Cuentos de Amistad

Pepe y sus Amigos del Corazón

Lectura para 1 año

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Pepe que iba a un colegio muy bonito, lleno de colores y dibujos en las paredes. Pepe era un niño especial. No solo porque siempre llevaba una gran sonrisa en su cara, sino porque era un poco diferente a los demás. Pepe usaba gafas grandes que le quedaban un poco flojas, y era un poco más pequeño que los otros niños de su clase. A veces, algunos compañeros no entendían por qué Pepe era así, y por eso lo trataban mal.

Pepe se sentía triste cuando lo molestaban, pero había algo que siempre lo hacía sentir mejor: sus amigos. Pepe tenía tres amigos muy especiales, que siempre estaban a su lado: Juan, Ana y Vania. Estos tres niños eran como un escudo protector para Pepe, y siempre lo defendían cuando alguien intentaba burlarse de él.

Un día, en el colegio, mientras todos estaban en el recreo, un grupo de niños comenzó a reírse de Pepe porque llevaba unas gafas nuevas. «¡Miren esas gafas tan grandes!», gritó uno de ellos, mientras los demás se reían. Pepe sintió cómo sus mejillas se ponían rojas, y trató de esconderse, pero justo en ese momento llegaron Juan, Ana y Vania.

Juan, que era un poco más alto que los demás, se paró frente a Pepe y dijo con voz firme: «Dejen a Pepe en paz. Sus gafas son geniales, y además, Pepe es un gran amigo, mucho mejor que ustedes que solo saben burlarse».

Ana, que siempre tenía una sonrisa en su rostro, se acercó a Pepe, le tomó la mano y le dijo: «No les hagas caso, Pepe. Tus gafas son muy bonitas, y te hacen ver más inteligente». Vania, que era muy valiente, miró a los otros niños y agregó: «¿No tienen algo mejor que hacer que molestar a los demás? Si no les gusta cómo es Pepe, simplemente déjenlo en paz».

Los niños que se estaban burlando de Pepe se quedaron callados. No esperaban que alguien los enfrentara, y mucho menos que fueran tres amigos tan unidos. Poco a poco, se fueron alejando, hasta que solo quedaron Pepe, Juan, Ana y Vania.

Pepe miró a sus amigos con ojos llenos de gratitud. «Gracias», dijo en voz baja. «No sé qué haría sin ustedes».

«¡Somos un equipo!» respondió Juan con una gran sonrisa. «Y en un equipo, todos nos cuidamos».

Desde ese día, Pepe se sintió más seguro de sí mismo. Sabía que, aunque algunos niños no lo entendieran, siempre podría contar con sus amigos. Y lo más importante, entendió que ser diferente no era algo malo; al contrario, lo hacía especial.

Las semanas pasaron, y Pepe empezó a disfrutar más del colegio. Participaba en las clases, jugaba en el recreo y, poco a poco, hizo que otros niños se dieran cuenta de lo divertido que era estar con él. Incluso algunos de los niños que antes lo molestaban empezaron a hablarle y a tratarlo mejor.

Un día, la maestra organizó una actividad especial en la que todos los niños tenían que dibujar a sus mejores amigos. Pepe dibujó una gran hoja llena de colores, donde aparecían él, Juan, Ana y Vania. En su dibujo, todos estaban riendo juntos, jugando en el parque del colegio.

Cuando la maestra vio el dibujo de Pepe, sonrió y le dijo: «Qué hermoso dibujo, Pepe. Es bueno tener amigos que siempre están a tu lado, ¿verdad?».

Pepe asintió con la cabeza y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente feliz. Había aprendido que, aunque el mundo a veces pudiera ser un lugar difícil, siempre habría personas que lo querían y lo apoyaban tal como era.

Y así, con sus amigos del corazón a su lado, Pepe siguió adelante, sabiendo que no importa lo que pase, nunca estaría solo.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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