En el tranquilo pueblo de San Esteban, la preparatoria local era el centro de todas las actividades juveniles. Aquí, entre libros y sueños, se desarrollaba una historia de amor no convencional protagonizada por Lucas, Paula y Gabby.
Lucas era un chico reservado y algo torpe con las palabras. Tartamudeaba cuando estaba nervioso y a menudo sus comentarios, aunque honestos, resultaban un poco soeces. No obstante, había algo en él profundamente genuino y sensible, especialmente cuando escribía.
Gabby, por otro lado, era conocida por su carácter fuerte y distante. Con su pelo rubio cortado al ras y su estilo imponente, intimidaba a más de uno en los pasillos. Detrás de su fachada de dureza, sin embargo, se ocultaba una historia de incomprensión y autodefensa.
Paula, hermana de Lucas y amiga de Gabby, era todo lo contrario a ambos. Su amabilidad y empatía la hacían muy querida entre sus compañeros. Conocía los secretos de su hermano y entendía a Gabby más de lo que ella misma podría imaginar.
Todo comenzó un otoño, cuando Lucas decidió que expresaría sus sentimientos por Gabby de la única manera en que se sentía seguro: a través de cartas anónimas. Cada carta revelaba más de lo que Lucas podía expresar en persona, hablando de amor, de sueños, de miedos y esperanzas.
Gabby, al principio indiferente a las cartas que empezaron a aparecer en su casillero, poco a poco se fue interesando más por las palabras que alguien, un desconocido, dedicaba solo a ella. Cada línea le mostraba una comprensión y una sensibilidad que nunca esperó encontrar.
Con cada carta, la fachada de Gabby comenzaba a resquebrajarse. Alguien estaba viendo más allá de su apariencia y actitud; alguien la estaba entendiendo realmente. Motivada por una mezcla de curiosidad y una emergente esperanza, Gabby empezó a investigar quién podría ser el autor de las cartas.
Mientras tanto, Paula observaba con preocupación y cariño. Sabía que su hermano estaba detrás de las cartas y temía el momento en que Gabby descubriera la verdad. ¿Podría Gabby ver a Lucas con los mismos ojos con que leía sus cartas?
La búsqueda de Gabby la llevó a confrontar a varios de sus compañeros, pero ninguno coincidía con el tono y el sentimiento de las cartas. Frustrada pero cada vez más tocada por las palabras, decidió esperar y ver si el autor se revelaría por sí mismo.
Finalmente, en la víspera de San Valentín, Lucas decidió dar el paso más temerario de su vida: confesaría su amor y revelaría que él era el autor de las cartas. En una pequeña fiesta organizada en la escuela, con el corazón latiendo a mil y una carta en mano, Lucas se acercó a Gabby.
Con la voz entrecortada pero clara, Lucas leyó su última carta frente a Gabby. No había escondites ni palabras detrás de un casillero esta vez, solo su sinceridad expuesta ante ella y la mirada expectante de todos, incluida Paula.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.