Cuentos de Amistad

Valentina y Daniela: Un rescate en el lago San Miguel bajo el sol del parque 9 de julio

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Valentina y Daniela eran dos pequeñas amigas que vivían en un colorido vecindario. A menudo jugaban juntas, se reían y compartían secretos, pero había algo especial en el día en que decidieron visitar el parque 9 de julio. Era un día soleado, con nubes que parecían algodón y pájaros que cantaban en los árboles. El parque tenía un enorme lago llamado San Miguel, donde los patos nadaban felices y las flores crecían con alegría.

Valentina, que tenía el cabello rizado y siempre llevaba una diadema de flores, dijo: «¡Vamos a alimentar a los patos!» Daniela, con su camiseta de rayas y zapatos brillantes, asintió con entusiasmo. Las dos amigas llevaron consigo trocitos de pan, que habían guardado en una pequeña bolsa. Cuando llegaron al lago, se sorprendieron al ver a los patos chapoteando en el agua.

«¡Mira, Daniela! ¡Ahí hay uno que es muy grande!», señaló Valentina. «¡Creo que es el pato líder!» Las dos niñas se rieron y comenzaron a lanzar los pedacitos de pan al agua. Los patos se acercaron nadando, haciendo ploc, ploc, ploc, con sus patas. Era el momento perfecto y ambas se sentían muy felices compartiendo esa experiencia.

Mientras jugaban, de repente, escucharon un grito suave que venía del otro lado del lago. «¡Ayuda! ¡Ayuda!», decía una voz. Las amigas se miraron con preocupación y decidieron investigar. Caminando con cuidado, llegaron a la orilla y allí vieron a un pequeño perrito que había caído al agua. El perrito movía sus patitas tratando de mantenerse a flote, pero estaba muy asustado.

«¡Pobrecito! ¡Tenemos que ayudarlo!», exclamó Daniela. Valentina asintió, su corazón latía rápido pero sabía que tenían que hacer algo. Se acercaron un poco más al borde y vieron que había un pequeño tronco que podía usar como un puente. «Vamos a usarlo», propuso Valentina. «Si puedo alcanzar el tronco, tal vez podamos llegar hasta él».

Daniela estuvo de acuerdo. «¡Pero tenemos que tener cuidado, no queremos caer en el agua!», dijo. Valentina se arrastró despacito hasta el tronco, estirando sus manitas hacia el pequeño perrito. El perrito miraba con sus ojitos brillantes y parecía que confiaba en ellas.

«Oh, no te preocupes pequeño, estamos aquí para ayudarte», dijo Valentina mientras intentaba alcanzar al perrito. Con mucho cuidado, logró que el perrito se acercara al tronco. «¡Estás muy cerca! ¡Puedes hacerlo!», animó Daniela. El perrito nadó hacia el tronco y, apoyando sus patitas, logró subirse.

«¡Lo conseguimos!», gritaron las dos amigas al unísono. El perrito, que era de un color marrón claro con manchas blancas, parecía muy agradecido. Se sacudió el agua y se acercó a las niñas con una colita que no paraba de mover. «¡Tú eres un héroe!», le dijo Valentina, acariciando su suave pelaje. «¿Qué haremos ahora con él?».

«Deberíamos llevarlo a casa y darle algo de comer», sugirió Daniela. Las dos amigas empezaron a caminar de regreso al parque, pero el perrito, aunque feliz, parecía un poco perdido. «No tiene collar. ¿Cómo se llamará?», preguntó Valentina.

«Podríamos ponerle un nombre», respondió Daniela. «¿Qué te parece ‘Rico’ porque ahora es rico en amigos?». Valentina sonrió. «¡Rico es perfecto!» El perrito movió la cola, como si entendiera y estuviese de acuerdo con el nuevo nombre.

Mientras avanzaban, Valentina y Daniela hablaban sobre lo afortunadas que eran de haber encontrado a Rico. «A veces, ayudar a los demás nos hace más felices», dijo Valentina sonriendo. Daniela asintió y le respondió: «Sí, y ahora tenemos un nuevo amigo que siempre estará con nosotras».

Al llegar a la casa de Valentina, las tres se acomodaron dentro, y las amigas le dieron comida a Rico. «Mira cómo se la devora», rió Valentina. Después de comer, decidieron jugar en el jardín. Pasaron horas corriendo y lanzando la pelota, y Rico corría tras ellas, saltando y ladrando con alegría.

Un rato después, se tumbó en la alfombra de flores del jardín, exhausto pero feliz. “Hoy fue un día increíble, Daniela. Ayudamos a un perrito y ahora tenemos un amigo más”, dijo Valentina con una sonrisa. “Me alegra mucho, Valentina. Esto me hace recordar que la amistad es también ayudar a los demás”, respondió Daniela, sintiéndose emocionada.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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