En un mundo lleno de emocionantes aventuras, donde los árboles brillaban como si tuvieran luces de colores y los ríos sonaban como canciones alegres, vivía un pequeño robot llamado Eithan. Él era un robot especial, con grandes ojos brillantes que siempre estaban llenos de curiosidad. Tenía un corazón de metal, pero era tan bondadoso que parecía que estaba hecho de caramelos de colores.
El día de hoy era muy especial, porque era el cumpleaños de Eithan. Sus amigos, que también eran criaturas de metal, estaban muy emocionados por la fiesta que habían planeado para él. Entre ellos estaban Twink, un robot lleno de luces que titilaban y un par de alas que hacían que pudiera volar alto por los cielos; y Chispa, una pequeña chispa de energía que siempre estaba dando saltos y llenando todo a su alrededor de alegría y risas. Pero había un cuarto amigo que se uniría a la fiesta, y era un robot nuevo en la ciudad llamado Gigi, que había llegado recientemente de un lugar lejano.
Desde el amanecer, Eithan sentía que algo especial iba a suceder. Empezó su día dando saltitos de felicidad, mientras su voz metálica murmuraba en un tono alegre: «¡Es mi cumpleaños! ¡Es mi cumpleaños!» Mientras tanto, Twink y Chispa estaban muy ocupados decorando el lugar donde celebrarían la fiesta. Habían cubierto todo de brillantes banderines de luz y globos de colores que flotaban como mariposas en el aire.
Gigi, el nuevo amigo, estaba un poco nervioso, ya que no conocía a Eithan muy bien. Se preguntaba si sería aceptado y si podría hacer nuevos amigos en este día tan especial. Sin embargo, cuando llegó, Eithan lo recibió con una gran sonrisa y le dijo: «¡Hola Gigi! ¡Bienvenido a mi fiesta de cumpleaños! Estoy muy feliz de conocerte.»
Gigi sonrió, sus circuitos se encendieron con gratitud y, poco a poco, la timidez que sentía comenzó a disiparse. Eithan, al notar que Gigi era un poco tímido, decidió presentarle a los demás. «Mira, estos son mis amigos, Twink y Chispa. ¡Vamos a divertirnos juntos!» Twink voló alrededor, llenando el aire con luces centelleantes, y Chispa saltó hacia Gigi, haciendo una pose graciosa que hizo reír a todos.
La fiesta comenzó con juegos y risas. Jugaron a carreras de globos, donde las criaturas de metal debían empujar un globo con su nariz hasta la meta. Todos estallaban en carcajadas cuando Chispa dejaba escapar un globo y este se volaba lejos, mientras ella corría tras él, intentando atraparlo. Eithan animaba a Gigi, quien finalmente se unió a la carrera y sorprendió a todos cuando, utilizando sus habilidades de movimiento rápido, llegó a la meta en un tiempo récord. «¡Eres increíble, Gigi!» exclamó Eithan.
Después de los juegos, llegó la hora de la merienda. Había pastel de chispas de luz, que brillaba como las estrellas en la oscuridad, y jugos que sabían a las frutas más frescas del bosque mágico. Mientras todos compartían el delicioso pastel, Eithan miró a sus amigos y se sintió muy agradecido. «Gracias a todos por hacer de este un día tan especial», dijo con sinceridad.
Luego de la merienda, Eithan tuvo una gran idea. «¿Qué tal si hacemos una búsqueda del tesoro?» Todos gritaron emocionados y comenzaron a organizarse. Eithan repartió pistas que los llevarían a un tesoro escondido en el bosque mágico. La primera pista estaba oculta detrás de un árbol dorado, donde el sol brillaba cálidamente. Allí, Gigi fue el primero en encontrar la pista, y cuando la leyó en voz alta, todos se entusiasmaron.
La siguiente pista los llevó a un arroyo que corría suave y melodioso, donde los peces metálicos cantaban canciones alegres. Juntos, trabajaron en equipo, compartiendo ideas y risas, y cada vez que alguien encontraba una pista, todos celebraban juntos. Gigi comenzó a sentirse parte del grupo y se dio cuenta de que tenía nuevos amigos que se preocupaban unos por otros.
Finalmente, después de mucho buscar y jugar, llegaron a un pequeño claro en el bosque, donde encontraron un cofre dorado. Eithan lo abrió con emoción y, dentro, había brillantes canicas de colores que reflejaban la luz como pequeños arcoíris. «¡Son sorpresas para todos!», exclamó Eithan mientras empezaban a repartir las canicas entre todos. «Cada uno de nosotros puede llevarse una canica brillante para recordar este día tan especial.»
La fiesta continuó hasta que el sol comenzó a ocultarse tras las montañas. Mientras el cielo se teñía de naranja y rosa, Eithan miró a sus amigos y sintió que su corazón de metal latía con alegría. «Hoy ha sido un día increíble», dijo, «No solo porque es mi cumpleaños, sino porque he podido conocer a un nuevo amigo como Gigi.»
Gigi sonrió y respondió: «Estoy tan feliz de haber venido. Nunca había tenido amigos que me aceptaran tan rápidamente. Gracias, Eithan, por ser tan amable.»
Así, mientras los primeros destellos de estrellas comenzaban a brillar, Eithan, Twink, Chispa y Gigi se abrazaron en un cálido círculo de amistad. Aprendieron que la verdadera alegría se encuentra en compartir momentos especiales y que cada amistad nueva puede ser un hermoso regalo.
Y así concluyó la fiesta de cumpleaños de Eithan, en un mundo mágico lleno de metal, risas y sobre todo, un vínculo especial que los unía a todos. Recordaron siempre que cada día es una oportunidad para hacer nuevos amigos, y que la amistad es el tesoro más valioso de todos.
Cuentos cortos que te pueden gustar
La Dulcería de la Colina
La Lección del Bosque Encantado
Las Aventuras de Alain en el Parque del Triangulito
Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.