Cuentos de Amor

Amor más allá de las palabras, un corazón robado por una mamá perfecta y un pequeño llamado Neydan

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de montañas y campos de flores silvestres, vivía un niño llamado Neydan. Tenía once años y era un chico muy curioso y lleno de energía. A Neydan le encantaba explorar el bosque cercano a su casa y descubrir todos los secretos que la naturaleza guardaba. Pero más que nada, adoraba pasar tiempo junto a su mamá, quien era su mejor amiga y confidente. Ella se llamaba Laura y era conocida en el pueblo por su amabilidad y su risa contagiosa.

Laura era una madre sola que había criado a Neydan con mucho amor y esfuerzo, dedicando toda su vida a darle lo mejor. A menudo, Neydan se quedaba fascinado escuchando las historias de su infancia, sus sueños y la forma en que había luchado para ser una buena madre. Sin embargo, había algo en lo que Neydan no podía dejar de pensar: ¿por qué su mamá nunca había tenido una relación amorosa con alguien? A veces, lo imaginaba teniendo un padre a su lado, un hombre que fuera dulce y cariñoso con su madre y que pudiera compartir momentos felices con ellos.

Un día, mientras jugaba en el parque, Neydan se encontró con un nuevo compañero de juego. Se llamaba Joaquín. Era un chico bondadoso, llevaba una gorra roja y siempre sonreía. Desde ese día, se hicieron amigos inseparables. Joaquín era un gran atleta y le encantaba el deporte. Neydan también disfrutaba jugando a la pelota y, juntos, formaban un gran equipo. A menudo, se quedaban hablando sobre sus sueños, sus planes para el futuro y, a veces, incluso sobre el amor.

Joaquín no solo se convirtió en el mejor amigo de Neydan; también le presentó a su madre, quien era una mujer maravillosa y compasiva. Neydan, al conocerla, se dio cuenta de que las mamás de los amigos suelen ser muy especiales. A medida que pasaban los días, Neydan y Joaquín pasaban mucho tiempo juntos, y Neydan disfrutaba de las visitas a casa de Joaquín, donde podía apreciar la calidez de un hogar con ambos padres.

Un día, mientras Neydan y Joaquín estaban jugando al fútbol, la conversación giró hacia el tema que tanto había intrigado a Neydan: el amor. Joaquín le contó sobre sus propias experiencias románticas en la escuela; aunque eran infantiles, él se sentía realmente emocionado por ellas. Neydan se dio cuenta de que, aunque su mejor amigo tenía sus propias aventuras, él sentía un vacío al pensar en su mamá. Quería que ella también experimentara el amor.

Decidido a hacer algo al respecto, Neydan ideó un plan. En su mente, visualizaba a su madre feliz, enamorada, y la figura de un hombre que pudiera hacerla sonreír como nunca antes. Neydan conocía a un hombre del pueblo, Carlos, un cartero que siempre saludaba a Laura en su ruta diaria y con quien intercambiaba algunas palabras. Carlos era un tipo encantador y tenía una risa contagiosa. Neydan sentía que podría ser un buen compañero para su madre. Sin embargo, aún no tenía la certeza de que Carlos estuviera interesado en Laura.

Una tarde, Neydan invitó a Joaquín a su casa. Mientras disfrutaban de una merienda de galletas y chocolate caliente, Neydan le compartió su idea. Le contó cómo había observado a su madre sonreír cuando hablaba con Carlos y cómo creía que podría ser un buen partido para ella. Joaquín, emocionado con la idea, se ofreció a ayudarle a crear un plan para acercarlos.

Así fue como los dos chicos decidieron hacer que su madre y Carlos se encontraran en una situación casual. Hablaron con Joaquín sobre cómo podrían organizar un picnic en el parque, donde podrían invitar a sus dos madres y, por qué no, a Carlos. Neydan estaba decidido a que su plan funcionara, así que se pusieron manos a la obra.

Días después, después de mucha planificación, por fin llegó el día del picnic. Neydan y Joaquín prepararon bocadillos, frutas y bebida. Invitaron a sus madres: Laura, la mamá de Joaquín y, por supuesto, Carlos. A Neydan le palpitaba el corazón mientras se preparaban para ese encuentro tan importante.

El parque estaba muy bonito, lleno de flores de colores vibrantes que bailaban al ritmo del viento. Neydan y Joaquín habían encontrado un lugar perfecto bajo un gran árbol, donde la sombra les brindaba un fresco refugio. Mientras esperaban, Neydan pensaba que quería ver a su madre feliz. No importaba si Carlos no era el amor perfecto, lo que quería era que ella tuviera la oportunidad de conocer a alguien.

Cuando finalmente llegaron las madres, Neydan corrió a abrazar a Laura. Le presentó a Joaquín, quien saludó a su madre antes de que Carlos hiciera su entrada. Neydan lo vio acercarse con una gran sonrisa, y, como si todo estuviera destinado a suceder, Carlos saludó a Laura con un brillo en los ojos. Neydan sintió que su plan comenzaba a dar frutos.

Mientras disfrutaban de la comida, Neydan se dio cuenta de que se estaban divirtiendo mucho, compartiendo risas y anécdotas. Al observar a su madre y a Carlos juntos, sintió que todo estaba sucediendo como él había imaginado. Laura se reía y sus ojos brillaban al escuchar a Carlos contar sus historias sobre su trabajo como cartero. Carlos, por su parte, no podía apartar la mirada de Laura.

A medida que la tarde avanzaba, Neydan y Joaquín decidieron jugar un poco al fútbol. Invitaron a las madres a unirse, pero ellas prefirieron charlar. Mientras tanto, Neydan no podía dejar de pensar en cómo sus dos ideas diferentes: hacer feliz a su madre y disfrutar con su amigo, se estaban entrelazando de la manera más fabulosa. La conexión entre Laura y Carlos parecía florecer, y pudo ver que ambos se sentían cómodos el uno con el otro.

Cuando el sol comenzaba a ponerse, Neydan se acercó a las mamás. «¿Les gustaría jugar un poco?», sugirió. Laura sonrió y aceptó la invitación, al instante Carlos se unió. Neydan nunca había visto a su madre tan feliz, y todo parecía estar funcionando.

Mientras los cuatro jugadores se divertían en el campo, Neydan sintió que su corazón se llenaba de alegría. Carlos estaba haciendo reír a Laura de una manera que él nunca había visto antes. Tras un par de juegos, decidieron hacer una pausa y se sentaron todos juntos en una manta, disfrutando de lo que quedaba de la comida. El aire era fresco y llevaba consigo el entendimiento de una cuestión todavía simple, pero hermosa: el amor.

Al caer la noche, los murmullos de las risas y las historias compartidas fueron acompañados por el canto lejano de los grillos. Neydan pudo ver algo especial en la mirada de su madre mientras miraba a Carlos. Se daba cuenta de que había algo más que una amistad en ese encuentro, algo que podría desarrollarse en el futuro.

Al despedirse, Laura se sentía agotada, pero muy contenta. Carlos se despidió con un gesto amable y una sonrisa, prometiendo volver a verse. Neydan, viendo cómo su madre se marchaba con un brillo en sus ojos, sintió una mezcla de satisfacción y esperanza. Lo que había comenzado como un pequeño plan había nacido algo mucho más grande: el comienzo de una nueva amistad, quizás incluso un amor, entre su madre y Carlos.

Los días pasaron y, aunque el picnic fue un éxito, Neydan no estaba seguro de lo que pasaría después. Sin embargo, recibió una buena noticia: Laura había recibido una invitación de Carlos para ir a tomar café a la cafetería del pueblo. Neydan estaba emocionado, y aunque se sentía un poco nervioso por ella, saldo con un entusiasmo contagioso.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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