Cuentos de Amor

Cuando el destino nos une en el momento justo

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, dos jóvenes que vivían vidas muy diferentes. Kiara era una niña de seis años, despreocupada y llena de energía. Siempre estaba buscando aventuras, ya sea explorando el bosque o jugando con sus amigos en el parque. Su risa resonaba como melodía en el aire, y su imaginación no conocía límites. Renato, por otro lado, era un niño un poco más tímido y reservado. A pesar de tener solo seis años, le gustaba pasar su tiempo dibujando y leyendo libros sobre valientes caballeros y mágicas criaturas. Aunque eran diferentes, ambos compartían un deseo especial: encontrar un verdadero amigo.

Un día soleado, Kiara decidió explorar un rincón del bosque que nunca había visitado. Con su mochila llena de bocadillos y un cuaderno de dibujos, se adentró en el sendero. Mientras caminaba, escuchó un suave murmullo. Curiosa, siguió el sonido hasta que llegó a un pequeño claro lleno de flores de muchos colores. En el centro del claro había un arroyo que brillaba bajo la luz del sol, y en la orilla, exactamente al lado del agua, estaba Renato. Estaba dibujando en su cuaderno, concentrado en crear una imagen de un dragón volador.

Kiara, emocionada por el descubrimiento, se acercó sigilosamente y le preguntó: —¿Qué estás dibujando?

Renato, sorprendido, levantó la vista de su cuaderno y la miró. —Es un dragón. Se llama Fuego. —respondió tímidamente.

—¡Qué increíble! —exclamó Kiara, aplaudiendo con entusiasmo. —Yo quiero dibujar un dragón también. ¿Puedo usar tu idea?

A Renato le pareció amable y divertido compartir su idea con Kiara. Juntos, entonces, se sentaron en la hierba, y ella comenzó a hacer su propio dibujo. Mientras dibujaban, empezaron a hablar sobre sus cosas favoritas: los juegos, los libros, y las aventuras que soñaban vivir.

—Me encantaría ser una exploradora —dijo Kiara, con los ojos brillantes de emoción—. Si tuviera una brújula, podría encontrar tesoros escondidos y descubrir islas mágicas.

Renato sonrió. —Eso suena genial. En mis historias, los caballeros siempre tienen que rescatar a princesas o encontrarse con dragones. ¡Tal vez podamos crear nuestra propia historia!

Los dos niños se animaron y pasaron horas dibujando y contando historias. Los animales del bosque parecían estar disfrutando de su compañía, porque los pájaros cantaban armoniosamente, y las mariposas danzaban alrededor de ellos.

Mientras el sol se comenzaba a ocultar, Kiara sintió que era hora de regresar a casa. Se despidieron con una promesa: ¡mañana volverían al claro para seguir creando! Renato se sintió emocionado por tener una nueva amiga y por la aventura que les esperaba.

Al día siguiente, Kiara llegó al claro lista para seguir creando. Pero al llegar, se dio cuenta de que Renato no estaba allí. Se sintió un poco triste, pero decidió esperar. Mientras esperaba, comenzó a dibujar un gran mural en el suelo usando piedras y hojas.

Pasó el tiempo, y para su sorpresa, apareció un nuevo personaje: una pequeña ardilla llamada Niko. Niko se acercó curiosamente y observó a Kiara mientras ella trabajaba en su mural.

—Hola, soy Niko. ¡¿Qué estás haciendo?! —preguntó la ardilla saltando de emoción.

—¡Hola, Niko! Estoy creando un mural gigante sobre un dragón y una princesa aventurera —respondió Kiara, feliz de hacer nueva compañía.

Niko, emocionado, se ofreció a ayudarla. —Puedo ser el guardián del mural. ¡Nadie podrá acercarse a él sin mi permiso!

Kiara rió, disfrutando de la compañía de Niko. Juntos pasaron la mañana moldeando y pintando con la naturaleza, adornando el mural con flores y coloridas hojas. Con cada experiencia vivida, Kiara se sentía más feliz, y su corazón estaba lleno de alegría.

Al caer la tarde, por fin llegó Renato al claro. Se estaba sintiendo un poco apenado por haber llegado tarde. Pero al ver el impresionante mural que Kiara había creado, su tristeza se desvaneció inmediatamente.

—¡Wow! ¿¡Qué hiciste!? —exclamó Renato asombrado, contemplando los colores brillantes y las formas divertidas. —Es asombroso.

—Gracias, Renato. Pero no lo hice sola. Niko me ayudó —dijo Kiara señalando a la ardilla.

—¡Hola, Niko! —saludó Renato, encantado de conocer a un nuevo amigo.

Niko sonrió orgulloso. —¡Hola, Renato! ¡Juntos hicimos el mural! Pero espera, ¡tenemos que agregarle un dragón!

Así, los tres amigos se reunieron, y su entusiasmo por la creatividad siguió creciendo. Renato dibujó su dragón llamado Fuego, mientras Kiara pintaba a la princesa aventurera con un gran vestido de colores y Niko se sumaba contestando chistes, creando la historia que unía todo.

La idea de ser aventureros tocaba los corazones de los tres, y imaginaron cada una de sus historias poniendo un toque propio.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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