Cuentos de Amistad

Un Gran Día de Amistad con Amigos

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un día soleado y Jhoan se despertó con una sonrisa en el rostro. «Hoy es un día maravilloso», pensó mientras se estiraba y saltaba de la cama. Decidido a aprovechar al máximo el día, Jhoan se vistió rápidamente y salió al jardín. Al salir, comenzó a cantar una alegre canción que había inventado en ese mismo momento.

«Mira el sol brillando, el día está empezando, vamos todos a jugar, un gran día vamos a disfrutar». Cantaba Jhoan con entusiasmo. Sus amigos Iker, Mateo, Hellen y Celeste lo escucharon y pronto se unieron a él en el jardín.

Iker, el más travieso del grupo, llegó corriendo con una gran sonrisa. «¡Qué bien cantas, Jhoan! Hoy va a ser un día genial», dijo mientras daba una vuelta rápida a su alrededor. Mateo, con sus gafas y siempre curioso, llevaba un libro bajo el brazo y sonreía tímidamente. Hellen, con su cabello rizado y lleno de energía, estaba emocionada por unirse a la diversión. Celeste, con su largo cabello rubio, llegó con una flor en la mano, disfrutando del hermoso día.

Juntos, los amigos comenzaron a jugar y a correr por el jardín, riendo y disfrutando del sol. De repente, Jhoan sintió una salpicadura de agua fría caer sobre su cabeza. Sorprendido, miró hacia arriba y vio a Iker sosteniendo una manguera, riendo a carcajadas. «¡Te atrapé!», gritó Iker mientras el agua seguía salpicando a Jhoan.

Los demás no pudieron evitar reírse también. Jhoan, que siempre estaba dispuesto a divertirse, tomó la manguera de las manos de Iker y comenzó a mojar a sus amigos. Pronto, todos estaban empapados, corriendo y riendo mientras el agua volaba en todas direcciones.

Después de un rato, decidieron hacer una pausa y secarse al sol. Se tumbaron en el césped, mirando el cielo azul y las nubes esponjosas que pasaban. «¿Qué tal si hacemos un picnic?», sugirió Hellen, siempre llena de ideas. Todos estuvieron de acuerdo, así que corrieron a sus casas a buscar comida y mantas.

Cuando volvieron, cada uno había traído algo delicioso para compartir. Jhoan trajo sándwiches de jamón y queso, Iker trajo una jarra de limonada fresca, Mateo trajo una bolsa de galletas, Hellen trajo una ensalada de frutas y Celeste trajo una tarta de chocolate que su madre había hecho. Extendieron las mantas en el césped y comenzaron a disfrutar del festín.

Mientras comían, comenzaron a contar historias y chistes. Mateo, siempre curioso, sacó su libro y les contó sobre una aventura que había leído. Era una historia de un niño que viajaba a una isla misteriosa y encontraba un tesoro escondido. Todos escucharon con atención, imaginando cómo sería estar en una aventura así.

Después del picnic, decidieron seguir jugando. «¿Qué tal si hacemos una búsqueda del tesoro?», sugirió Celeste. A todos les encantó la idea. Dividieron el jardín en diferentes zonas y comenzaron a esconder pequeños objetos que habían traído consigo. Luego, cada uno recibió una lista de pistas y comenzó la búsqueda.

La risa y la emoción llenaron el aire mientras corrían de un lado a otro, tratando de encontrar todos los objetos. Al final, fue Jhoan quien encontró el último tesoro, una pequeña llave dorada que Iker había escondido bajo un arbusto. «¡Lo encontré!», gritó Jhoan, levantando la llave en el aire mientras todos aplaudían.

Cansados pero felices, se sentaron nuevamente en el césped para descansar. «Este ha sido el mejor día», dijo Hellen, con una sonrisa en el rostro. «Sí, definitivamente», agregó Mateo, ajustándose las gafas. «No hay nada mejor que pasar el día con amigos».

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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