sabía que era su amigo y siempre se divertían mucho juntos.

Decidió acercarse a Iván de todos modos. Con paso lento, se acercó al grupo donde él jugaba con el balón. Se sintió un poco nerviosa, pero también decidida a no quedarse sola. Cuando llegó, Iván la miró y sonrió.

—¡Hola, Sofía! —dijo Iván, dándole una patada al balón—. ¿Quieres jugar?

Sofía, al escuchar eso, se sintió mucho mejor. Su corazón dio un salto de alegría y su rostro se iluminó. Sonrió de vuelta.

—¡Sí! —respondió Sofía, saltando de alegría.

Ambos comenzaron a correr detrás del balón, riendo y disfrutando de su juego. Sofía se dio cuenta de que no era tan difícil pedir que la incluyeran, solo tenía que ser valiente y dar el primer paso. A partir de ese momento, Iván le pasó el balón y ambos jugaron juntos durante un largo rato, riendo y saltando.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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