En un mundo donde la magia y la fantasía se entrelazan, se encuentra el Reino de los Sueños, un lugar mágico y lleno de color. En este reino vive Amy, una niña especial de 4 años con pelo castaño, ojos claros y una sonrisa radiante. Amy tiene TEA, lo que la hace única en su forma de ver el mundo. A pesar de no hablar, su expresión habla por sí sola.
Cada mañana, antes de que el sol ilumine el reino, Amy se dirige al Centro de Autismo para sus terapias, donde aprende a descubrir nuevos caminos en su mente brillante. Luego, se aventura a su escuelita, un lugar donde la creatividad y la alegría se funden en cada rincón.
Los martes y jueves, Amy asiste a sus clases de ballet, donde el arte de la danza cobra vida en cada movimiento. Su corazón se llena de emoción al ver a su mejor amiga, Camila, una niña igual de especial que ella. Camila, con su cabello chino y su risa traviesa, es el complemento perfecto para Amy.
El día que Amy y Camila bailan juntas es mágico. Sus zapatillas de ballet se deslizan sobre el suelo como si fueran alas, llevándolas a un lugar donde solo existen la música y la armonía. Amy sigue cada paso con gracia, mientras que Camila, con su energía desbordante, añade un toque de alegría a cada vuelta y salto.
Un día, mientras practicaban una nueva coreografía en el gran teatro del Reino de los Sueños, un nuevo personaje misterioso apareció en la audiencia. Era la Señora de los Cisnes, una antigua bailarina que ahora cuidaba de los sueños y deseos de los habitantes del reino. Con una sonrisa cálida, se acercó a las niñas después de su ensayo.
«¡Qué hermosa danza!», exclamó la Señora de los Cisnes. «He visto muchos bailarines en mis días, pero hay algo muy especial en cómo ustedes dos se complementan.»
Amy miró a Camila, y aunque no dijo nada, sus ojos brillaron con emoción. Camila, siempre la más habladora, respondió con entusiasmo. «¡Gracias! Somos mejores amigas y nos encanta bailar juntas. ¿Verdad, Amy?»
La Señora de los Cisnes sonrió y les hizo una propuesta emocionante. «En este reino, cada cien años, se celebra el Gran Baile de los Sueños, donde los mejores bailarines se presentan ante todo el reino. Me encantaría que ustedes representaran a la escuela de ballet este año.»
Las niñas aceptaron con alegría y comenzaron a prepararse para el evento más importante de sus jóvenes vidas. Días y noches, practicaron sus pasos, afinaron su sincronía y trabajaron en una coreografía que contaba la historia de su amistad — una danza que empezaba con movimientos suaves y sencillos que poco a poco se transformaban en un torbellino de saltos y giros emocionantes.
Finalmente, llegó la noche del Gran Baile de los Sueños. El teatro estaba adornado con luces brillantes y cintas de colores que danzaban al viento. El reino entero había venido a verlas bailar. Amy y Camila, vestidas con sus tutús más espléndidos, se tomaron de las manos antes de salir al escenario.
La música comenzó, suave y dulce, y ellas se movían como si fueran una con la melodía. Amy, en su silencio, expresaba cada nota con su cuerpo, y Camila, con su risa ligera, parecía volar sobre el escenario. Juntas, crearon un espectáculo de pura belleza y emoción que tocó el corazón de todos los presentes.
Al final de la danza, el aplauso fue ensordecedor. La Señora de los Cisnes subió al escenario con lágrimas en los ojos. «Nunca antes había visto una actuación que capturara tan bellamente el espíritu de nuestro reino. Amy y Camila, ustedes han hecho más que bailar esta noche; han tejido sus sueños en cada paso que han dado.»
El reino celebró hasta el amanecer, y Amy y Camila, las bailarinas del Reino de los Sueños, se abrazaron, sabiendo que su amistad y su pasión por la danza las había llevado a realizar algo mágico y memorable.
Y así, en el Reino de los Sueños, donde la magia baila en el aire y la amistad es el lazo más fuerte, Amy y Camila siguieron danzando, explorando nuevos sueños y creando nuevas historias que contar.
Con este cuento, espero haber capturado la esencia de una amistad mágica y el poder de los sueños compartidos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.