Había una vez, en un reino lejano, un joven rey llamado Memito. Con tan solo 23 años, el Rey Memito era conocido por su tes morena, su altura imponente, su cabello negro y su barba perfectamente cuidada. Tenía unas cejas pobladas que le daban una apariencia seria y madura. Su atractivo y su madurez lo convertían en el hombre que todas las mujeres del reino deseaban tener a su lado.
En el mismo reino, vivía una joven llamada Karlita. Éla tenía 22 años, era chaparrita y su cabello castaño caía en suaves ondas alrededor de su rostro, que se iluminaba con hoyuelos en ambas mejillas cada vez que sonreía. Al igual que el Rey Memito, Karlita tenía la piel morena, y su carácter dulce y amable la hacía muy querida por todos los que la conocían.
El Rey Memito tenía una gran pasión por los desafíos científicos. Pasaba horas en su laboratorio, un lugar lleno de tubos de ensayo, matraces y líquidos burbujeantes. Le encantaba experimentar y descubrir nuevas formas de moldear y crear, utilizando tanto su ingenio como su destreza manual.
Una tarde, mientras el Rey Memito estaba inmerso en uno de sus experimentos más complicados, Karlita llegó al palacio. Había sido invitada por el consejo real para compartir sus conocimientos en botánica y alquimia, ya que se decía que sus pociones y remedios eran los mejores del reino. Al entrar en el laboratorio, Karlita quedó maravillada por la cantidad de instrumentos y sustancias que había allí.
«Hola,» dijo Karlita tímidamente, «me llamo Karlita. He venido a ayudarte con tus experimentos.»
El Rey Memito levantó la vista de su trabajo y la miró con curiosidad. «Bienvenida, Karlita. Soy el Rey Memito. Me alegra tener a alguien con tus habilidades aquí. Necesito toda la ayuda posible para este experimento.»
Desde ese día, Karlita y el Rey Memito comenzaron a trabajar juntos. Al principio, ninguno de los dos sospechaba que estaban a punto de encontrar algo más que éxito científico en sus investigaciones. Pasaron horas discutiendo fórmulas, mezclando pociones y probando nuevas teorías. La presencia de Karlita iluminaba el laboratorio y hacía que el trabajo fuera más placentero para el Rey Memito.
Con el tiempo, ambos comenzaron a notar cosas que iban más allá de la ciencia. Memito admiraba la dedicación y el conocimiento de Karlita, y cada vez que ella sonreía, sentía una calidez especial en su corazón. Por su parte, Karlita se sentía atraída por la pasión y la inteligencia del Rey Memito. Empezó a ver más allá de su apariencia y descubrió a un hombre con un gran corazón y un profundo deseo de hacer el bien.
Un día, mientras trabajaban en una poción especialmente complicada, Karlita cometió un pequeño error que hizo que la mezcla comenzara a burbujear de forma extraña. Sin pensarlo dos veces, el Rey Memito intervino rápidamente y evitó que el experimento explotara. Aliviada, Karlita le agradeció con una sonrisa, y en ese momento, ambos se dieron cuenta de lo que realmente sentían el uno por el otro.
«Gracias, Memito,» dijo Karlita suavemente. «No sé qué habría hecho sin ti.»
El Rey Memito la miró con ternura. «Siempre estaré aquí para ti, Karlita. No solo en el laboratorio, sino en cualquier lugar.»
Ese día marcó el inicio de una relación más profunda entre ellos. Continuaron trabajando juntos, pero ahora había una nueva energía en el aire. Empezaron a pasar tiempo fuera del laboratorio, paseando por los jardines del palacio, compartiendo historias y sueños bajo el cielo estrellado. Cada momento juntos fortalecía el vínculo que se había formado entre ellos.
El amor entre el Rey Memito y la Reina Karlita no pasó desapercibido para el resto del reino. La gente comenzó a notar la cercanía entre ellos y pronto se corrió la voz de que el rey y la botánica estaban enamorados. Los rumores llegaron a oídos del consejo real, quienes vieron con buenos ojos esta unión, ya que sabían que Karlita no solo era una excelente científica, sino también una persona de gran corazón.
Un día, el Rey Memito decidió que era hora de hacer oficial su amor por Karlita. Preparó una sorpresa especial en el jardín del palacio. Decoró el lugar con flores y luces, creando un ambiente mágico y romántico. Cuando Karlita llegó, quedó asombrada por la belleza del lugar.
«Memito, ¿qué es todo esto?» preguntó con una sonrisa.
«Es para ti, Karlita,» respondió el rey, tomando sus manos. «Desde que llegaste a mi vida, has traído luz y amor. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Aceptarías ser mi reina?»
Con lágrimas de felicidad en los ojos, Karlita respondió: «Sí, Memito. No hay nada que desee más que estar a tu lado.»
La noticia del compromiso se extendió rápidamente y el reino entero se llenó de alegría. La boda del Rey Memito y la Reina Karlita fue un evento grandioso, lleno de amor y felicidad. La ceremonia se celebró en el gran salón del palacio, decorado con flores y luces brillantes. Los invitados, que incluían a nobles y ciudadanos por igual, aplaudieron y vitorearon cuando la pareja intercambió votos y se prometió amor eterno.
Después de la boda, el Rey Memito y la Reina Karlita continuaron trabajando juntos en el laboratorio, pero ahora también gobernaban el reino con sabiduría y compasión. Implementaron nuevas políticas que beneficiaban a todos los ciudadanos, y gracias a sus conocimientos en alquimia y botánica, mejoraron la salud y la prosperidad del reino.
La pareja real se convirtió en un símbolo de amor y dedicación. Su historia inspiró a muchos, y su reinado fue recordado como uno de los más justos y prósperos en la historia del reino. A través de los años, el amor entre Memito y Karlita solo creció, y juntos enfrentaron cada desafío con valentía y determinación.
Un día, mientras caminaban por el jardín, Karlita le dijo a Memito: «Nuestro amor ha sido como una poción mágica, cada día se vuelve más fuerte y maravilloso.»
Memito sonrió y la abrazó. «Así es, mi reina. Y siempre seguiré trabajando para que nuestra vida sea tan hermosa y llena de amor como lo es hoy.»
Y así, el Rey Memito y la Reina Karlita vivieron felices, gobernando su reino con justicia y amor, y demostrando que el verdadero poder no reside en la fuerza o la riqueza, sino en el amor y la dedicación que se tienen el uno al otro.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.