Cuentos de Amistad

Un Día en la Guardería con Dante y Kian

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un luminoso lunes por la mañana cuando los pequeños primos, Dante y Kian, llegaron a la guardería. Los dos, tomados de la mano, entraron al colorido salón donde les esperaban sus amigos y la maestra Sandra, que siempre los recibía con una sonrisa tan brillante como el sol.

Dante, con su cabello castaño y rizado, miraba todo con ojos curiosos, mientras que Kian, con su cabello rubio y ojos azules, saludaba alegremente a todos. El salón estaba lleno de colores, juguetes y dibujos que decoraban las paredes, creando un ambiente perfecto para un día lleno de aventuras y aprendizaje.

La mañana comenzó con la hora del cuento. Maestra Sandra sacó un libro grande con dibujos de animales del bosque. Los niños se sentaron alrededor de ella, escuchando atentamente mientras sus palabras les llevaban a un mundo mágico de osos, zorros y aves que hablaban. Dante y Kian se miraban de vez en cuando, sonriendo, maravillados por las historias.

Después del cuento, era hora de jugar. Los niños se dispersaron por el salón, algunos dibujando, otros construyendo torres de bloques. Dante y Kian, junto con sus amigos Sol, Anela, MaJo, Iker y JuanMa, decidieron construir la torre más alta que jamás se haya visto en la guardería. Trabajaron en equipo, eligiendo cuidadosamente cada bloque, asegurándose de que la base fuera fuerte. Con cada bloque que añadían, su emoción crecía, y la torre finalmente alcanzó más alto que el más alto de ellos, antes de tambalearse y caer en una lluvia de risas y aplausos.

Luego, la maestra Sandra anunció que era hora de salir al patio. Los niños corrieron hacia afuera, donde un tobogán, columpios y un arenero los esperaban. Dante y Kian se dirigieron directamente al arenero, donde comenzaron a construir un gran castillo de arena. Con palas y cubos, y con la ayuda de sus amigos, el castillo tomó forma, con torres, murallas y hasta un pequeño foso. Mientras trabajaban, hablaban de caballeros y dragones, inventando historias de valientes aventuras.

Después de un rato, fue hora del almuerzo. Los niños regresaron al salón, donde se lavaron las manos y se sentaron en sus pequeñas mesas. Maestra Sandra les sirvió platos de fruta fresca, sándwiches y leche. Dante y Kian compartieron una mesa con JuanMa, riendo y hablando de sus juegos mientras comían.

La tarde trajo consigo la hora de la música. Maestra Sandra tocó algunas canciones en su guitarra, y todos los niños cantaron y bailaron. Dante y Kian, tomados de la mano, giraban y saltaban al ritmo de la música, riendo sin parar. Incluso realizaron un pequeño show, donde cada niño pudo cantar una canción o hacer un pequeño baile. Dante y Kian cantaron una canción sobre dos pequeños monstruos amigos que exploraban el espacio, para deleite de todos.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a bajar y las sombras se alargaban, los padres de Dante y Kian llegaron para llevarlos a casa. Los dos primos, cansados pero felices, se despidieron de sus amigos y de la maestra Sandra, prometiendo volver al día siguiente para otra jornada de juegos y aventuras.

Mientras caminaban de la mano hacia el coche, hablaban emocionados de todo lo que habían hecho y aprendido. Sabían que cada día en la guardería era una oportunidad para divertirse, aprender y, lo más importante, estar juntos.

Y así, con el corazón lleno de felicidad, Dante y Kian terminaron su día, esperando ansiosos por todas las aventuras que mañana traería en su querida guardería.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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