Cuentos de Amor

Alvarito y el Secreto del Amor

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

Puntuación:

5
(1)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
5
(1)

Alvarito era un niño muy especial. Tenía casi 4 años, con el cabello rubio y rizado que siempre parecía estar desordenado, como si una pequeña brisa lo hubiera despeinado. Sus ojos eran de un color grisáceo, como las nubes en un día soleado, y siempre brillaban llenos de emoción por la vida. Era un niño risueño, siempre con una sonrisa en el rostro, y todo lo que veía o hacía le parecía maravilloso.

Alvarito vivía con sus papás, Álvaro y Alba. Su papá, Álvaro, era alto y moreno, y siempre llevaba una camiseta del Atlético de Madrid, su equipo favorito. Le encantaba ver los partidos de fútbol en la televisión, pero lo que más le gustaba era jugar con Alvarito en el parque, pateando la pelota y corriendo juntos. Su mamá, Alba, era rubia y simpática, y le encantaba pasar tiempo con Alvarito, haciéndole cosquillas, pintando dibujos y leyendo cuentos antes de dormir.

A Alvarito le encantaba hacer muchas cosas. Ir al parque con sus amigos era una de sus favoritas. Allí jugaba con la pelota, corría detrás de sus amigos y, cuando se cansaban, se sentaban todos juntos en la hierba para mirar las nubes y ver qué formas podían encontrar en ellas. A veces, Alvarito decía que veía un coche o un perrito en las nubes, y todos se reían y trataban de imaginar lo mismo.

Un día, después de una divertida mañana en el parque, Alvarito, su papá y su mamá decidieron hacer una pequeña excursión. Tomaron una mochila con bocadillos, agua y una manta para sentarse a descansar en el campo. A Alvarito le encantaban las excursiones. Le gustaba mirar los árboles altos, correr detrás de las mariposas y saltar sobre las pequeñas piedras del camino.

«¡Mira, papá! ¡Una mariquita!» gritó Alvarito con emoción, señalando un pequeño insecto rojo que caminaba lentamente sobre una hoja. Álvaro sonrió y se agachó junto a su hijo para observarla de cerca.

«Es una mariquita muy bonita, Alvarito», dijo su papá. «Eres muy bueno encontrando cosas especiales.»

Alba, que los observaba desde un poco más atrás, se acercó con una gran sonrisa. «Alvarito siempre encuentra lo mejor en todo, ¿verdad? Tiene un don para ver lo que a veces los demás no vemos.»

El pequeño Alvarito no entendía del todo lo que decían sus papás, pero sabía que estaba rodeado de amor. Sus papás siempre lo hacían sentir seguro y feliz, y él quería hacer lo mismo por ellos, aunque no supiera cómo.

Mientras caminaban, llegaron a un gran campo de flores. Alvarito corrió hacia ellas, sus rizos dorados moviéndose con el viento, y comenzó a recoger algunas para su mamá. «¡Mira, mamá! ¡Flores para ti!»

Alba se emocionó al recibir el pequeño ramo de flores silvestres. «¡Gracias, cariño! Son las flores más bonitas que he recibido.»

Álvaro, con una sonrisa en el rostro, miró a su hijo. «Siempre nos enseñas lo que es el verdadero amor, Alvarito. Con pequeños gestos como este, haces que nuestros días sean más especiales.»

El niño no comprendía del todo qué significaba eso de «el verdadero amor», pero sí sabía que le encantaba ver a sus papás sonreír. Para Alvarito, el amor era jugar, reír, compartir y estar siempre juntos.

Después de pasar la tarde en el campo, se sentaron en la manta para descansar. Alba sacó los bocadillos y todos comieron juntos bajo el cálido sol. «¿Sabes, Alvarito?», dijo su papá mientras le pasaba un trozo de pan, «eres un verdadero regalo para nosotros. Cada día nos haces aprender lo que significa el amor.»

Alvarito sonrió con su boca llena de bocadillo. No sabía exactamente cómo lo hacía, pero le gustaba la idea de ser un regalo para sus papás. Luego, con su energía interminable, se levantó y comenzó a correr por el campo, imitando el vuelo de una mariposa. Álvaro y Alba se miraron y rieron. Sabían que su pequeño hijo tenía una manera mágica de sacar lo mejor de cada uno.

Al caer la tarde, volvieron a casa. Alvarito estaba agotado después de un día lleno de aventuras. Después de la cena, Alba lo llevó a su habitación y le leyó uno de sus cuentos favoritos antes de dormir. Mientras escuchaba la voz suave de su mamá, Alvarito sintió una gran calidez en su corazón. Sabía que lo que más le gustaba en el mundo era estar con sus papás, porque siempre lo hacían sentir amado.

Antes de cerrar los ojos, Alvarito dijo con voz somnolienta: «Los quiero mucho, mamá y papá.»

Álvaro y Alba, emocionados, lo besaron en la frente. «Nosotros también te queremos mucho, Alvarito», le respondieron al unísono.

Esa noche, mientras dormía, Alvarito soñó con más aventuras en el parque, excursiones con sus papás y muchas risas. Sabía, en su pequeño corazón, que el amor estaba en todas esas cosas: en los juegos, en las palabras amables, en las risas compartidas y en los pequeños gestos de cariño que hacía todos los días.

Conclusión:

Alvarito, sin darse cuenta, enseñaba a sus papás lo que significaba el amor verdadero con su inocencia, su alegría y su capacidad de hacer que todo a su alrededor fuera más especial. Álvaro y Alba sabían que, aunque quedaban muchas aventuras por vivir, cada día con su hijo era un recordatorio de lo afortunados que eran por tenerlo en sus vidas.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario