En una escuela donde lo ordinario se encontraba con lo extraordinario, vivían cinco amigos inseparables: Jhoan, Mateo, Santiago, Hellen y Dulce María. Estos amigos no eran solo estudiantes; formaban una banda conocida como los «Rainbow Rainbooms». Su música era tan alegre y contagiosa que siempre lograba sacar una sonrisa a quienes la escuchaban. Jhoan, con su personalidad brillante y carismática, lideraba la banda con entusiasmo. Mateo, el enérgico pelirrojo, se encargaba de la batería, creando ritmos que hacían que todos quisieran bailar. Santiago, calmado y reflexivo, tocaba el bajo, siempre pensando en nuevas melodías. Hellen, la amable y intuitiva, tocaba el teclado, añadiendo un toque mágico a cada canción. Y Dulce María, siempre con una sonrisa cálida, era la vocalista, llenando el aire con su voz dulce y melodiosa.
Un día, la directora de la escuela hizo un emocionante anuncio: se organizaría un concurso de bandas, y el premio sería un concierto en el auditorio más grande de la ciudad. Los «Rainbow Rainbooms» no podían estar más emocionados. Esta era su oportunidad de mostrar al mundo lo que podían hacer. Desde el momento en que se enteraron, comenzaron a ensayar con dedicación. Jhoan dirigía los ensayos con energía, Mateo practicaba nuevos ritmos emocionantes, Santiago creaba líneas de bajo que hacían que sus canciones fueran irresistibles, Hellen añadía melodías encantadoras con su teclado, y Dulce María cantaba con el corazón, haciendo que cada ensayo fuera especial.
Sin embargo, justo el día del anuncio del concurso, tres chicas nuevas llegaron a la escuela. Se llamaban Adagio, Aria y Sonata, pero preferían que las llamaran «Las Dazzlings». Desde el primer momento, había algo extraño en ellas. Llevaban collares brillantes que parecían resplandecer con una luz propia, y cuando caminaban por los pasillos, todos los ojos se posaban en ellas. Eran misteriosas y tenían un aire de confianza que hacía que todos se sintieran un poco nerviosos.
Al principio, los «Rainbow Rainbooms» no les prestaron mucha atención. Estaban demasiado ocupados ensayando y planificando su actuación para el concurso. Pero pronto notaron algo inquietante. Cada vez que las Dazzlings cantaban, los estudiantes comenzaban a discutir y a competir entre ellos de una manera que nunca antes habían visto. Lo que solían ser amistosas rivalidades se convertía en hostilidad abierta, y la atmósfera en la escuela se volvía cada vez más tensa.
Un día, durante uno de sus ensayos, los «Rainbow Rainbooms» comenzaron a hablar sobre lo que estaba sucediendo.
—¿Han notado cómo la escuela ha cambiado desde que llegaron esas chicas? —preguntó Jhoan, mientras afinaba su guitarra.
—Sí —respondió Santiago, con su tono reflexivo—. Es como si todo el mundo estuviera enfadado sin razón.
—Y cada vez que las Dazzlings cantan, las cosas empeoran —añadió Mateo, golpeando suavemente su batería, pensando en el extraño comportamiento de sus compañeros.
Hellen asintió, preocupada.
—Creo que sus collares tienen algo que ver con esto. He sentido una energía extraña cada vez que las veo.
—¿Qué podemos hacer? —preguntó Dulce María, su voz normalmente alegre ahora teñida de preocupación—. No podemos dejar que arruinen el concurso, ni nuestra escuela.
Jhoan se levantó de su asiento, decidido.
—Tenemos que descubrir qué están haciendo y detenerlas. Pero primero, debemos asegurarnos de que nuestra música sea lo suficientemente fuerte como para contrarrestar lo que sea que estén haciendo.
Los cinco amigos decidieron aumentar sus ensayos y trabajar en una canción especial que podría proteger a la escuela de la influencia de las Dazzlings. Comenzaron a experimentar con nuevos sonidos, fusionando sus talentos de una manera que nunca antes habían intentado. Jhoan creó un riff de guitarra que hacía que todo el mundo se sintiera más fuerte. Mateo añadió un ritmo que hacía que el corazón latiera más rápido. Santiago compuso una línea de bajo profunda y resonante que transmitía seguridad. Hellen creó una melodía en el teclado que era como un rayo de sol en un día nublado, y Dulce María trabajó en una letra que hablaba de amistad y unidad, algo que ellos sabían que necesitaban más que nunca.
Mientras los «Rainbow Rainbooms» ensayaban, las Dazzlings se enteraron de sus planes. Adagio, la líder del grupo, sonrió de manera maliciosa.
—Esos niños piensan que pueden detenernos con su música —dijo, con un tono burlón.
—Deberíamos mostrarles lo que es el verdadero poder —añadió Aria, con una sonrisa fría.
—¡Sí! —dijo Sonata, siempre entusiasta—. Hagámosles saber quién manda aquí.
Las Dazzlings comenzaron a cantar más a menudo, intensificando su control sobre los estudiantes de la escuela. Pronto, casi todos estaban bajo su influencia, discutiendo y compitiendo entre sí sin razón aparente. La única excepción eran los «Rainbow Rainbooms», que gracias a su fuerte amistad y la música que habían estado creando, parecían ser inmunes a los efectos de las Dazzlings.
Finalmente, llegó el día del concurso. El auditorio de la escuela estaba lleno de estudiantes, todos ansiosos por ver quién ganaría. Las Dazzlings, confiadas en su victoria, fueron las primeras en subir al escenario. Cuando comenzaron a cantar, una extraña niebla verde comenzó a envolver el auditorio. Los estudiantes, hipnotizados por su música, empezaron a discutir entre ellos con más intensidad que nunca. Era como si la música de las Dazzlings alimentara sus emociones negativas.
Pero entonces, llegó el turno de los «Rainbow Rainbooms». A pesar de la atmósfera tensa, subieron al escenario con determinación. Jhoan, con su guitarra en mano, dio una señal a sus amigos, y comenzaron a tocar. Desde la primera nota, la música llenó el auditorio con una energía positiva que contrastaba con la oscuridad que las Dazzlings habían creado. Mateo golpeaba su batería con fuerza, marcando un ritmo que hacía que todos quisieran bailar. Santiago, con su bajo, añadía profundidad a la música, mientras Hellen creaba melodías mágicas con su teclado. Dulce María, con su voz clara y fuerte, comenzó a cantar la letra que habían creado juntos, hablando de la importancia de la amistad, la unidad y la fuerza que se encuentra en estar juntos.
La música de los «Rainbow Rainbooms» comenzó a disipar la niebla verde que había llenado el auditorio. Los estudiantes que antes discutían entre ellos empezaron a calmarse, como si despertaran de un mal sueño. Poco a poco, las caras enojadas fueron reemplazadas por sonrisas, y la atmósfera en el auditorio cambió completamente.
Las Dazzlings, viendo cómo su poder se desvanecía, intentaron cantar más fuerte, pero fue en vano. La música de los «Rainbow Rainbooms» era demasiado poderosa, y no solo porque era buena música, sino porque estaba llena de sinceridad y del vínculo especial que unía a los cinco amigos.
Finalmente, con un último acorde de la guitarra de Jhoan y una nota sostenida de la voz de Dulce María, la canción terminó. El auditorio quedó en silencio por un momento, y luego, estalló en aplausos. Los estudiantes, ahora liberados de la influencia de las Dazzlings, vitoreaban a los «Rainbow Rainbooms», agradecidos por haberlos salvado.
Las Dazzlings, derrotadas y sin poder, abandonaron el escenario y la escuela, sin decir una palabra más. Los collares que les daban su poder se rompieron, y su magia desapareció para siempre.
La directora subió al escenario, con una gran sonrisa en su rostro.
—Hoy hemos sido testigos de algo realmente especial —dijo, mientras entregaba el trofeo del primer lugar a los «Rainbow Rainbooms»—. No solo han demostrado ser una banda increíble, sino que también han mostrado el verdadero poder de la amistad. Gracias por recordarnos lo que es realmente importante.
Los cinco amigos recibieron el trofeo con orgullo, sabiendo que había sido el esfuerzo de todos lo que les había llevado hasta allí. Pero más que el trofeo, lo que realmente les llenaba de felicidad era saber que habían protegido a su escuela y a sus amigos.
Desde ese día, los «Rainbow Rainbooms» siguieron haciendo música juntos, pero sabían que su mayor logro no estaba en ganar concursos, sino en la fuerza de su amistad y en cómo, juntos, podían superar cualquier desafío.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.