Era el primer día de clases en el colegio Altamira, y todos los alumnos de sexto tres estaban emocionados y nerviosos a la vez. Entre ellos estaba Jhoan, un niño de cabello negro y ojos curiosos, quien, al entrar al salón, notó que no conocía a nadie. Se sentía un poco solo y ansioso por hacer amigos.
Mientras se acomodaba en su asiento, un niño de rizos marrones y sonrisa amigable se acercó a él. Era Cristian, quien sin dudar le extendió la mano a Jhoan y le dijo:
—Hola, ¿quieres ser mi amigo?
Jhoan, aliviado y contento, aceptó con una sonrisa. No pasó mucho tiempo antes de que Cristian presentara a Jhoan a otro de sus amigos, Camilo. Camilo era un niño de cabello rojo y gafas, muy inteligente y siempre dispuesto a ayudar a los demás.
Al día siguiente, jueves, mientras la clase se preparaba para comenzar, la coordinadora del colegio tocó la puerta. Entró guiando a un nuevo estudiante, Maycol, un chico de piel morena y cabello corto y rizado. Cristian y Jhoan lo recibieron calurosamente y lo invitaron a unirse a ellos en la sala de sistemas.
Durante la clase de sistemas, Jhoan presentó a Maycol al resto del grupo. La conexión fue instantánea, y en cuestión de días, los cuatro se convirtieron en inseparables, compartiendo risas, juegos y tareas.
Una semana después, al llegar a la puerta de la escuela, Jhoan y Cristian fueron interceptados por la coordinadora, quien les pidió que ayudaran a otro niño nuevo, Greiber. Cristian, con prisa, dejó a Jhoan encargarse solo de la presentación. Jhoan, aunque tímido, no dudó en llevar a Greiber al salón y presentarlo a todos. Greiber, un niño rubio y de estatura más baja, agradeció con una tímida sonrisa.
Durante los días siguientes, Jhoan y Maycol se aseguraron de mostrarle a Greiber todos los rincones del colegio, haciéndolo sentir parte de la comunidad. Cuando tocó la clase de inglés, el profesor organizó una actividad en equipos de cinco, y naturalmente, Jhoan, Maycol, Greiber, Camilo y Cristian formaron un grupo. Trabajaron juntos no solo en inglés, sino en todas las materias, ayudándose mutuamente en exposiciones, maquetas y tareas diversas.
Con el paso de las semanas, la amistad entre los cinco se fortalecía. Aprendieron el valor de la amistad, la importancia de apoyarse y el significado de ser parte de un equipo. A través de sus diferencias y sus similitudes, descubrieron que la verdadera amistad se construye con respeto, confianza y mucho cariño.
Al final del año escolar, los cinco amigos se habían convertido no solo en los mejores estudiantes de su clase, sino también en un ejemplo de camaradería y solidaridad para todo el colegio. Jhoan, quien había comenzado el año sintiéndose solo y perdido, ahora se sentía afortunado y agradecido por haber encontrado verdaderos amigos.
Conclusión:
Este primer año en sexto tres enseñó a Jhoan y a sus amigos que cada nuevo comienzo trae consigo la oportunidad de formar lazos que pueden durar toda la vida. Aprendieron que la amistad es un tesoro que crece y se fortalece con cada desafío compartido y con cada risa intercambiada. Y así, con el corazón lleno de alegría y gratitud, Jhoan y sus amigos se preparaban para enfrentar juntos los retos del próximo año escolar.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.