Cuentos de Amor

Amor en el Corazón de una Súper Mamá

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas verdes y ríos cristalinos, vivía un niño llamado Neydan. Él era un chico curiosamente inquieto, siempre lleno de energía y con la mente llena de ideas. Neydan tenía once años y su mayor tesoro en este mundo era su mamá, a quien adoraba con todo su corazón. Era una mamá extraordinaria, llena de amor y con una sonrisa que iluminaba incluso los días más nublados. Cada tarde, después del colegio, ellos compartían momentos especiales: ella le leía cuentos, juntos preparaban galletas y muchas veces se sentaban en el jardín a observar las nubes y a imaginar lo que podrían ser.

La mamá de Neydan, Rosa, era también una mujer valiente y trabajadora. Ella dirigía una pequeña librería en el centro del pueblo, un lugar lleno de magia donde los libros esperaban encontrar lectores ávidos. Rosa tenía un don especial para contar historias; podía transportar a los niños (y a los adultos también) a mundos lejanos con solo usar su voz. Pero, a pesar de su energía y felicidad, Rosa se sentía sola. Había pasado mucho tiempo desde que su corazón había sentido el cosquilleo de estar enamorada.

Un día de primavera, mientras Neydan estaba en la escuela, una agradable sorpresa llegó al pueblo. Un nuevo residente se mudó a la casa vecina. Su nombre era Leo, un joven amable y apasionado por los libros, que había llegado para comenzar un nuevo capítulo en su vida. Desde el primer momento en que Neydan lo vio, supo que Leo era diferente. Tenía una risa contagiosa y una forma especial de ver la vida. Era un amante de las historias, así que rápidamente se hicieron amigos. Leo no solo le contaba a Neydan acerca de sus propias aventuras, sino que también compartía sus sueños y anhelos. Pronto, Neydan se dio cuenta de que Leo también había comenzado a interesarse en su madre.

Una tarde, mientras Neydan y Leo buscaban libros en la librería de Rosa, Neydan notó que Leo miraba a su madre con una admiración que nunca había visto antes en su amigo. Rosa, que estaba organizando unos cuentos en la estantería, también se dio cuenta de la mirada de Leo y, en cierto modo, sentía una chispa de emoción en su interior que no había sentido en años. Neydan, aunque emocionado por la posibilidad de que su madre encontrara el amor, también se sintió un poco celoso; no quería compartir a su mamá con nadie. Pero no podía negar que ver a Leo tan interesado en ella era algo bonito.

Los días pasaron y Neydan se convirtió en un observador silencioso de la relación que empezaba a desarrollarse entre su madre y Leo. Se dieron cuenta de que compartían un amor por los libros y la literatura. Leo comenzaba a visitar la librería más a menudo, siempre con una sonrisa y una historia lista para contar. Rosa parecía brillar más cuando Leo estaba cerca, y Neydan comenzaba a aceptar que, tal vez, tener un amigo que le gustara a su madre no era tan malo después de todo.

Una tarde, Neydan decidió hacer algo especial. Pensó que sería bueno ayudar a su madre a ver lo que él ya había notado: la conexión que había entre ellos. Así que ideó un plan. Organizó una tarde de cuentos en el jardín. Con la ayuda de Leo, preparó un picnic, invitó a algunos amigos del colegio y decoró el lugar con luces de colores y mantas cómodas. Lo que Neydan no sabía era que esta tarde iba a cambiar la dinámica de su pequeña familia de una manera que nunca había imaginado.

Finalmente llegó el día del evento. Neydan y Leo habían preparado todo con esmero. Cuando Rosa vio los pétalos de flores en el césped, las luces titilantes y las sonrisas de los niños, su corazón se llenó de alegría. Durante esa tarde, ellos tomaron turnos para contar cuentos mágicos, se reían y disfrutaban del buen clima. Al caer la noche, Neydan se acercó a su madre y le dijo: «Mamá, creo que deberías contarle a Leo sobre tu cuento favorito, el que siempre me cuentas antes de dormir.»

Rosa sonrió y, con un guiño, se dirigió a Leo, quien estaba sentado en una manta con un grupo de niños riendo a su alrededor. «Leo, ¿te gustaría escuchar mi cuento favorito?», preguntó con timidez. Leo, sus ojos brillando de emoción, asintió rápidamente. Así, Rosa comenzó a narrar la historia de una princesa que soñaba con un amor verdadero, un amor que la llevaría a vivir una vida de aventuras.

A medida que su voz crecía en confianza, Neydan pudo ver cómo Leo se sumergía en la historia, como si las palabras lo atraparan en un hechizo. Rosa continuó, el ritmo de su narración envolviendo a todos en un cálido abrazo de emoción. Al finalizar, la noche estrellada pareciera dar un aplauso silencioso al corazón que había compartido ese cuento. Las miradas entre Rosa y Leo se hicieron más intensas y, por un momento, Neydan se dio cuenta de que había algo más allí, una magia especial que no había visto antes.

Esa noche, después de que todos los niños se fueron a casa, Neydan se quedó sentando en la noche estrellada, ahora sólo con su madre y Leo. Rosa sonreía, mientras miraba a Neydan. “Gracias por organizar toda esta magia, mi pequeño. La pasamos increíble.” Neydan sintió un calor en su pecho al oír su voz feliz. Siempre había estado acostumbrado a ver a su mamá reír, pero esta noche era diferente; había algo más.

Leo, con toda su espontaneidad, dijo: «Rosa, en realidad me gustaría conocer más sobre tus cuentos, incluso podríamos escribir uno juntos. Me encantaría saber más sobre tus sueños y tus historias.» Neydan observaba cómo la mirada de su madre se iluminaba ante la propuesta, haciendo que su corazón palpitara con algo que no podía identificar del todo.

Los días que siguieron, Neydan, Rosa y Leo comenzaron a trabajar en ese proyecto. Se reunían en el jardín de Rosa, rodeados de libros, con el aroma de las flores perfumando el aire y el murmullo del río que pasaba cerca como música de fondo. A medida que compartían ideas y escribían, el lazo entre ellos se fue fortaleciendo. Leo ayudaba a Rosa a volver a sentir esa chispa por la escritura. Mientras tanto, Neydan observaba cómo ambos se llenaban de alegría al compartir sus pensamientos, y en el fondo, comenzó a aceptar que este cambio podría ser bueno.

Un día, mientras estaban inmersos en la escritura, Neydan decidió hacer una pregunta directa. “Mamá, ¿te gusta Leo? ¿Cómo te sientes con él?” Rosa se detuvo, sorprendida por la pregunta. No sabía que su hijo se había estado dando cuenta de la conexión especial que compartían. Con una suave sonrisa, contestó: “Leo es un buen amigo, Neydan. Y estoy disfrutando mucho pasar tiempo con él. Te lo prometo, siempre serás la persona más importante en mi vida.” Neydan sintió una mezcla de alivio y felicidad al oír esas palabras. Por un instante, pensó en que tal vez había espacio en su corazón para que su mamá hiciera nuevas amistades.

Pasaron semanas, y el cuento que estaban escribiendo juntos comenzó a cobrar vida. La historia se trataba de una joven heroína que, al enfrentarse a desafíos, aprendía sobre el amor y la amistad. Sin embargo, en el fondo, ya no era solo un cuento; era una representación de la nueva realidad que se estaba formando entre ellos. Neydan era parte fundamental de esa narración, porque, finalmente, entendió que el amor no tenía que ser posesivo; podría compartirlo con quienes también amaba.

Un día, Rosa tuvo una idea brillante. “¿Qué tal si hacemos una lectura del cuento en la librería? Podríamos invitar a toda la comunidad y compartirlo juntos.” Neydan se emocionó con la idea. “¡Sí! Sería genial. Podemos hacer una fiesta de lanzamiento.” Leo también se mostró entusiasmado y juntos comenzaron a planear un evento memorable.

La noche de la lectura llegó, y el ambiente era perfecto. La librería se llenó con amigos, niños y adultos, todos listos para escuchar la historia que había nacido del amor compartido entre ellos. Rosa, Neydan y Leo se sentaron juntos en un pequeño escenario mientras la gente se acomodaba en las sillas. Neydan sintió un hormigueo en su estómago. Quería que todo el mundo amara la historia tanto como ellos.

Rosa comenzó a leer en voz alta, y con cada palabra, el cuento se hizo realidad ante los ojos de la audiencia. Los niños se reían, los adultos sonreían y todos parecían sumergirse en el mundo que estaban creando. Cuando terminaron de leer, una ola de aplausos llenó el lugar. Neydan se sintió increíblemente orgulloso; había ayudado a crear algo mágico.

Después de la lectura, la gente comenzó a acercarse para felicitar a Rosa y a Leo. Neydan se movía entre la multitud, sintiendo la felicidad de su madre. Pero fue un pequeño gesto lo que hizo que su corazón latiera con fuerza. Leo, en un momento de celebración, tomó la mano de Rosa y le susurró algo al oído. Neydan vio la mirada en los ojos de su madre, una chispa de alegría genuina que lo hizo sentir que todo estaba bien.

Luego de unos minutos, Neydan se unió a ellos, y Leo le dijo: “Felicidades, Neydan. Has sido parte fundamental de esta historia. Me alegra mucho tenerte como amigo.” Neydan sonrió, no solo por sus palabras, sino porque en ese instante se dio cuenta de que no importaba si su madre podía encontrar el amor en otro; él siempre sería su prioridad.

Con el tiempo, la relación entre Rosa y Leo continuó floreciendo. Ellos se apoyaban mutuamente y compartían risas y sueños, llevando a Neydan en cada aventura. Se convirtió en su compañero de juegos, su amigo de cuentos y su confidente. A pesar de que Neydan al principio había sentido celos y temores, aprendió que el amor se multiplica y que no hay límites en el corazón.

Los meses se convirtieron en años y el pequeño grupo creció en complicidad y felicidad. Rosa se sintió más viva que nunca, y Neydan también obviamente había crecido, apreciando el amor que había en su vida. Todos aprendieron que el amor verdadero no es solo aquel que se siente hacia una pareja, sino también la amistad, la dedicación y el cariño que se comparte en la familia.

Y así, en ese pequeño pueblo, el jardín siguió siendo un lugar lleno de risas, cuentos y amor. La librería se convirtió en una segunda casa. Neydan entendió que el verdadero amor se construye en la convivencia, en el apoyo incondicional, en los sueños compartidos y en la magia de las historias que, una y otra vez, siguen llenando el mundo de esperanza.

Porque al final, en el corazón de una súper mamá, siempre hay espacio para el amor, y en el de un niño, siempre hay un deseo de ver a su madre feliz. Juntos, formaron un nuevo cuento, lleno de aventuras y emociones, donde el amor siempre sería el hilo conductor.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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